Escuelas verdes florecen en Porto Alegre

A vivir de modo sustentable se aprende. Dos escuelas de la meridional ciudad brasileña de Porto Alegre imparten esa formación para ciudadanos del nuevo milenio.

Gabriela Borges muestra la botella que ayudó a reducir el consumo de vasos descartables. Crédito: Clarinha Glock/IPS
Gabriela Borges muestra la botella que ayudó a reducir el consumo de vasos descartables. Crédito: Clarinha Glock/IPS
En el Colegio João XXIII, la alarma de la gripe A/H1N1 provocó un cambio. Para evitar el contagio la dirección reemplazó en 2009 los bebederos tradicionales por bidones con vasos descartables.

Pero algunos alumnos empezaron a usar los vasos de plástico para jugar. "Era un desperdicio", dijo a Tierramérica la presidenta del Gremio Estudiantil del João XXIII (GEJ), Gabriela Borges, de 15 años.

Así los estudiantes sugirieron a la dirección distribuir vasos de plástico no descartables. Y hoy cada alumno y empleado cuenta con una botella plástica permanente.

Los 1.500 recipientes distribuidos gratuitamente lograron bajar de 3.500 a 250 el consumo diario de vasos plásticos.
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Fundado en 1964, con 915 estudiantes y administrado por una fundación creada por los padres de los estudiantes, el Colégio João XXIII pretende invertir más en el proyecto "O Mundo Passado a Limpo" (El mundo pasado en limpio).

"Queremos que nuestros alumnos se preocupen por las personas y por el ambiente donde viven. Es decir, con lo que ocurre aquí al lado, no sólo con los bosques", enfatizó a Tierramérica la subdirectora Maria Tereza Coelho.

La escuela ya tenía una huerta y un sistema para obtener compost (abono orgánico) y clasificaba la basura.

En 2009, un trabajo del tercer año del ciclo básico, "Biodiversidad: Conocer para preservar", sobre identificación de especies nativas y exóticas del área verde del colegio, llamó la atención de la bióloga Camila Rezendo Carneiro y del ingeniero agrónomo Sérgio Luiz de Carvalho Leite, profesor de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul.

La escuela y la universidad se asociaron y, a través de un curso de extensión, Carneiro y Leite orientan un análisis de especies que realizan los alumnos, y que se completará con un biomapa y una senda ecológica.

En 2011 se construirá la maqueta de una ciudad, en la que se valorarán las acciones ambientales, la ética y la cooperación, explica el profesor de geografía Artur Bergelt.

Los alcaldes en miniatura serán elegidos por los niños, que tendrán que decidir, por ejemplo, las prioridades en materia de inversiones.

La ciudad se está proyectando con ayuda de una arquitecta, madre de un alumno, y se construye con material reciclado. En paralelo, una profesora de ciencias enseñará a construir calentadores de agua hechos con bidones de plástico. También habrá una sala "ecológica" que reproducirá prácticas sustentables.

La dirección no quiso mencionar las inversiones en el proyecto, y sostuvo que se recibieron donaciones en dinero y material de mucha gente, así como apoyo de la universidad. Otra escuela es universidad y ciudad al mismo tiempo. Usa predios reales, donde los estudiantes son elegidos alcaldes, concejales e integrantes del Consejo de Justicia. Funciona desde septiembre de 2009 en el Colégio Israelita Brasileiro (CIB), también en Porto Alegre.

Con 88 años de historia y 750 alumnos, el CIB dio un salto cualitativo cuando su directora, Mônica Timm de Carvalho, trasladó una experiencia que conoció en la nororiental localidad israelí de Tzfat: una ciudad-laboratorio en 500 metros cuadrados ubicada en un área subutilizada de la escuela.

La "Ir Ktaná" (ciudad pequeña, en hebreo), es el resultado de un año y medio de debates sobre un amplio proyecto educativo.

La construcción se basa en el concepto de sustentabilidad, con techos verdes, aberturas pensadas para optimizar la luz natural y aprovechamiento del agua de lluvia.

Allí están la Cámara de Concejales y la Prefectura (alcaldía), con un púlpito que mira a la Plaza de la Ciudadanía, donde funciona un ágora. En la Calle de la Paz se ubica una sinagoga donde se estudia también filosofía.

En el Pasaje de la Cultura hay una biblioteca y un espacio para el teatro y las exposiciones. Siguiendo el Pasaje del Futuro se llega al Centro de Ciencia y Tecnología. Los productos de la huerta se venden en la EcoFeria.

El banco se maneja con la moneda "irk" y financia a personas jurídicas, como la organización no gubernamental Patrulha Eco Responsável (patrulla eco-responsable), formada por niños, niñas y adolescentes.

Los estudiantes aprenden matemáticas, física y las demás disciplinas en la práctica, a partir de los emprendimientos de la Incubadora de Proyectos o en el supermercado.

En la cocina de la Casa de la Familia se lava la vajilla con jabón hecho con aceite reciclado. La radio de los propios alumnos anuncia las novedades.

"Es genial", dice a Tierramérica Eduardo Soares Sussermann, de siete años y alumno del primer grado.

Según la directora, "la escuela es un espacio para descubrir y potenciar talentos".

La dirección del CIB también creó la primera Universidad Corporativa dentro de un colegio, un programa de formación permanente para que los profesores se actualicen en temas diversos, como la gestión integrada de proyectos y la tecnología aplicada a la educación.

Solamente en equipos hubo una inversión de unos 34.000 dólares, y el mantenimiento del proyecto cuesta algo más de 2.800 dólares por mes.

* Este artículo fue publicado originalmente el 18 de diciembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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