ETIOPÍA: Menos muertes maternas en el campo

Con sólo 23 años, la etíope Nigist Abebe ayuda a salvar de la muerte a embarazadas y parturientas de zonas rurales de este país. Empezó la tarea un lustro atrás, cuando tenía apenas 18.

Crédito: Omer Redi/IPS
Crédito: Omer Redi/IPS
En ese lapso, Abebe se afianzó en su trabajo, como una más de las 34.000 funcionarias del programa nacional de salud rural.

Una de sus funciones más importantes en Dengo Furda, la aldea en la que nació y se crió, es apoyar a las embarazadas.

"Aconsejo a las madres de la aldea en salud materna e infantil, les administro la medicación adecuada, las preparo para el parto. En general, las aliento para que usen los servicios de salud gratuitos que salvan sus vidas", dijo a IPS.

Cuando Abebe empezó su trabajo, morían unas seis mujeres por año en Dengo Furda, parte de la zona de Shoa Oriental en el centro del país, acompasando el promedio nacional. Hoy se nota una clara mejoría, asegura: "El año pasado registramos apenas dos muertes".
[related_articles]
Se estima que 94 por ciento de las madres etíopes dan a luz en sus hogares. En 2005, cuando se inició el programa de extensión sanitaria, fallecían 720 madres por cada 100.000 nacimientos de niños vivos.

Apenas terminó el décimo grado, hace seis años, Abebe se postuló a una capacitación de un año para poder trabajar en la salud. Sus amigos le dijeron que se trataba de una buena oportunidad laboral.

Asistió a un instituto de capacitación técnica y vocacional, donde estudió 16 materias relativas al paludismo, el VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) y salud materna e infantil.

Abebe se graduó en 2005 y se convirtió en una de las tres nuevas empleadas de extensión de salud que cubren los mil hogares de Dengo Furda.

En 2009 la reclutaron para una capacitación adicional de un mes sobre cuidados pre y post-natales y parto seguro, organizada por el departamento de salud del distrito.

Ahora ve a todas las embarazadas de la aldea. Si ellas no van a consultarla, la propia Abebe acude a su encuentro, alertada por voluntarios.

Antes de capacitarse en 2009, ayudaba a las mujeres durante el trabajo de parto sin conocimientos adecuados sobre seguridad, medicación apropiada y las señales de advertencia sobre potenciales complicaciones.

"No conocíamos los procedimientos. Ahora me siento más segura en el servicio que brindo a estas madres y sé cuándo algo está más allá de mi capacidad", dijo.

Por ejemplo, administra misoprostol para controlar las hemorragias luego de los partos, que causan 22 por ciento de las muertes maternas en Etiopía.

Las mujeres con mayor riesgo de sangrado son las menores de 18 años y las que han tenido muchos hijos seguidos, aseguró Nigist.

Cuando se encuentra con una madre con síntomas de complicaciones más serias, Abebe la envía a un centro de salud mejor equipado que se encuentra a 10 kilómetros. Allí, obstetras calificados pueden ayudar a que el parto sea seguro.

Abebe y sus colegas de otros puestos de salud evalúan a cada embarazada y deciden si debería realizar su trabajo de parto en otro centro en base a esas señales. Tras el nacimiento, quienes trabajan en los servicios de extensión visitan a la madre y al bebé en su casa, asegurándose de que cumplan con el programa de vacunación y controlando la nutrición del recién nacido.

Aunque en Shoa Oriental, donde trabaja Abebe, no hay estadísticas disponibles sobre muertes maternas, se cree que el programa ha reducido la proporción.

"No puedo declarar con exactitud la magnitud de la reducción, pero sí puedo afirmar sin dudarlo que las muertes maternas han disminuido", dijo Diriba Degefa, titular del departamento de salud de la zona.

Con 1,3 millones de habitantes, Shoa Oriental pasó de tener 12 centros de salud a 52 en cinco años, ubicados en sus 13 distritos.

Cuando estén terminados otros cuatro en construcción, se podrá cumplir el objetivo del gobierno de contar con un centro de salud por cada 25.000 personas para junio de 2011.

En toda la zona se han instalado además cerca de 300 puestos de atención primaria con dos trabajadores sanitarios. Cada puesto cubre a 5.000 personas, y hay grupos de cinco puestos conectados con un centro de salud al que remiten pacientes y del que reciben supervisión administrativa.

Cuando aparecieron los trabajadores de extensión de salud, los aldeanos de Dengo Furda y del distrito de Boset no creían que tuvieran las habilidades o el conocimiento necesarios para mejorar la salud materna. Pero la experiencia del último quinquenio cambió esa percepción.

Ababe disfruta de lo que hace y su principal deseo es seguir perfeccionándose.

"Salvar las vidas de madres y niños es realmente gratificante", dijo.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe