ÁFRICA: Mercado permeable a industria de armas

Los países africanos son especialmente vulnerables al comercio de armas que prospera en el mundo, medio siglo después de que el presidente estadounidense Dwight Eisenhower (1953-1961) denunciara la creciente influencia de la industria bélica en asuntos políticos.

Es difícil conocer cifras exactas del armamento comercializado, pero la organización humanitaria Oxfam estima que los gobiernos de África subsahariana gastan unos 18.000 millones de dólares en defensa y en armas, al año, casi la misma cantidad que la asistencia internacional al desarrollo que reciben.

La mayoría de los gobiernos tiene una necesidad legítima de dotarse de equipos de defensa.

Pero "muchos exportadores no cuentan con un marco legal y carecen de todo tipo de control para regular la transferencia de armas a países que no cuentan con sus propias normativas", indicó Nicolas Vercken, encargado de la campaña para un tratado sobre el comercio de armas, del capítulo francés de Oxfam.

"Nuestro problema es con las armas usadas para violar los derechos humanos", remarcó. Sólo Gran Bretaña y Holanda solicitan asesoramiento a sus agencias de desarrollo antes de decidir exportar armas a países en desarrollo.
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"Se necesita un tratado para marcar el terreno a los vendedores y tapar los agujeros", explicó Vercken. "Su principal objetivo sería prohibir la venta cuando es claro que hay un riesgo de que sirvan para violar los derechos humanos u obstaculizar el desarrollo", añadió.

La campaña para negociar un tratado contra las armas hace un tiempo que está en el tapete en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En 2009, una resolución del foro mundial allanó el camino para comenzar las conversaciones, que se iniciaron en julio de 2010. Sus promotores esperan tener un pacto para 2012.

Pero no todos los observadores comparten ese optimismo.

"Un tratado será una forma razonable de controlar un nuevo acuerdo de armas", indicó Lauren Gelfand, editor africano de Janes’s Defence Weekly. "Pero se necesitará un nivel de transparencia que algunos fabricantes estarán reacios a aceptar", añadió.

"Por desgracia, no creo que un pacto internacional pueda hacer mucho para contener el flujo de armas pequeñas por la cantidad que ya está en uso y que se comercializa", añadió.

Las pequeñas armas, que pueden ser portadas por una persona como el rifle de asalto AK-47, inundan muchos países africanos.

Sudán, que no votó la resolución de la ONU de 2009 y está apunto de dividirse en dos tras décadas de guerra civil, es un ejemplo de la poca regulación de las transferencias de armas así como las falla en la supervización.

"El fácil acceso a armas en la región, sumado a los problemas crónicos de gobernanza de Sudán, hacen que sea relativamente fácil que haya levantamientos en zonas alejadas", indicó Claire McEvoy, quien analiza la seguridad en ese país para el proyecto de investigación independiente Small Arms Survey, del Instituto de Estudios Internacionales y de Desarrollo, con sede en Ginebra.

"Cuantas más armas adquieren los gobiernos de Jartum y de Juba (Sudán del Sur), más armas se ‘filtraran’ de las fuerzas armadas a otros actores no estatales mediante robo, venta, corrupción y pérdidas en el terreno", explicó.

Incluso las armas legítimamente adquiridas por los gobiernos pueden terminar en manos equivocadas.

"Las armas pequeñas son especialmente difíciles de rastrear porque son muy fáciles de ocultar", indicó Pieter Wezeman, investigador del independiente Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo (Sipri, por sus siglas en inglés).

"Muchos países africanos tiene una fuerte cultura de secreto en torno a temas de seguridad y defensa y sus ejércitos suelen ser reacios a discutir tratados de armas", añadió.

Estimaciones de Sipri confirman que el gasto militar en África subsahariana en 2009 rondó los 18.000 millones de dólares, una ínfima cantidad respecto de los 1.531 millones de dólares que representa el comercio mundial de armas.

"Es importante ser conscientes de los efectos acumulativos de la importación de armas", añadió Corey Pein, editor de Waribusiness.com. "El continente acumuló tanta cantidad que los contrabandistas no necesitan alejarse para hacer negocios", explicó.

África puede no ser el mayor mercado para los fabricantes de armas, pero es uno de los más vulnerables.

Un tratado internacional que regule la adquisición de armas podrá beneficiar a los países menos desarrollado, lo que explica por qué sólo un país de África subsahariana, Zimbabwe, votó contra la resolución de la ONU.

"Es un proceso importante la negociación de un tratado si permite que haya más acuerdos nacionales y regionales sobre el comercio de armas, pero es más dudosa la posibilidad de lograr un convenio que frene las exportaciones", indicó.

"Varios países exportadores tienen diferentes opiniones al respecto", añadió.

"Por supuesto que no todos los estados están a favor" de un convenio, indicó Vercken, "pero si hay un estándar universal, hasta los que no formen parte de él serán políticamente juzgados en función de esos principios", explicó.

"Un pacto aumentará la presión sobre exportadores reacios, lo mismo que pasó con el tratado de Ottawa que prohibió las minas antipersonal. Estados Unidos no lo firmó, pero terminó aplicando sus principios", añadió.

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