CAMBOYA: Represas chinas rompen monopolio de Occidente

La construcción de cinco represas en Camboya marca la expansión de China en ese reino asiático, donde hasta ahora las inversiones extranjeras estaban dominadas por países occidentales.

"La represa hidroeléctrica es apenas uno de los numerosos logros de la cooperación entre Camboya y China", dijo el primer ministro camboyano Hun Sen en una ceremonia en diciembre en el sudoccidente del país, donde se construye el embalse hidroeléctrico de Russei Chrum Krom, con una capacidad de generación 338 megavatios.

Este proyecto requiere una inversión de 500 millones de dólares, a cargo de Huadian Corp., una de las mayores empresas públicas chinas de electricidad. Será la más grande de las cinco represas que China está instalando en Camboya, un país pobre en materia energética, que apenas abastece de este servicio a un quinto de sus casi 14,5 millones de habitantes.

Empresas chinas ya están llevando a cabo estudios de factibilidad para la construcción de otros cuatro embalses, señalan ambientalistas y otros activistas preocupados por las posibles consecuencias de los proyectos hidroeléctricos.

"China juega un rol muy importante en las inversiones y el desarrollo de Camboya. Pero debería tener en cuenta la importancia de los estudios de impacto ambiental, así como los de impacto social", dijo Chhith Sam Ath, director ejecutivo del Foro de Organizaciones No Gubernamentales sobre Camboya, en una entrevista telefónica realizada desde Phnom Penh, donde tiene su sede esa red.
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"No siempre el proceso de los estudios de impacto ambiental está abierto al público, y hay poco tiempo para analizarlos", declaró a IPS.

Grupos de presión ambiental como International Rivers (IR), con sede en Estados Unidos, confirmaron a IPS que todavía no se completó la evaluación de impacto ambiental de la represa de Kamchay, cuatro años después de haberse iniciado su construcción.

"En el marco del estudio de impacto ambiental, las empresas chinas no han cumplido con las mejores prácticas", dijo un activista de IR para Asia sudoriental.

"La participación del público es limitada o directamente nula. Y el constructor no ha contemplado alternativas", agregó.

La represa de Kamchay se ubica "dentro del Parque Nacional Bokor e inundará 2.000 hectáreas de bosques protegidos", observó IR en un estudio titulado "El desarrollo hidroeléctrico de Camboya y la participación de China".

Pero el primer ministro Hun Sen deja poco espacio para las críticas de los ambientalistas hacia China. "¿Acaso hay alguna (obra de infraestructura) que se ejecute sin causar un impacto en el ambiente y los recursos naturales? Por favor, dénnos una respuesta adecuada", dijo el veterano dirigente político a las organizaciones ecologistas, a propósito de la represa de Russei Chrum Krom.

Por su parte, algunos inversores chinos de proyectos en Camboya han empezado a acercarse a los activistas locales, que están preocupados por el precio que la expansión china le hará pagar a un país que todavía se está recuperando de la guerra civil y del régimen genocida del Jemer Rojo (1975-1979).

"En una reunión realizada el mes pasado le dije a una delegación china que se estaban realizando pocos estudios de impacto ambiental", dijo telefónicamente a IPS el investigador camboyano Meas Nee, experto en desarrollo social.

"Incluso cuando se los hace y lucen bien en los papeles, hay defectos, porque no se ejecutaron de forma adecuada", añadió.

"El primer ministro siempre elogia el apoyo chino, y el gobierno prefiere la ayuda económica de ese país porque llega sin condiciones, a diferencia de la de los donantes de Occidente", dijo Nee.

De hecho, la capacidad de Hun Sen de hacer jugar el reciente apoyo económico de China contra los históricos socios occidentales para el desarrollo del país ha puesto de relieve lo divergente de sus prácticas en materia de asistencia y desarrollo.

Hasta 2006, cuando China intervino para ayudar a Camboya, la agenda de asistencia y desarrollo había estado dominada por los países que formaban parte del Consenso de Washington, favorable al libre mercado. Estos ingresaron a un país devastado por la guerra luego del acuerdo de paz de 1991 para ayudar a la reconstrucción.

A mediados de 2010, los donantes occidentales garantizaron a Camboya 1.100 millones de dólares en asistencia, superando los 950 millones de dólares del año anterior.

Tanta generosidad se mantiene pese a que el gobierno camboyano no logra cumplir los estándares de los gobiernos occidentales, y que van desde la "buena gobernanza" y mejores leyes hasta el combate a la corrupción y el fortalecimiento de los derechos fundamentales.

Pero China, que pasó de invertir en 2003 apenas 45 millones de dólares en Camboya a firmar 14 acuerdos por 850 millones de dólares en diciembre de 2009, desafía el monopolio de los donantes occidentales "tratando directamente con quienes toman las decisiones políticas", dijo Shalmali Guttal, investigador de Focus on the Global South, un grupo regional de expertos con sede en Bangkok.

China disfruta de una ventaja en relación a Occidente, gracias a su decisión de no imponer condiciones políticas, dijo Guttal.

El gigante asiático no siguió la ruta de los donantes occidentales de presionar para que las organizaciones no gubernamentales camboyanas controlaran el proceso de la asistencia, añadió.

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