INDÍGENAS: Artesanía ancestral recobra su lugar

La artesana María de los Ángeles Carrillo demoró ocho meses en elaborar un plato de junco tejido y decorado a mano, por el cual obtuvo un galardón del gobierno mexicano dotado con unos 8.000 dólares.

Carrillo, una mujer indígena kumiai de 32 años de edad, pertenece al Grupo de Artesanos Nativos de Baja California, surgido en 2004 y que agrupa a más de 140 miembros de los pueblos kumiai, paipai, kiliwa y cucapá de ese norocciental estado mexicano.

"Los artesanos tenían que esperar a que alguien visitara la comunidad para comprar los productos. Esperaban mucho y luego les compraban muy barato. Así nos organizamos", dijo a IPS el kumiai Javier Ceceña, director del no gubernamental Instituto de Culturas Nativas de Baja California, que ha respaldado a los creadores.

La historia de este colectivo muestra cómo los grupos indígenas han recurrido a la elaboración de artesanía tradicional para reivindicar su cultura y para agenciarse de fondos para mejorar sus condiciones de vida.

En la localidad de El Tajín, en el estado de Veracruz y a unos 350 kilómetros al sudeste de la ciudad de México, artesanas indígenas totonacas se juntaron en 2006 para pulir su trabajo, mejorar la comercialización de sus obras e incrementar sus ingresos familiares.

"Lo que se buscó era hacer conciencia de que ellas son las grandes productoras, las grandes artistas, pero que para poder sacar al proyecto adelante requerían de alguien que tuviera la visión de ir más allá y de vender en otros mercados que no conocían ni tenían acceso", relató a IPS Jessica Ramos, representante comercial de Cerámica de El Tajín.

Ese proyecto consta de cuatro talleres familiares, en los cuales laboran 25 personas, la mayoría mujeres. De hecho, una de las condiciones es que una mujer dirija el taller.

En los casos descritos, los artistas se ciñen a la tradición creativa transmitida por sus ancestros y emplean la materia prima existente en sus comunidades.

Del saber ancestral y de las manos de los indígenas bajacalifornianos nacen cestas, cerámica, arcos, flechas, cintos, bolsas, collares, marcos y figuras decorativas. De la creatividad totonaca fluyen platones, veladoras, macetas, ollas y vasijas.

Unos 12 millones de los 112 millones de habitantes de México son indígenas, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía. En Baja California esa cifra no sobrepasa las 2.000 personas.

"Nuestros antepasados no lo manejaban como artesanía, es un estilo que no se encuentra en ningún otro estado. Tenemos la oportunidad de que la gente mayor capacite a los jóvenes y conservar así las técnicas ancestrales y difundir nuestra cultura", apuntó Ceceña.

El Instituto de Culturas Nativas, fundado en 1992 por el antropólogo estadounidense Michael Wilken, ha emprendido proyectos de salud, educación, cultura y desarrollo sustentable en la zona, incluyendo becas para 250 estudiantes indígenas.

El Grupo de Artesanos Nativos de Baja California compartió en diciembre el Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría Arte y Tradiciones Populares, entregado por el gobierno mexicano y dotado con unos 48.000 dólares, con bordadoras indígenas del sureño estado de Chiapas.

"Que trabajen en conjunto y ver un bien común ha sido un beneficio grandísimo, ya no están solas ni van caminando solas. Como grupo, su voz es más fuerte", destacó Ramos, cuyo emprendimiento ha recibido apoyos de la empresa metalúrgica mexicana Tenaris Tamsa y la Escuela Mexicana de Cerámica.

Los creadores aprovechan las ferias regionales para exponer y distribuir sus productos. Las indígenas totonacas colocaron el año pasado en el mercado más de 800 piezas, con ingresos por unos 48.000 dólares.

El Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías, dependiente de la Secretaría (ministerio) de Desarrollo Social (Sedesol), planea la ampliación de su tienda virtual para mejorar la oferta de las creaciones.

Además, Sedesol enviará al Congreso legislativo una iniciativa de ley de Fomento a las Artesanías para defender al sector de la piratería y promoverlo, estructurada con el aporte de los actores del ramo.

"Nuestro reto es consolidar al grupo, capacitar bien a la comunidad para que elaboren productos de mayor calidad. Queremos que la gente compre nuestro producto por su calidad, no por caridad, y que podamos vivir de forma más digna", adelantó Ceceña.

El Grupo de Artesanos Nativos está por recibir un estudio de mercado elaborado por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y el cual aportará información de cómo mejorar la administración, la creación y la comercialización de las artesanías.

Cerámica de El Tajín materializó el año pasado su primera exportación, consistente en unas 40 piezas a una exposición en el Museo de Bellas Artes de la sureña ciudad estadounidense de Houston y la mayoría de las cuales fue vendida.

"Queremos que incursionen en el diseño de nuevas piezas, meterlas en el mercado del arte. Es un salto cualitativo tremendo", apostó Ramos, quien predijo que este año los talleres pueden convertirse en autosostenibles.

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