TEATRO-ARGENTINA: El off del off

Los espacios no convencionales para la experimentación teatral de calidad se convirtieron en un nuevo actor de la escena cultural de la capital argentina y reclaman que no se limite su desarrollo con trabas burocráticas.

Las nuevas salas funcionan en viviendas de actores y directores, pero también en galpones alquilados, antiguos locales comerciales, fábricas abandonadas y otros espacios que no cumplen con los requisitos de habilitación de un teatro.

Según datos oficiales, en Buenos Aires hay seis salas que dependen del Estado, 12 privadas comerciales y más de 200 espacios de teatro independiente, de los cuáles más de 70 por ciento funcionan en sitios no convencionales.

"Nosotros buscamos trabajar sin formatos predeterminados y hacerlo con requisitos de habilitación caros y engorrosos es atentar contra la experimentación y la creación de nuevos lenguajes", dijo a IPS la actriz Nayla Pose, quien comparte con el director y maestro de actores Claudio Quinteros el espacio llamado "Teatro El Brío".

En la planta alta está la vivienda de ambos, y los espectadores se sienten recibidos en una casa.

"Aún cuando los dueños de las salas no viven allí, lo que tienen estos espacios es que la gente se siente recibida como en el living de una casa donde se le ofrece una copa de vino o se le permite quedarse después de la obra a charlar", explicó.

Hace dos años y medio, Quinteros y Pose, que alquilan ese espacio de vivienda-teatro, iniciaron los trámites para la habilitación, pero aún no la consiguen. Si después de toda la adecuación deben irse, habrán perdido el dinero que invirtieron.

Hasta mediados de 2010, la iniciación del trámite de habilitación les permitía funcionar provisoriamente, pero entonces hubo un derrumbe en un local bailable con dos víctimas fatales y comenzó el hostigamiento sobre las salas.

"Nos amenazaban con cerrar, tuvimos que sacar el cartel de la puerta y dar de baja los sitios en los que promocionábamos las obras", contó Pose. No obstante, la avanzada de inspectores del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires tuvo un efecto positivo.

Una veintena de dueños de espacios alternativos comenzaron a agruparse bajo el nombre de "Escena" o Espacios Escénicos Autónomos, y en diciembre lograron la sanción de una nueva norma que los rescató de la clandestinidad.

Si Buenos Aires es una de las capitales culturales del mundo se debe en gran medida a lo que generan su teatro y su danza independientes, y para potenciar esta marca distintiva el gobierno no debería cerrar espacios sino al contrario, ayudar a su creación y preservación, explicaron en su primer comunicado.

"No queríamos ser clandestinos, si lo que hacemos es para los demás", razona la actriz. Lo cierto es que la norma adecua los requisitos centrándolos principalmente en normas de seguridad, pero no en cuestiones superfluas y da más tiempo para cumplir.

Ya no es obligatorio tener una máquina expendedora de preservativos en los baños ni contar con una cochera o lugar de estacionamiento cerca del teatro. Además, se permite a las salas funcionar con la habilitación en trámite.

En diálogo con IPS, Martín Seijo, integrante de Escena, explicó que los costos de acondicionar una sala para que sea habilitada son tan altos que si el proyecto no tiene un perfil empresarial tiene que cerrar sus puertas.

Pero no es el caso de estos espacios. "Acá los dueños son actores o directores que tienen estas salas como lugares de experimentación, para crecer en la producción estética y para reflexionar sobre la propia práctica", puntualizó.

Seijo no tiene una sala, pero Escena no solo agrupa a responsables de espacios físicos sino también de reflexión y, en su caso, él coordina el espacio Colectivo Teatral que organiza debates sobre la actualidad de la escena alternativa.

Con la nueva norma, que aún debe ser reglamentada, "bajó el hostigamiento", dijo, pero fundamentalmente se logró el reconocimiento de estos espacios como nuevos actores de la escena. "Ahora nos podemos sentar a la mesa de discusión", celebró.

El actor explicó que los espacios no tienen una motivación comercial, pero sí necesitan subsidios o líneas de financiamiento para adecuaciones de seguridad, difusión en carteleras públicas y organización para compras conjuntas de materiales.

De lo contrario, estas salas no convencionales, que ofrecen una producción valorada por el público, la crítica especializada, cátedras universitarias y festivales internacionales, están condenadas a desaparecer.

Pose comentó que ella trabajó por siete años en una obra que se ofrecía en un teatro independiente, también llamados del circuito "off". Pero allí, donde la sala cumplía con los requisitos de habilitación, comenzó a cambiar el criterio teatral.

"Si no se llenaba la sala no era redituable y la obra no se hacía", reveló. Por eso comenzó a surgir a la sombra del circuito alternativo la movida "off del off" como se identifica a estas nuevas salas no convencionales.

En cambio ellos pueden recaudar un fin de semana apenas 400 pesos (100 dólares) y seguir adelante. "Lo que queremos es hacer que se respete esta modalidad experimental, mostrar que existimos y que somos muchos los espacios con esta calidad", aseguró.

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