MUJERES: Un canje llamado sextorsión

Dos ganadores del premio Pulitzer, Nicholas Kristof y Sheryl WuDunn, dedicaron el libro «Half the Sky» (Medio cielo) a un problema inquietante y común en África austral: el canje de buenas calificaciones por sexo.

"La mitad de las mujeres de Tanzania y casi la mitad de las ugandesas dijeron haber sido violadas por sus profesores", según los autores de la obra.

Hay una palabra para eso y es: sextorsión

La principal característica del flagelo es que el responsable tiene influencia o autoridad, dijo Joan Winship, directora ejecutiva de la Asociación Internacional de Juezas (IAWJ, por sus siglas en inglés), a IPS.

El problema existe entre el personal docente, pero también entre policías, sacerdotes y empleados.
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"Hay un elemento de intercambio, relaciones sexuales por una promoción, un aumento, una visa, a riesgo de multa. El trueque puede ser explícito o implícito", explicó.

La cuestión del intercambio y del poder implica consentimiento de la víctima, lo que "dificulta el procesamiento", apuntó Winship. "Forma parte del problema de su definición y es a eso a lo que apuntamos", añadió.

La IAWJ aprovecha el encuentro anual de la Comisión sobre el Estatus de las Mujeres, realizado en Nueva York del 22 de febrero a este viernes 4, para tratar el tema de la sextorsión, un fenómeno generalizado en el mundo. Al no haber denuncias, los responsables permanecen impunes.

Con el propósito de acabar con la impunidad, la IAWJ lanzó en marzo de 2009, en La Haya, el programa "Detener el abuso de poder con fines de explotación sexual: señalar, avergonzar y terminar con la sextorsión".

La iniciativa cuenta con asistencia del gobierno de Holanda a través de su fondo de apoyo al tercero de los ocho Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio, promover la igualdad de género.

El programa reúne a tres socios de IAWJ de Bosnia-Herzegovina, Filipinas y Tanzania. El objetivo es crear para junio de 2011 un conjunto de herramientas, que ofrezca a los jueces una variedad de leyes aplicables a casos de sextorsión.

Cuando la gente comprenda que es un delito, entonces podrá hacerse justicia, señaló Teresita de Castro, de la Corte Suprema de Filipinas, en un panel dedicado a la temática.

Las víctimas también deben saber que es un delito y superar el miedo a hablar, pese a que "cuando lo hacen aparecen otros obstáculos" para el procesamiento, señaló Nancy Hendry, asesora de IAWJ.

"Ella o él están solos contra el imputado y la institución que éste representa y, en términos históricos, contra la comunidad que confió en él", dijo a IPS Anne Goldstein, director de educación en derechos humanos de IAWJ.

La Asociación no pretende crear un nuevo marco legal. "El problema no es la falta de leyes, sino de voluntad para hacer cumplir las que existen", explicó.

La sextorsión es una "forma de corrupción", según IAWJ, en la que no hay dinero sino sexo involucrado. En el primer caso puede exigirse una reparación, pero en el segundo hay daños psicológicos y físicos que son mucho más peligrosos, subrayó De Castro.

La Asociación apunta a que se usen las normas contra la corrupción para procesar a los responsables de sextorsión. El objetivo es "aunar las leyes contra la violencia de género y contra la corrupción que suelen considerarse distintas pero que, según IAWJ, deben integrarse", dijo Goldstein a IPS.

"Una estrategia exitosa contra la sextorsión permitirá integrar los esfuerzos contra la corrupción con cuestiones de género y vice versa", explicó.

"Queremos cambiar la forma de pensar de los profesionales para que entiendan que la moneda de cambio no sólo tiene que ser dinero, también puede ser sexo", concluyó Winship.

EL PAPEL DE INTERNET

Suele considerarse a Internet como facilitador del abuso sexual, ya sea pirateando cámaras web o computadoras en busca de fotografías comprometedoras. Los adolescentes suelen ser los más afectados porque son fáciles de intimidar.

Pero IAWJ considera que la red es una herramienta útil "para que las víctimas de sextorsión puedan encontrarse, compartir historias y apoyarse mutuamente", explicó Goldstein.

Así "surgen organizaciones como SNAP, Survivors Network of those Abused by Priests (red de sobrevivientes de personas agredidas por curas), y Stamp, Survivors Take Action against Military Personnel (sobrevivientes actúan contra militares).

"Es fácil obviar una denuncia de violación sexual, acoso o sextorsión, pero no ignorar miles de ellas", arguyó.

Goldstein puso como ejemplo el informe de 2004 del Colegio de Justicia Penal John Jay, "Naturaleza y alcance del problema del abuso sexual de menores por curas católicos y diáconos en Estados Unidos", que reunió 10.667 denuncias contra 4.392 religiosos.

Además, "el acoso sexual pasó de ser algo que ‘ocurre’ a las mujeres a ser una ‘infracción a la ley’", añadió.

Las nuevas tecnologías son una importante herramienta para probar acusaciones de extorsión sexual.

"No es coincidencia que muchos de los casos de sextorsión en que hubo sentencia, involucraron correos electrónicos, mensajes de texto, grabaciones de audio o vídeo comprometedores", indicó Goldstein.

Las nuevas tecnologías "permitieron que pasemos de la negación o de responsabilizar a unas pocas manzanas podridas a reconocer que el acoso sexual, la violación y la sextorsión son problemas graves dentro de las culturas institucionales, y que, por lo mismo, deben atenderse", concluyó.

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