COLUMNA: Mladic y Bin Laden, historia de dos redadas

Ratko Mladic y Osama bin Laden fueron responsables de muertes de miles de civiles por causas que creyeron correctas. Ambos estuvieron entre los más buscados del mundo y fueron objeto de redadas planeadas durante años. Pero los operativos que permitieron capturarlos fueron radicalmente diferentes.

No fue una potencia extranjera sino la policía serbia la que llevó a cabo la operación previa al alba que culminó con la captura del ex general serbo-bosnio responsable del bombardeo a Sarajevo y de la masacre de 8.000 niños y hombres musulmanes en la oriental localidad bosnia de Srebrenica, el 11 de julio de 1995.

En vez de matar a Mladic, la policía lo puso bajo custodia. Y en vez de llevarlo ante los tribunales de su propio país, el gobierno serbio anunció que lo enviaría a La Haya, para que allí sea juzgado por crímenes de guerra, 16 años después de presentados los cargos en su contra.

La industria cinematográfica de Hollywood ya está preparando una película sobre la búsqueda de Bin Laden, que dramatizará el asesinato del líder de la red extremista Al Qaeda, amplificando el mensaje de que la operación del 1 de mayo fue justa y valió la pena.

Por contraste, la captura de Mladic, el 26 de mayo, no fue nada dramática. Un equipo de la policía especial se hizo presente en el nororiental poblado serbio de Lazarevo y lo rodeó cuando se disponía a realizar una caminata antes del amanecer. Mladic entregó sus dos armas y se rindió sin oponer resistencia.
[related_articles]
Mladic y Bin Laden están acusados de matar a una cantidad comparable de civiles. Pero Mladic no mató a ningún estadounidense. Así que atrapar al criminal de guerra no era una prioridad para la Casa Blanca, aunque la CIA (Agencia Central de Inteligencia) pasó años rastreándolo. Por lo tanto, quedó en manos de Serbia elegir cómo capturarlo.

Hasta el derrocamiento del líder serbio Slobodan Milosevic, en 2000, el supuesto criminal de guerra vivió más o menos a la vista de todos, protegido por partidarios que ocupaban altos cargos. Llevó un tiempo, pero quienes estaban a favor del imperio de la ley lograron triunfar en Belgrado.

El momento del arresto fue tal vez demasiado perfecto. La Unión Europea (UE) había presionado a Serbia para que superara este importante obstáculo a fin de lograr su ingreso al bloque. La alta representante de Política Exterior y Seguridad Común de la UE, Catherine Ashton, estaba en Belgrado el mismo día del arresto, y el partido gobernante de Boris Tadic se enfrentaba a una difícil batalla hacia las elecciones de 2012.

Las reacciones en Serbia fueron comparativamente débiles. El 29 de mayo, varios miles de ultranacionalistas, entre ellos neonazis, se congregaron en Belgrado, pero estos números empalidecen si se los compara con los de fervorosas manifestaciones anteriores del mismo corte ideológico.

Encuestas previas al arresto de Mladic sugieren que la opinión pública estaba prácticamente dividida entre quienes aprobaban su arresto (34 por ciento) y quienes lo veían como un héroe (40 por ciento). Tadic asumió cierto riesgo político al atrapar a su medio héroe.

Pero los ultranacionalistas serbios no son los únicos que se alinearon tras Mladic. La gran islamófoba Pamela Geller, fuerza motora de las protestas en torno al Centro Islámico Park 51 en el bajo Manhattan, intenta conseguir apoyo para Mladic y sus colegas serbios acusados de crímenes de guerra.

"El delito del que se acusa moralmente a todos —por encima y más allá de cualquier detalle legal o técnico— es haberse atrevido a defenderse cuanto los musulmanes atacaron", escribió.

Por supuesto que los bosnios musulmanes cometieron atrocidades, y que el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (ICTY) condenó a varios de ellos. Pero los agresores fueron los serbo-bosnios, respaldados por el gobierno serbio del hoy difunto Milosevic (1941-2006). Geller no sólo está equivocada, sino que lo está a nivel de negación del Holocausto.

Estados Unidos ignoró a veces el mal, por ejemplo en Bosnia-Herzegovina o en Ruanda. O adoptó el enfoque del superhéroe y, como el Hombre Araña o Superman, fue tras los malos del mundo simplemente para deshacerse de ellos.

Washington tomó por blanco a líderes díscolos (Saddam Hussein), estados díscolos (Corea del Norte) y simplemente a díscolos (Osama bin Laden). Barack Obama ha operado firmemente en la tradición de un multilateralismo a la carta –actuando con otros países si podemos y actuando solos "si debemos"—, de modo más notorio en el asesinato de Osama bin Laden.

Obama prescindió de la noción de soberanía y continuó con algunos de los aspectos más reservados de la política exterior de la era de George W. Bush (2001-2009). En el mundo de las historietas, solamente el superhéroe/la superpotencia pueden romper las reglas en nombre del bien mayor.

La captura de Ratko Mladic ofrece un modelo de comportamiento diferente. En última instancia los serbios hicieron el trabajo por su cuenta, adhiriendo a los estándares internacionales de justicia. Y lo hicieron pese al considerable apoyo público a Mladic, los recelos sobre el equilibrio del ICTY, y la frustración por las tácticas de incentivos y amenazas de la UE.

Imaginemos cuán diferente habría sido la situación en Asia meridional si Pakistán, gracias a una combinación de determinación interna y presión externa, hubiera capturado a Osama bin Laden y lo hubiera enviado a La Haya. Orquestar ese operativo hubiera llevado algunos años más, pero los beneficios habrían sido enormes.

No es ingenuo preferir una justicia administrada por el imperio de la ley a una justicia establecida por el dominio de los superhéroes. De un modo muy pragmático, la acción de Serbia fortaleció el respeto a las prácticas legales.

El pacífico arresto de Mladic, que señaló que Serbia está lista para insertarse en el entramado de normas y regulaciones de la UE, fue un rito iniciático. En contraste, Estados Unidos obtuvo a su hombre, pero demostró que todavía no ha salido de su fase de historieta.

El mal rara vez viene en el envase de archivillanos como el Guasón. El mal es sistémico, dominante y, sí, parte fundamental de la política estadounidense moderna, desde Hiroshima hasta Iraq. Luego de otro día de recuerdo a los caídos en que lloramos a nuestros muertos, deberíamos reflexionar sobre el camino elegido por Serbia.

Para los serbios no fue fácil confrontar su propia historia sangrienta, manejar sus propios y legítimos dolores y abordar el problema del mal bajo la forma de Ratko Mladic. Pero este arresto nos ayuda a acercarnos más a un mundo sin guerra que la exitosa pero profundamente penosa operación contra Osama bin Laden.

* John Feffer es codirector de Foreign Policy In Focus (http://www.fpif.org/) en el Instituto de Estudios Políticos en Washington, DC.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe