MUJERES-ZIMBABWE: Triste destino el de la ropa de segunda mano

A la zimbabwense Susanne Jabavu le resulta cada vez más difícil vender ropa usada debido a la carestía de las importaciones de paquetes de vestimenta de países vecinos.

Los altos aranceles son un enorme escollo para las comerciantes de ropa usada. Crédito: Ignatius Banda/IPS
Los altos aranceles son un enorme escollo para las comerciantes de ropa usada. Crédito: Ignatius Banda/IPS
Mientras el gobierno intenta revivir la fallida industria textil del país, en medio de la presión de sindicatos de la vestimenta para frenar las importaciones de ropas baratas y usadas, este negocio se ha complicado para las muchas mujeres que se ganan la vida con él.

Un año después de introducirse aranceles prohibitivos, a Jabavu casi no le quedan ganancias luego de pagar los impuestos.

Los aranceles a las importaciones y de aduanas se han vuelto un gran escollo para ella, cuyo ingreso depende únicamente de la venta de ropa de segunda mano y otras mercaderías baratas que llegan de países vecinos.

La importación de vestimenta usada a ella le cuesta unos 20 dólares por kilogramo, y un fardo puede pesar alrededor de 60 kilogramos.
[related_articles]
Antes pagaba aproximadamente la cuarta parte de lo que tiene que pagar ahora.

Ella es una de las muchas mujeres que instalaron puestos en los "mercados de pulgas" de la sudoccidental ciudad zimbabwense de Bulawayo, donde venden ropas baratas de segunda mano y productos que importan de China. Pero el sector enfrenta un futuro incierto mientras los esfuerzos de reconstrucción económica del país continúan a paso de tortuga.

"El dinero que nos piden en la frontera para ingresar los fardos (de ropa) es demasiado, y no tiene sentido hacer estos largos viajes a Zambia y Mozambique cuando una no puede pagar el arancel", dijo Jabavu.

Ella tiene la opción de trasladarse en tren a un precio muy bajo, pero esto le implica perder mucho tiempo en el viaje, lo que perjudica su negocios, dijo, así que va por carretera.

"Si tengo suerte, algún camionero me lleva por 100 dólares si viajo desde Mozambique. Pero otros transportistas privados piden más", relató.

Con las demás comerciantes "hemos intentando juntar recursos para ayudarnos entre nosotras a pagar (los aranceles), pero esto resultó ser difícil, porque no todas tenemos siempre el dinero", dijo.

Muchos en el país consideran que los elevados aranceles introducidos en 2010 como parte de los esfuerzos del gobierno para promover la industria local están dirigidos al sector textil, otrora importante generador de empleos.

El ministro de Finanzas, Tendai Biti, se propuso como una de sus principales prioridades resucitar la industria textil nacional.

Tanto el gobierno como representantes de la industria señalaron que el sector enfrenta un colapso total, dado que las principales firmas de Bulawayo cerraron sus puertas.

La competencia "insostenible e injusta" de las ropas de segunda mano y de las importaciones chinas están entre las principales causas de este fenómeno.

Según el Ministerio de Industria y Comercio, más de 100 empresas se clausuraron este año en Bulawayo, mientras la economía de Zimbabwe continúa en crisis. Esto incluye a muchas fábricas textiles e incluso a grandes empleadores de antaño, como Cotton Printers y Security Mills.

"Algunos comerciantes que conozco han decidido contrabandear fardos de ropa porque no pueden pagar el arancel", dijo Janet Sibamba, otra vendedora de vestimenta usada.

"Pero muchos de estos paquetes fueron confiscados por personal aduanero, lo que dificulta mucho nuestros esfuerzos", señaló, agregando que todavía tiene que lidiar con los elevados costos del transporte, de hasta 200 dólares, para que sus mercaderías lleguen de otros países a Zimbabwe.

Sibamba y otras comerciantes compran productos chinos baratos procedentes de Zambia, Mozambique y la República Democrática del Congo.

Sin embargo, es común que la Autoridad de Rentas Públicas de Zimbabwe (ZIMRA) remate los paquetes confiscados en localidades fronterizas.

Personal de la ZIMRA recorre los "mercados de pulgas" pidiendo pruebas de que las ropas de segunda mano y otras mercaderías a la venta ingresaron legalmente al país.

Funcionarios aduaneros con los que habló IPS dijeron que sus depósitos están llenos de ropa de segunda mano porque los importadores no pagaron los impuestos correspondientes.

Estamos "sufriendo inmensamente por estas ropas de segunda mano, dado que ahora todos compran una camiseta por un dólar, lo que significa que nunca nadie comprará lo que nosotros manufacturamos", dijo Simbarashe Mutambanengwe, del Sindicato Nacional de la Industria de la Vestimenta.

En los comercios formales, una camiseta cuesta entre 30 y 50 dólares.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe