CUBA: Playas, la invasión sin límite

Menos de un metro separa a una persona de otra tanto en el mar como en la arena en las zonas más atractivas. Como cada verano en Cuba, miles de personas escapan cada día de las altas temperaturas y de las tensiones urbanas para buscar refugio y relajarse en los 12 kilómetros de las populares Playas del Este.

"Cuando era adolescente venía con mis amigas todos los días de julio y agosto. Desde que terminaban las clases hasta que empezaba el curso. Ahora el transporte está más difícil, la playa tiene menos condiciones, pero, así y todo, no puedo dejar de venir", cuenta a IPS Liana Méndez, una profesional de 36 años.

Méndez, como tantas personas en esta isla caribeña, hace coincidir las vacaciones laborales con el receso escolar de verano. "Alquilamos una casa particular para toda la familia durante una semana o venimos cada vez que podemos en la guagua (ómnibus urbano), en taxi o en el tren de Guanabo", añade.

Unas 200.000 personas pueden arribar en un solo día de verano a las Playas del Este de La Habana, una verdadera invasión que colapsa el transporte público y cambia la vida de los 25.000 habitantes del lugar.

Si hace más de 30 años, la Dirección Provincial de Transporte de La Habana reforzaba las rutas de ómnibus hacia toda la zona de playa, desde hace más de una década los esfuerzos en la materia se dirigen sobre todo a Guanabo, una comunidad con escasas ofertas estatales para el turismo internacional y alta concentración de visitantes nacionales.
[related_articles]
Así, cada agosto, se programa la salida desde la Terminal Central de Ferrocarriles de La Habana de una locomotora con cinco vagones y capacidad para 300 personas sentadas. "A veces da miedo ver la cantidad de personas que bajan de ese tren por la mañana", afirma María Díaz, vecina del barrio La Conchita.

Como otros vecinos de la zona, Díaz pone un cartel en la puerta de su casa para alejar a los visitantes: "no hay agua, no hay baño, hay perro". Sin embargo, no faltan las familias que durante años han vivido de brindar servicios en la época de verano: desde el mejor negocio del alquiler de vivienda hasta la venta de agua potable.

"Aquí hay una familia que construyó su casa vendiendo tamales de maíz en la orilla de la playa. Les tomó como 15 años, pero lo lograron", comenta Díaz.

En el tren de Guanabo, grupos de jóvenes conversan y alborotan mientras una madre lacta a su bebé, que antes de los primeros 12 meses de vida gozará de un baño de mar. No faltan los tradicionales vendedores de maní y caramelos, ni la policía que intenta garantizar el orden en un período en que aumentan las indisciplinas sociales por el consumo de alcohol.

Las huellas de la "avalancha" diaria se observan al final del día. Restos de comida, latas de cerveza, vasos y bolsas plásticas, condones, botellas de ron, entre una inmensa variedad de desechos, inundan la arena, pese a los depósitos rústicos para basura que se instalan en casi toda la playa.

En la noche, las olas llevan parte de estos desechos mar adentro.

Cuando llega el mediodía, la profesora universitaria Tania González, de 46 años, y su esposo, Ricardo Herrera, de 48, buscan algún lugar para resguardarse del sol. Optaron por el ómnibus para salir desde la madrugada del habanero municipio 10 de Octubre con sus dos hijos, Liz y Adrián, y emprender un viaje que puede durar varias horas por la crisis del transporte.

"Hay zonas bastante destruidas", opina González, quien recuerda el "verde-azul" de estas aguas cuando de niña la traían sus padres. Las palmeras y demás vegetación costera escasean después de la tendencia durante años de construir instalaciones de servicios y viviendas en la ribera. La línea de costa se retira casi un metro cada año por los procesos de erosión. Durante casi dos décadas las dunas se cubrieron de bosques de casuarinas, árboles semejantes a los pinos e introducidos en el lugar. Su tala abarcó de 1981 a 1985.

Ambos errores contribuyeron a la erosión costera y la pérdida de altura o desaparición de las dunas, concluye un estudio del gubernamental Instituto de Oceanología de Cuba.

Publicada en 2010 en la serie Oceanológica, un colectivo de autores liderado por la geóloga Magalys Sosa concluye que, "en los últimos 27 años, Playas del Este ha evolucionado hacia la recuperación de la morfología (forma) de dunas que existía originalmente". Pero se debe trabajar más en el rescate de su ecosistema, advierte.

"Vinimos temprano y nos vamos temprano. No es recomendable pasar el mediodía y la tarde al sol. No hay casi palmeras y las pocas que vimos están muy lejos", lamenta en conversación con IPS Adanet Rodríguez, una estudiante de 15 años que, a diferencia de generaciones jóvenes anteriores, empieza a tener conciencia sobre los peligros del bronceado excesivo.

En tanto, investigaciones del cubano Centro de Ingeniería y Manejo Ambiental de Bahías y Costas alertan que la principal contaminación es de origen fecal, que llegan al mar por descargas albañales y a través de ríos como el Guanabo y el Itabo. Asimismo, han detectado en sus aguas sustancias nocivas derivadas del derrame de petróleo.

La población autóctona ama la playa. Varios proyectos ecológicos han surgido en estas localidades, como el desaparecido en 2006 Comité Sibarimar de la Sociedad Cubana para la Protección del Medio Ambiente – Pronaturaleza.

Este grupo promovió desde 1994 el manejo participativo y comunitario de la zona, además de la educación ambiental.

Pero, desde la finalización de este proyecto, "solo se realizaron acciones ecológicas puntuales" en la zona, aseguró a IPS Ángel Valdés, presidente de Pronaturaleza. En 2012, una nueva iniciativa ecológica deberá beneficiar a la localidad de Guanabo junto a otras 30 poblaciones costeras del país, anunció el activista.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe