EEUU: Consejo tribal resiste homofobia

Cuando Heather Purser tenía 16 años reveló a su familia que era lesbiana. Nunca se sintió totalmente aceptada por su comunidad, la tribu suquamish, cuya reserva está ubicada en el estado estadounidense de Washington, pero ahora la situación puede ser distinta.

Los suquamish se convirtieron en la segunda tribu que reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo, tras la histórica decisión adoptada hace tres años por los indígenas coquille, cuya reserva está en el meridional estado costero de Oregon.

La decisión de los suquamish fue muy celebrada por Purser, ahora de 28 años, tras una campaña para reformar la ordenanza matrimonial.

La norma aprobada el lunes 8 permite al tribunal de la comunidad emitir licencias matrimoniales a personas del mismo sexo y mayores de 18 años, con la condición de que una de ellas sea integrante de la comunidad.

"Quiero sentirme aceptada por mi tribu", declaró este martes Purser, quien realizó una campaña de cuatro años hasta lograr el objetivo. "Temía una lucha desagradable, pero me sorprendí. Creo que esperaba lo peor de la gente y de mi propia comunidad", añadió.
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Purser concurrió en marzo a una reunión del consejo tribal donde, con apoyo de su familia, presentó su argumentación a favor del matrimonio homosexual, aceptada por los 1.000 miembros de la comunidad.

Por ahora no tiene planes de casamiento, pero Purser está encantada de que ella y su pareja puedan optar por hacerlo.

El presidente de la tribu, Leonard Forsman, se mostró aliviado de que la reforma tuvo prioridad dentro del consejo.

"Estoy contento de que podamos trabajar para que todas las personas tengan los mismos derechos y privilegios, sin importar su orientación sexual", declaró la semana pasada a la agencia de noticias Associated Press.

Dada la estricta subordinación de la autoridad tribal al gobierno estadual y federal, la histórica resolución no tendrá casi impacto fuera de la reserva.

"Como tribu reconocida federalmente, los suquamish tienen varias normas sobre el matrimonio", señaló Ron Whitener, director de la Clínica de Defensa Pública del Tribunal Tribal y director adjunto del Native American Law Center (centro de derecho de los aborígenes) de la Universidad de Washington.

"Pero las tribus, al igual que los estados, están sujetos a la Ley de Defensa del Matrimonio (DOMA, por sus siglas en inglés)", que menciona específicamente a las tribus como uno de las entidades bajo su autoridad", añadió.

Según la norma, aprobada por amplia mayoría en ambas cámaras del Congreso legislativo y promulgada por el entonces presidente Bill Clinton (1993-2001), ningún estado ni "subdivisión política" puede avalar una relación entre personas del mismo sexo que pueda ser considerada matrimonio en otro estado.

Pero "el triunfo es significativo porque representa un ejercicio de la autoridad tribal que no se había practicado mucho", remarcó Whitener, quien señaló que la prohibición del Consejo Nacional Navajo del matrimonio homosexual en 2005 es uno ejemplo de los obstáculos que deben afrontar las parejas del mismo sexo en el ámbito tribal.

El legado colonial

No sólo la legislación federal, sino también el legado colonial y las actuales prácticas neocoloniales interfieren con la armonía sexual y la igualdad en las reservas, alegan activistas.

"Antes de la colonización de América, los indígenas no discriminaban a las personas de dos espíritus, quienes, además, ocupaban un papel de liderazgo en la comunidad", indicó Loretta Ross, coordinadora nacional del SisterSong, Colectivo para la Justicia Reproductiva de Mujeres de Color, una coalición de más de 80 organizaciones locales, regionales y nacionales del país.

"Las ideas sobre género operaban en un continuo y era imposible separar a la gente según un sistema binario. El género era más bien una forma de vida ubicada en varios puntos de un continuo", explicó.

"Las comunidades indígenas resistieron el impulso colonial de dividir a la gente en dos grupos y negar la importancia de las personas de dos espíritus, quienes solían ser los médicos que pasaban las tradiciones y costumbres tribales a las futuras generaciones", añadió.

"De hecho, la represión homofóbica se considera una invasión y ataque a las culturas tradicionales", apuntó.

"La evangelización de las comunidades indígenas implicó la adopción de actitudes cristianas como el racismo, la homofobia y el sexismo", sostuvo Ross, quien desde hace tres décadas trabaja con SisterSong para difundir la voz colectiva de mujeres indígenas.

La mayoría de los profesionales que trabajan en las reservas están más preocupados por temas como la autonomía y la soberanía territorial, pero los que se dedican a cuestiones de género y salud reproductiva están convencidos de que también los cuerpos y los espíritus sufrieron el impacto de la ocupación.

"Cuando creas algún tipo de aislamiento cultural como prohibir que el Servicio de Salud Indígena se haga cargo de determinados males se viola el derecho de autodeterminación y es un ataque a la soberanía", explicó.

"Celebro la iniciativa de los suquamish en defensa de una mayor autonomía y, por cierto, creo que es un triunfo para festejar, pero tenemos que recordar que probablemente sea cuestionado dentro de la propia tribu por el legado del colonialismo, el cristianismo y el patriarcado", añadió.

"Igual hay que festejar este paso audaz y valiente así como la creación de una atmósfera favorable a las personas de dos espíritus y miembros de la tribu que no deben quedar aislados de su propia comunidad", concluyó Ross.

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