EEUU en aprietos ante puja por estado palestino

La campaña palestina para obtener el reconocimiento como estado soberano en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) amenaza con aislar más a Israel y con disminuir la ya menguada influencia de Estados Unidos en Medio Oriente.

A menos que se produzca algún logro de último minuto que reviva las negociaciones o promueva sus aspiraciones nacionales, los funcionarios palestinos parecen determinados a buscar, como mínimo, que la Asamblea General de la ONU otorgue el reconocimiento de "estado no miembro", estatus inferior al de miembro pleno del foro mundial.

Eso permitiría que Palestina se integrara a una variedad de organismos y convenciones internacionales y las usara para oponerse a las políticas vinculadas a la ocupación israelí de Cisjordania y Jerusalén oriental. David Makovsky, del Washington Institute for Near East Policy, llamó esa táctica "lawfare" (guerra legal).

Israel, que todavía está bajo el impacto de la expulsión de su embajador de Turquía y la retirada de casi todos sus diplomáticos de El Cairo luego del atentado contra su embajada el fin de semana, se prepara para un caos aun mayor.

Aunque el líder palestino Mahmoud Abbas prometió no permitir protestas violentas, las manifestaciones podrían salirse de control, especialmente si el intento palestino llega al Consejo de Seguridad de la ONU, donde sin dudas enfrentará el veto de Estados Unidos.
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El mayor general retirado Amos Yadlin, ex jefe de inteligencia de las fuerzas armadas israelíes, advirtió el lunes que el malestar "no se limitará a Cisjordania".

En un discurso pronunciado en el Washington Institute, Yadlin dijo: "Todo Medio Oriente puede arder. La ley de las consecuencias no deseadas funcionará duramente en los próximos meses".

En toda la región varios gobiernos fueron derrocados y hay una enorme sensibilidad ante la agitación popular. Aunque la cuestión palestina no figura en la agenda de los levantamientos que han signado la Primavera Árabe hasta ahora, es un asunto muy sentido para la identidad árabe y musulmana.

La incapacidad de países como Egipto de mediar para conseguir la retirada israelí de Cisjordania y la creación de un Estado palestino fue durante mucho tiempo fuente de protesta y humillación.

El director ejecutivo del Washington Institute, Robert Satloff, llegó incluso a advertir que el tratado de paz egipcio-israelí de 1979 "pende de un hilo", mientras es probable que a la Hermandad Musulmana le vaya bien en laselecciones parlamentarias de Egipto y que "ninguna figura política importante que quede en la escena nacional de Egipto esté dispuesta a defender la paz con Israel".

El aislamiento cada vez mayor de Israel también es consecuencia de sus propias políticas.

Aunque en parte se deben a las enormes ambiciones regionales del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, las relaciones entre Israel y Turquía están en caída libre desde la campaña militar israelí contra Gaza, a fines de 2008. Los vínculos empeoraron cuando Israel mató a ocho turcos y un turco-estadounidense a bordo del buque Mavi Marmara, que el 31 de mayo de 2010 intentó romper el bloqueo a ese territorio palestino ocupado por Israel.

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu se negó a pedir disculpas por esas muertes, lo que llevó a que las relaciones diplomáticas con Turquía llegaran al retiro de embajadores.

En el frente palestino, Israel implementó una moratoria parcial a la construcción de asentamientos judíos en territorios ocupados por 10 meses, pero se negó a extender las restricciones el año pasado, y por tanto Abbas decidió retirarse de las negociaciones luego de apenas dos semanas.

Israel no presentó ningún parámetro para un acuerdo y se negó a usar sus fronteras de 1967 accediendo a un canje de tierras como base para una solución de dos estados.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, propuso esta idea en un discurso que pronunció en mayo y que fue muy criticado por Netanyahu y por estadounidenses favorables a la línea dura del líder israelí.

La decisión palestina de ir a la ONU se originó en la creencia de que las negociaciones con el gobierno del derechista Netanyahu no arrojarán ningún resultado y de que Obama –que busca la reelección— no estaría en posición de ejercer más presión sobre Israel al menos el año próximo.

Abbas también busca apaciguar el descontento de sus propios electores, que están hartos de vivir en un limbo en materia de soberanía. Sin embargo, su decisión puede disparar un recorte en la asistencia que Estados Unidos brinda a la Administración Nacional Palestina (ANP), que gobierna porciones de Cisjordania.

Hind Khoury, ex embajadora palestina en Francia y ministra para asuntos de Jerusalén, dijo que la medida mejorará la influencia palestina en futuras negociaciones.

"Estoy cansada de ser rehén de la política interna de Estados Unidos y de Israel", dijo la semana pasada al Atlantic Council, un grupo de expertos con sede en Washington.

"Uno de los principales problemas es la falta de un elemento disuasor que obligue a Israel a actuar dentro del derecho internacional", agregó.

Chas Freeman, ex embajador de Estados Unidos en Arabia Saudita, dijo el lunes en el Carnegie Endowment for International Peace –otra organización de expertos—que habrá "una guerra de desgaste por parte de la comunidad internacional… contra el esfuerzo de Estados Unidos por proteger a Israel de las consecuencias de sus propias acciones en los territorios ocupados".

Entre los estados árabes y musulmanes, la oposición de Washington a la táctica palestina refuerza el punto de vista según el cual Estados Unidos e Israel son una misma entidad.

El ex embajador saudita en Estados Unidos, príncipe Turki al-Faisal, advirtió el lunes en una columna de opinión en The New York Times que, a consecuencia del rechazo de Estados Unidos a la campaña palestina en la ONU, "la influencia estadounidense decaerá más, la seguridad israelí se verá perjudicada e Irán adquirirá poder, aumentando las posibilidades de otra guerra en la región. Además, Arabia Saudita ya no podrá cooperar con Estados Unidos como lo hizo históricamente".

Expertos sauditas sostienen que es improbable que el reino se vengue contra Estados Unidos de un modo específico, pero que las acciones de Washington debilitarán más lo que otrora fue una asociación sólida.

Según Freeman, la relación se había vuelto "transaccional", y cada asunto se trataba caso por caso. Aunque Arabia Saudita continúa dependiendo de Estados Unidos para su seguridad y coopera estrechamente en materia antiterrorista, mira a Asia para la mayor parte de su comercio y tiene profundas discrepancias con Washington por la introducción de la democracia en países como Bahrein y Siria, dijo.

Citando un antiguo proverbio chino, Freeman agregó: "Dormimos en la misma cama, pero soñamos sueños diferentes".

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