HAITÍ: Abierto a los negocios – Parte 2

Desde que fue elegido a comienzos de este año, el presidente haitiano Michel Martelly y su equipo han apostado a atraer inversores extranjeros para impulsar la reconstrucción del país.

«Estamos abiertos a nuevas ideas y nuevos negocios, y estamos creando las condiciones necesarias para que Haití se convierta en un destino natural y atractivo de inversiones extranjeras», dijo el mandatario en una reunión celebrada en Nueva York el otoño boreal pasado.

«La ventana de oportunidades está (abierta) ahora», apuntó por su parte uno de sus asesores. «Haití tiene nuevo presidente y un nueva forma de pensar sobre las inversiones extranjeras y la creación de empleos».

El nuevo proyecto modelo es el Parque Industrial Caracol, construido con 124 millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses y otros 55 millones aportados por el Banco Interamericano de Desarrollo.

Aunque hay nuevos actores políticos en Haití, los planes no significan un gran cambio. Un informe de la red de medios alternativos e independientes Haiti Grassroots Watch (HGW) muestra que apostar a las maquilas, industrias de ensamblaje para exportación beneficiadas con exenciones impositivas, no es para nada una idea «nueva» en esta nación caribeña.
[related_articles]
Desde que el ex vicepresidente estadounidense Nelson Rockefeller visitó al dictador haitiano François «Papa Doc» Duvalier (1951-1971), Washington ha presionado a este país para que utilice su «ventaja comparativa» de tener salarios bajos.

Papa Doc prometió crear el «Taiwan del Caribe», y su heredero, Jean-Claude «Baby Doc» Duvalier, anunció que realizaría una «revolución económica».

A comienzo de los años 80, unas 800.000 personas trabajaban en la fabricación de pelotas de béisbol y en el ensamblaje de artefactos eléctricos principalmente para compañías estadounidenses.

El sector se atrofió luego de la dictadura. Muchas compañías extranjeras se retiraron cuando creció el malestar popular. Pero el parque industrial de SONAPI permaneció abierto, y el gobierno siguió cortejando a los inversores extranjeros, tomando como referencia las necesidades de las firmas multinacionales para guiar el desarrollo económico del país.

Hoy, unas 29.000 personas trabajan en estas maquilas instaladas en fábricas similares a hangares, mientras el gobierno de Martelly expresa su deseo de «crear» 200.000 o incluso 500.000 nuevos empleos en la industria del ensamblaje.

El economista Camille Chalmers dijo a HGW que las industrias crearon empleos en el pasado, pero añadió: «Si podemos decir que SONAPI creó 60.000 empleos, también podemos afirmar que generó dos millones de desempleados» que emigraron del campo.

«Todo conocemos las condiciones de Cité Soleil (el barrio de Puerto Príncipe donde habitan los más pobres). Viven como animales», añadió.

El gobierno de Haití siempre ha apostado a las maquilas.

En 2002, el entonces presidente Jean-Bertrand Aristide promulgó una ley otorgando a los inversores extranjeros exenciones impositivas de 15 años y otros beneficios.

En 2003, el propio Aristide viajó al noroeste del país para inaugurar la zona franca de CODEVI.

En una entrevista exclusiva con HGW, el funcionario de la oficina estatal de zonas francas, Luc Especa, explicó la estrategia oficial de este modo: «El estado hace todo esto para permitir las inversiones y la creación de empleo… El empresario no invierte para crear empleos, sino para obtener ganancias, así que hay que mostrarle que las va a tener. Hay que garantizarlas».

«Tú eres más inteligente que él. Tienes también tus propios objetivos, en este caso hacer que a inversión se efectúe y que por tanto se creen empleos», añadió.

Chalmers, que preside la Plataforma Haitiana para el Desarrollo Alternativo, deploró lo que calificó de falta de visión de las autoridades.

«Están apostando el futuro de Haití al trabajo esclavo», indicó. «Creo que es más que un error. Es un crimen, porque las fábricas de ensamblaje no traen desarrollo, no traen prosperidad, y no nos van a ayudar en la actual situación», sostuvo.

Maquilas subsidiadas por los contribuyentes estadounidenses

La primera compañía en sumarse al nuevo parque de maquiladoras fue la gigante textil surcoreana Sae-A que, según informes de prensa, produce 1,4 millones de prendas al día en sus 20 fábricas.

Sae-A le vende a K-Mart, Wal-Mart, GAP y otras grandes cadenas de ropa estadounidenses, y prometió invertir 78 millones de dólares en Haití.

«Los (demás) inversores todavía no creen o no entienden el valor y el potencial de Haití como nosotros», dijo a la agencia AP el presidente de la empresa, Kim Woong-ki, luego de la ceremonia de inauguración de la construcción del parque Caracol el mes pasado.

Para Sae-A y las compañías dominicanas que operan en Haití, el potencial es claro. La ley estadounidense aprobada luego del terremoto de enero de 2010 y conocida como HELP (acrónimo en inglés de Programa de Impulso Económico Haitiano) permite a las compañías que operan en este país exportar vestimenta libre de impuestos a Estados Unidos hasta 2020.

Sae-A estará bien situada con una nueva mega fábrica y con la mano de obra más barata del hemisferio: jornales de cinco dólares o menos.

Lo que no se comenta ni en medios haitianos ni en extranjeros, es que la instalación de nuevas fábricas en Haití con salarios tan bajos, subsidiadas por los contribuyentes estadounidenses, probablemente provoque despidos en países con mejores salarios, incluso el propio Estados Unidos, donde se perdieron más de 700.000 empleos en el sector textil desde 2000.

Caracol y el ambiente

El área elegida para el nuevo parque industrial, de 243 hectáreas, se encuentra cerca de la costa, entre las ciudades de Cap-Haïtien y Ouanaminthe.

El lugar fue recomendado por la consultora estadounidense Koios Associates, contratada por el Ministerio de Economía y Finanzas haitiano. Un estudio de la empresa elaborado en septiembre de 2010 concluyó que el sitio era ideal, en parte porque la tierra estaba «desprovista de población y de cultivos intensivos».

Pero la zona no está del todo «desprovista»: allí hay 300 parcelas agrícolas.

«El lugar elegido para el parque es la zona más fértil del departamento», explicó a HGW el agricultor Renel Pierre. «Se cultivan plátanos, frijoles, mandioca y otras cosas. Si para la gente de la ciudad su tesoro son sus cuentas de ahorro, para los agricultores su tesoro es la tierra», afirmó.

En enero pasado, sin previo aviso, los contratistas pusieron vallados en torno a las 243 hectáreas, la mayoría tierras que habían sido rentadas por familias de campesinos al Estado durante décadas.

La mayoría de los agricultores fueron compensados por la pérdida de sus cultivos, y a muchos se les ofrecieron tierras nuevas, aunque en zonas menos fértiles.

Colocar un parque industrial –que atraerá entre 20.000 y 200.000 nuevos residentes- en una zona productiva no necesariamente va a contribuir al «desarrollo sostenible» de Haití, como insiste el gobierno, señaló Chalmers.

Este país caribeño pasó de ser casi autosuficiente en materia alimentaria hace tres décadas a importar hoy más de 60 por ciento de sus alimentos. Desaprovechar más tierra fértil solo incrementará su dependencia.

Tan preocupante como lo anterior, el parque de maquilas se erige en medio de una de las cuencas hídricas más grandes de Haití. Según el estudio de Koios, ese es el motivo de su emplazamiento, pues el lugar «es capaz de absorber un gran volumen de agua tratada».

Caracol se presenta como el primer centro textil modelo del país, pero empleará tinturas tóxicas a una distancia de solo cinco kilómetros de la bahía homónima, hogar de algunos de los últimos manglares y arrecifes de coral haitianos.

Pero, como la propia Koios reconoce, la consultora no tomó en cuenta ninguno de estos factores ni los consultó con el Ministerio del Ambiente.

En un segundo informe sobre impactos ambientales y sociales, fechado en mayo, Koios admitió que «el proceso del estudio y la selección de sitios no fue acompañado de una investigación ambiental, hidrológica o topográfica amplia».

Koios también aseveró que no había considerado «el complejo y precioso ecosistema de la bahía Caracol» cuando recomendó instalar tan cerca el centro industrial, pese a que existen abundantes documentos públicos sobre planes para convertir la zona en un parque marino.

Koios también recomendó que, debido a la «nueva» información, el gobierno debía considerar un cambio de emplazamiento de la zona franca industrial.

No resulta sorprendente que el estudio jamás fuera debatido en los medios de comunicación. La ubicación del parque industrial Caracol no se cambió. Y, pese a insistentes pedidos, ni el Ministerio del Ambiente ni el de Economía aceptaron hablar sobre los documentos, las recomendaciones de Koios y la elección de la zona cercana a la bahía.

Desde entonces, y a pesar de que la mayoría de estos documentos son públicos, ningún medio grande los ha divulgado ni ha informado sobre los importantes riesgos ambientales de la bahía, la disponibilidad hídrica, el inevitable aumento demográfico y los desafíos que entrañará para el suministro de agua y saneamiento.

* Segundo y último artículo sobre las desventajas y los riesgos de un nuevo parque industrial en Haití y la estrategia del gobierno de Martelly para atraer inversores extranjeros. HGW está asociada a AlterPresse, la Sociedad de Animación de Comunicación Social (SAKS), la Red de Presentadoras de Radios Comunitarias (Refraka) y emisoras de la Asociación de Medios Comunitarios de Haití.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe