Isaac desnuda vulnerabilidades caribeñas

El impacto de la tormenta tropical Isaac a su paso por la región del Caribe puso de manifiesto tanto la fragilidad de algunos países frente a eventos meteorológicos, que amenazan con ser más intensos en los próximos años, como las diferentes estrategias para mitigar los riesgos de desastres.

Isaac llegó a la costa del sudoriental estado estadounidense de Louisiana convertido en huracán categoría uno, con vientos de hasta 130 kilómetros por hora. Su velocidad de recorrido, de 13 kilómetros por hora, hace temer que su paso por tierra firme sea prolongado, con un ancho de 595 kilómetros.

Las autoridades estadounidenses informaron que los fuertes vientos y las lluvias torrenciales habían provocado el desborde de un dique en las afueras de Nueva Orleans y cortes de energía eléctrica en unas 450.000 viviendas. Sin embargo, el huracán perdía fuerza y podía volver a constituirse en tormenta tropical en las próximas horas.

El alcalde de Nueva Orleans, Mitch Landrieu, indicó que pueden caer 400 milímetros de lluvia o más por la lentitud con la que se mueve el fenómeno y alertó que es suficientemente grande como para provocar daños. Precisamente este miércoles 29, esa ciudad recuerda el azote del huracán Katrina, ocurrido hace siete años. Las obras de reconstrucción serán puestas a prueba por primera vez desde entonces.

El Katrina, de categoría tres, dejó 1.800 personas muertas, cerca de 3.000 desaparecidas y perjuicios económicos estimados en miles de millones de dólares.
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La mayoría de las pérdidas en vidas humanas se produjo luego de que los diques de protección que rodean Nueva Orleans colapsaron, lo cual hizo que se inundara la urbe.

Pero las autoridades confían en la seguridad actual de esas obras de ingeniería, mejoradas después de 2005 con inversiones superiores a 10.000 millones de dólares. El sistema de protección contra huracanes cuenta con muros, diques, compuertas y bombas que serán puestos a prueba en esta ocasión, comentaron medios internacionales de prensa.

Isaac, el noveno fenómeno de su tipo que se forma en el área del océano Atlántico, mar Caribe y Golfo de México en la actual temporada ciclónica, que se extiende hasta noviembre, dejó en Cuba mucha agua en los sedientos embalses, ninguna víctima fatal y pocos daños materiales, mientras que en el empobrecido Haití provocó la muerte a 19 personas y otras seis están desaparecidas.

Haití aún no se repone del devastador terremoto que sufrió en 2010 y unos 400.000 refugiados sobreviven en carpas, albergues o precarias edificaciones. La Oficina de Protección Civil de ese país dijo que 5.000 personas fueron evacuadas de sus hogares y llevadas a más de 1.250 refugios temporales.

Del total de evacuados, unos 3.000 eran del área metropolitana de Puerto Príncipe. Las autoridades temen sobre todo que las inundaciones propicien un rebrote y expansión de la epidemia de cólera que desde octubre de 2010 ha costado la vida a más de 7.500 personas en esa nación.

En tanto, República Dominicana, que comparte con Haití la isla La Española, reportó que hasta el lunes 27 eran cinco las personas fallecidas por ahogamiento en ríos crecidos, mientras que las evacuadas habían aumentado a 25.845, las viviendas dañadas por las inundaciones pasaban de 5.000 y las comunidades incomunicadas ascendían a 116.

La crecida del río Ozama, habitual cuando las lluvias son intensas, provocó en Santo Domingo la inundación de unas 2.500 viviendas levantadas en los márgenes del afluente en condiciones extremadamente precarias.

Uno de los grandes retos a resolver por ese país en materia de ordenamiento territorial es precisamente la proliferación de asentamientos urbanos en condiciones de extrema pobreza ubicados a orillas de un cauce fluvial, lo cual expone a miles de familias en riesgo ante eventos extremos como lluvias torrenciales, ciclones tropicales o huracanes. "Las zonas con mayor cantidad de familias afectadas son la urbano- marginal de Santo Domingo y la región fronteriza", reflejó un reporte de seguimiento de la tormenta enviado a IPS por Visión Mundial, una organización cristiana internacional con sede en Estados Unidos, que tiene una oficina en Jimaní, en el suroccidente dominicano.

Cuba prevenida

Isaac, que se formó el 21 de agosto en el océano Atlántico, provocó en el Caribe oriental fuertes lluvias, vientos y marejadas, inundaciones y cortes de electricidad. Tras azotar Puerto Rico, República Dominicana y Haití, tocó tierra cubana el sábado 25 en Maisí, un municipio de la provincia de Guantánamo, en el extremo más oriental de este archipiélago.

Al cabo de unas cinco horas, Isaac salió al mar por las inmediaciones de playa Guardalavaca, en la costa norte de la oriental provincia de Holguín, a 743 kilómetros de La Habana.

El impacto mayor de la tormenta lo recibió Baracoa, una ciudad de la provincia de Guantánamo ubicada a 929 kilómetros al sureste de La Habana, donde se registraron daños en el servicio eléctrico y telefónico, numerosas inundaciones y 89 viviendas resultaron perjudicadas, 19 de las cuales fueron destruidas totalmente.

Pero no todo es negativo. Informes oficiales indicaron que las lluvias asociadas a Isaac beneficiaron los embalses de la región oriental, algunos de los cuales se encontraban muy por debajo de su nivel.

Solo en Santiago de Cuba, 847 kilómetros al sureste de La Habana, sus 11 reservorios disponen de 71 millones de metros cúbicos de agua gracias a las precipitaciones de los últimos días. Ahora sobrepasan 66 por ciento de su capacidad, que se encontraba a 57 por ciento antes del evento meteorológico extremo.

En provincias del centro y occidente del país, los volúmenes de lluvia también fueron notables y en algunas presas hubo que abrir parcialmente las compuertas para liberar agua retenida en exceso. Los embalses son indispensables para disponer de reservas acuíferas en períodos de sequía en este país que no tiene grandes recursos hídricos naturales.

Con un fuerte sistema de prevención ante desastres, que involucra desde las máximas instancias de gobierno hasta las comunidades urbanas y rurales, Cuba ha logrado reducir al mínimo las pérdidas en vidas humanas, aunque en 2008 no pudo evitar perjuicios económicos por 10.000 millones de dólares tras el paso de los huracanes Gustav, Ike y Paloma.

El sistema incluye la alerta temprana, la evacuación de todas las personas en riesgo, la protección de recursos económicos con énfasis en los alimentos y el inicio inmediato de la fase recuperativa tras el desastre.

El meteorólogo José Rubiera, director del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología de Cuba, no duda en afirmar que este país es el más seguro de la región para la vida en caso de azote de un huracán, por fuerte que sea.

"Ello es resultado de un trabajo de años en pos de adaptar la prevención, la preparación y la respuesta a las nuevas condiciones surgidas por el incremento en la actividad ciclónica en nuestra área, que puede ser preámbulo de lo que podría ocurrir con el cambio climático, que en cierta medida ya se siente", comentó Rubiera a IPS.

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