Cristianos coptos preocupados por su futuro en Egipto

El verde y tranquilo barrio de clase alta Maadi, en la capital de Egipto, es una burbuja que se distingue de otros más ruidosos, sucios y superpoblados donde vive la clase trabajadora y donde la gobernante Hermandad Musulmana tiene una gran base de seguidores.

Esa burbuja de tranquilidad se yuxtapone a otra realidad que amenaza a otras partes de Egipto y socava la confianza de los cristianos coptos en el futuro en su propio país, al que quieren pero en el que se sienten cada vez menos cómodos y temen las consecuencias para ellos de la llegada al gobierno en julio de los hermanos musulmanes.

Maadi es un barrio donde conviven emigrantes con buena posición económica, musulmanes profesionales y cristianos coptos.

"Las relaciones entre cristianos y musulmanes en Maadi es muy cordial. Cuando camino por las calles con mi traje de clérigo me saludan y me tratan con respeto", dijo a IPS el sacerdote Makarious Morris, quien dirige la iglesia copta Saint Marks desde hace 20 años.

Las relaciones personales entre ambas comunidades en la mayor parte de Egipto son buenas, pero en otras surgen problemas que suelen terminar en enfrentamientos violentos, que pueden saldarse con muertos.
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Los coptos, quienes representan alrededor de 10 por ciento de los 80 millones de egipcios, suelen sufrir las consecuencias de las disputas interconfesionales.

La comunidad copta de El Cairo conmemoró entre el 9 y el 11 de este mes el primer aniversario de la masacre en Maspero, sede de la radiodifusión estatal en el centro de El Cairo, y recordó a las al menos 27 personas asesinadas por el ejército cuando protestaban en forma pacífica por la destrucción de una de sus iglesias por salafistas extremistas.

La destrucción del templo, cuya edificación tenía 80 años, ocurrió luego de que los cristianos se negaran a realizar reformas ordenadas por salafistas, integrantes de un movimiento sunita que reivindica el retorno a los orígenes del Islam. Por su parte, las autoridades alegaron que el templo carecía de permiso de construcción.

"Ese es solo un elemento de la discriminación que padecemos los cristianos en Egipto. Para construir una iglesia o hacerle reformas, se necesita un permiso por ley. La medida no se aplica a las mezquitas, y los musulmanes son libres de construir dónde y cuándo les plazca", indicó Morris.

"Eso nos obligó a construir templos clandestinos, lo que es en sí mismo insultante", observó.

"Muchas iglesias fueron construidas sin permiso y luego las congregaciones comienzan a rezar. Para cuando las autoridades se dan cuenta, ya es demasiado tarde, y como no están dispuestas a enfrentamientos violentos, con la consiguiente condena internacional, la dejan pasar", explicó Morris.

"Pero hace un año salió mal y la iglesia fue destrozada. En la manifestación de protesta de marzo, la multitud marchaba en forma pacífica hasta que las fuerzas de seguridad abrieron fuego y arrollaron a una gran cantidad de personas con sus vehículos blindados", relató.

No hubo acciones legales contra los oficiales responsables. Solo fueron condenados dos soldados a dos y tres años prisión

"Otra prueba de la discriminación es que ningún cristiano puede ascender en ninguna dependencia estatal, incluido el ejército, sin importar cuánto quiera a su país ni cuán patriótico sea. Los altos cargos están reservados a los musulmanes", se quejó.

"En el sector empresarial es diferente, y hay varios conocidos empresarios cristianos que se hicieron muy ricos y crearon grandes imperios", dijo Morris.

"Mi congregación de una pequeña parte de Maadi reúne a unos 1.500 parroquianos. Desde que la Hermandad Musulmana llego al gobierno, 11 de esas familias tratan de emigrar. Les preocupa el futuro de sus hijos", detalló.

"El árabe forma parte del programa escolar. Pero casi un cuarto de la instrucción se basa en el Corán (libro sagrado del Islam), pues las autoridades sostienen que el lenguaje utilizado es muy bueno", destacó el clérigo copto.

"Todos los escolares, independientemente de su religión, aprenden con el Corán. Pero los niños musulmanes no aprenden con la Biblia", apuntó.

Una mujer de 33 años con dos hijas, una de 13 años y otra de cinco, dijo a IPS que piensa emigrar.

"Me da miedo el futuro", señaló la mujer que no quiso dar su nombre. "No quiero que traten a mis hijas como ciudadanos de segunda clase, como a las mujeres en Arabia Saudita. Quiero que puedan seguir conduciendo, se vistan de forma atractiva y sin tener que cubrirse el cabello y estudien una carrera si es lo que quieren", añadió.

Algunos de sus temores pueden ser infundados, pero Egipto se ha vuelto cada vez más sensible en materia de religión, como lo prueba el ataque contra la embajada de Estados Unidos en El Cairo el 11 de septiembre, tras la divulgación de un filme que se burla del Islam y del profeta Mahoma.

"El límite entre crítica e insulto se vuelve cada vez más difuso", indicó Morris. "No queremos convertirnos en Pakistán o Afganistán", apuntó.

Un ejemplo de esta situación es el caso de Alber Saber Ayad, quien fue detenido por las autoridades egipcias hace poco por hacer un vídeo que critica a las religiones. Este activista, quien participó en la revuelta popular de 2011, fue acusado de "difamación de la religión" y podría ser condenado a seis años de prisión.

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