EEUU: Odio en un libre mercado de ideas

La defensa que hizo el presidente Barack Obama de la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, sobre la protección de la libertad de expresión, chocó con los reclamos de manifestantes musulmanes de prohibir una película ofensiva hacia su religión.

Obama dio su discurso en el marco de la 67 sesión de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dos semanas después de los disturbios generalizados en Libia, Egipto y Pakistán, en los que se estima murieron 40 personas.

Además, en Brasil, Kirguistán, Rusia, Sri Lanka y Turquía, la justicia bloqueó el acceso al avance de la película, publicado en el sitio web de vídeos YouTube. El filme presenta al profeta Mahoma como un fraude y un mujeriego.

La reacción violenta en el exterior eclispó el fenómeno que está detrás de la película: un aumento "sin precedentes" de los grupos de odio en Estados Unidos desde 2000.

Entre ese año y 2011, la cantidad de este tipo de grupos aumentó de 602 a 1.018, según el especialista en extremismo Mark Potok, del Southern Poverty Law Center (SPLC).
[related_articles]
La cantidad de grupos de derecha "patriotas", que mezclan el miedo a la pérdida de poder de los blancos con el temor a una inminente guerra civil entre ricos y pobres, aumentó de 148, en 2008, a 1.274, en 2011.

Obama fue elegido presidente en 2008, el mismo año en que la economía estadounidense se desplomó.

El propio Obama, objeto frecuente de expresiones racistas, reafirmó el adagio de que "el arma más fuerte contra el discurso lleno de odio no es la represión, sino más libertad de expresión".

"Estados Unidos es muy protector con respecto al resto del mundo", dijo a IPS el especialista David Hudson, del foro sobre libertad del First Amendmenter Center, de la Universidad de Vanderbilt.

"La libertad de expresión es un derecho sagrado, es nuestra base en materia de libertades personales", añadió.

La Corte Suprema de Estados Unidos reconoce restricciones en casos de amenazas directas, incitación a actos ilegales o "palabras provocadoras", pero estas tres categorías tienen una definición acotada y la mayoría de las expresiones de odio u ofensivas no entran en ninguna de ellas, remarcó Hudson.

La verdad prevalecerá

"En lo que respecta a las expresiones de odio, la Corte Suprema suele opinar que los dichos que menosprecian a un grupo racial, religioso, étnico, sexual o de género no pueden tipificarse como delito", dijo a IPS el profesor Ruthan Robson, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York.

"La idea subyacente es que ‘la verdad prevalecerᒠy que las ‘malas ideas’ perecerán en el ‘mercado de ideas’. Pero no todo el mundo comparte esto", apuntó.

En Canadá, por ejemplo, la justicia sopesa cuestiones de equidad frente a otras de libertad de expresión, explicó. En cambio, "en Estados Unidos, la libertad de expresión suele ser considerada más esencial", añadió Robson.

En lo que respecta a la película sobre Mahoma, las discusiones en Estados Unidos se centraron en determinar si el grado de incitación del filme justificaba una excepción a la Primera Enmienda y por tanto una restricción de su contenido.

"El estándar de incitación (fijado en la legislación) fue pensado para quienes hablan desde un estrado", explicó Robson. Las expresiones hechas en libros o en Internet probablemente son consideradas "demasiado débiles" como para que sean restringidas.

"La idea que sustenta esto es que si una persona ve o lee algo, está sola, no está siendo agitada por una multitud", explicó.

En ese sentido, el filme sobre Mahoma, que Obama calificó de "crudo y desagradable", de hecho pasó casi desapercibido en YouTube durante dos meses hasta que en septiembre una cadena de televisión egipcia difundió una parte.

Mientras, dirigentes extremistas en Medio Oriente, que perdieron posiciones con la Primavera Árabe, están deseosos de capitalizar el filme amplificando la indignación y creando nuevas plataformas en su propio beneficio.

Difícilmente pueda considerarse que las reacciones a la película fueron inmediatas o que no tuvieron influencia de otros actores.

Robson reconoció que el marco legal es un tanto "confuso" en lo que respecta al concepto de incitación en esta era de las comunicaciones, enfrentándose a situaciones que la legislación no había previsto.

Por ahora, "por defecto se aplica el supuesto de que no hubo reacción inmediata".

Un verdadero mercado de ideas

Chad Johnston es director ejecutivo de dos canales públicos de televisión en el oriental estado de Carolina del Norte, cuyo objetivo es ofrecer a la comunidad una plataforma sin censura ni editoriales a fin de facilitar el intercambio de ideas.

Su personal ha tenido que "pensar mucho" para hacer una clasificación de cuándo las expresiones pueden ser perjudiciales, contó Johnston.

"La Primera Enmienda es genial y muy tramposa al mismo tiempo. A fin de cuentas, creo que es mucho más peligroso para una democracia saludable, y en una micro escala para una comunidad saludable, decirle a la gente que no puede expresar sus opiniones", añadió.

Lo que mejor hace la televisión pública, según Johnston, es una retroalimentación en las comunidades invitando a espectadores a producir contenido en respuesta a opiniones que consideren ofensivas.

Ese tipo de diálogo es esencial para comprender la complejidad y la diversidad existente en las comunidades, explicó.

No importa cuán ofensivas puedan ser, las expresiones hechas en los canales públicos son difíciles de tipificar como delito solo recurriendo a la Primera Enmienda, según Robson, y es mucho más probable que violen las normas de la Comisión Federal de Comunicaciones.

Pero Internet todavía no está sujeto a esas normas, y el gobierno encuentra resistencia al tratar de regular los contenidos.

Un duro trabajo

Como el mercado de ideas es global, nos enfrentamos al problema de que la información errónea invariablemente se propaga más rápido que la precisa, dijo el antropólogo social indio Arjun Appadurai, en una reunión de la ONU.

La razón por la cual la propaganda que incita al odio tiene éxito, explicó, es que la información fidedigna requiere educación y debate, y en cambio la falsa se nutre de condiciones de miseria y de ansiedad, "que abundan en un mundo de competencia, sufrimiento y oportunidades desiguales".

Al igual que el SPLC, Johnston cree que las expresiones de incitación al odio son una invitación a trabajar más duro para fomentar una mayor comprensión.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe