Azúcar boliviana se recupera y pide mercados

Trabajadores cañeros bolivianos en plena zafra. Crédito: Gastón Brito/IPS
Trabajadores cañeros bolivianos en plena zafra. Crédito: Gastón Brito/IPS

El azúcar volvió a los ingenios bolivianos, que inundan el mercado interno y desesperan por obtener licencias para exportar un excedente de unas 138.000 toneladas a Chile, Colombia, Perú y Estados Unidos.

La peor época, marcada por escasez, especulación y contrabando, fue en 2010 y es un mal recuerdo para este sector pujante de la agroindustria del oriental departamento de Santa Cruz, donde operan cuatro de los cinco ingenios del país, Guabirá, La Bélgica, San Aurelio y la Unión Agroindustrial de Cañeros (Unagro).

El quinto, de Industrias Agrícolas Bermejo Sociedad Anónima, se halla en la región de Bermejo, en el sureño departamento de Tarija.

Este año, la industria de Santa Cruz acaricia una producción de 11 millones de quintales (506.000 toneladas). En Bolivia, se emplea el quintal (46 kilogramos) para medir productos como el azúcar.

El excedente sería de tres millones de quintales (138.000 toneladas). Pero de ellos "solo un millón puede ser exportado con la autorización del gobierno", dijo a Tierramérica el gerente general de Unagro, Marcelo Fraija.
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Las inversiones del sector en tierras, cultivos, plantas industriales, maquinaria agrícola e infraestructura alcanzan a unos 500 millones de dólares, según un estudio realizado en 2010, indicó el gerente de Responsabilidad Social del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Andreas Noack.

Precisamente ese año, los ingenios de Santa Cruz produjeron 395.600 toneladas, y el de Bermejo, 42.366 toneladas.

Bruscos cambios meteorológicos en las nueve provincias de Santa Cruz, donde se cultivan 131.600 hectáreas de caña, hicieron caer la producción, y el gobierno intervino en el mercado.

El consumo interno estaba estimado ese año en 345.000 toneladas. Pero las autoridades consideraron pertinente controlar los precios. Los valores fijados para el mercado doméstico resultaron inferiores a los que regían en el vecino Perú, y grandes volúmenes de azúcar terminaron cruzando las fronteras de contrabando.

Ante el desabastecimiento, el gobierno prohibió las exportaciones y comenzó a importar azúcar de Colombia. Pero la solución llegó cuando, volviendo sobre sus pasos, determinó un precio minorista cercano al que sugería el mercado, lo que devolvió las condiciones de normalidad.

"No se repetirá ese período", cuando se apeló a importaciones concertadas entre el gobierno y los productores como forma de "proteger la seguridad alimentaria", explicó Fraija.

Pero la regulación de las exportaciones se mantiene, con el fin de asegurar la oferta interna, y los empresarios reclaman al Ministerio de Desarrollo Rural y Agropecuario que levante esa limitación.

En 2009, la industria exportó 75 millones de dólares, aunque su techo histórico fue de más de 100 millones de dólares en cosechas anteriores. En los primeros nueve meses de este año, las ventas de azúcar al exterior no llegan a 17.000 dólares y constituyen apenas 0,19 por ciento del total exportado por este país.

"Estamos felices" con la zafra de 2012, que se benefició del clima y de créditos concedidos por el gobierno a los productores con plazos de hasta cuatro años y garantía de las empresas y las organizaciones gremiales, dijo a Tierramérica el expresidente de la Unión de Cañeros de Santa Cruz, Hugo Gutiérrez.

El corte de caña comenzó en mayo, y movilizó a unos 2.000 trabajadores que llegaron desde las frías zonas altiplánicas del oeste a las cálidas tierras orientales.

La zafra atrae a trabajadores temporeros y a sus familias a la zona de los cañaverales, repartida entre unos 3.500 propietarios. Este año se pagó entre 4,3 y 4,6 dólares por tonelada cortada. Pero cuando la mano de obra escaseó, "por necesidad se llegó a pagar hasta cinco dólares", y a emplear maquinaria, dijo Gutiérrez.

Algunas propiedades se extienden hasta 500 hectáreas, pero los pequeños productores tienen predios de entre 20 y 300 hectáreas. La cosecha sigue firme y continuará hasta fines de noviembre, cuando las lluvias interrumpan el trabajo en los cañaverales.

"El gobierno tenía razón cuando temía por la salida del producto por su bajo precio", comentó a Tierramérica el expresidente del ingenio más grande de la región, Guabirá, Mariano Aguilera. Pero "hoy es diferente y se requieren políticas comerciales claras".

"Los productores hemos sufrido para transformar los cultivos" y adecuarlos a las caprichosas condiciones climáticas, se quejó Gutiérrez. "Por una parte, el gobierno nos da una mano con apoyo financiero; pero por otra cierra las puertas a la exportación".

Los cañeros enfrentan un problema mayor: los precios internacionales del azúcar están en caída. La cotización de la tonelada cayó de 800 dólares, a inicios de este año, a solo 500 dólares, destacó Fraija.

En Bermejo, 1.165 kilómetros al sur de La Paz, las expectativas se convierten en desesperanza porque muy poca azúcar se vendió en el mercado nacional y el volumen almacenado no encuentra demanda.

En este escenario, cayó mal una ley promulgada el sábado 10 para crear un impuesto destinado a financiar la investigación científica en caña de azúcar.

La Unión de Cañeros Guabirá bloqueó carreteras en Santa Cruz, en protesta por la iniciativa que impone a los productores una carga de 0,007 pesos bolivianos por litro de alcohol y de 20 centavos por quintal de azúcar.

Los cañeros consideran que la norma implica una duplicación de esfuerzos. En Bolivia existe desde hace varios años el Centro de Investigación de Transferencia de Tecnología de la Caña de Azúcar, dependiente del Ingenio Azucarero Guabirá.

* Este artículo fue publicado originalmente el 10 de noviembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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