CHILE: Obra emblemática de Piñera despega con rechazo de mapuches

«Estamos frente a un proyecto que muestra lo que ha sido la ocupación del mundo y del territorio mapuche», enfatiza el técnico agrícola Iván Reyes, un líder indígena que se opone férreamente a la construcción de un aeropuerto internacional en la sureña región chilena de la Araucanía.

Reyes asegura que la obra se aprobó a partir de un estudio de impacto ambiental elaborado «en base a mentiras» por parte de la consultora Arcadis Geotécnica, una firma multinacional con sede central en Holanda y actividades en Europa, Brasil y Chile.

«El anteproyecto referencial que se presentó en su momento dice que no hay impacto en las comunidades de la zona, pero en un análisis posterior detectamos que la línea de base y las mediciones fueron manipuladas», añade.

La nueva terminal aérea, aunque fue aprobada en 2005, pasó a ser ahora una de las más importantes obras del gobierno derechista de Sebastián Piñera. Se desarrolla en la localidad de Quepe, a unos 20 kilómetros de la ciudad de Temuco y casi 700 kilómetros de Santiago.

El denominado Proyecto Nuevo Aeropuerto Internacional de La Araucanía, que remplazará al actual aeródromo Maquehue, contempla la construcción de una pista de 2.440 metros de largo y una terminal de pasajeros de aproximadamente 5.000 metros cuadrados. A cargo de su realización está la compañía chilena Belfi, que se adjudicó la licitación por 20 años.
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«Esta es una obra emblemática para la región», señala a IPS el intendente (gobernador) de la región de La Araucanía, Andrés Molina.

«Nosotros tenemos el aeropuerto Maquehue, que es de los peor ubicados del país, con una cancha (pista) difícil para aterrizar, donde también la entrada es complicada por la ubicación de los cerros de Temuco, con mucha neblina», detalla.

Temuco es una ciudad cercana a la cordillera de Los Andes desde donde se aprecian las alturas y praderas que antaño estuvieron pobladas por una verdadera selva austral, aunque hoy es suelo ideal para la ganadería y campo de cultivos.

En medio de esa realidad se construye el aeropuerto internacional, cuya inversión supera los 120 millones de dólares. «Se trata de una zona con un crecimiento del turismo en torno a tasas de 30 por ciento anual, y eso abre un espacio muy interesante», apunta Molina.

Añade, orgulloso, que la región sumaba en 2009 una cantidad de proyectos por 79 millones de dólares, cifra que creció hasta 700 millones de dólares en 2012.

Aunque algunas comunidades mapuches apoyan la obra porque entienden que es un avance socioeconómico y cultural para la región, muchas otras se oponen duramente por considerar que, además de ser un atentado contra la biodiversidad y el ambiente, conlleva la destrucción de territorio ancestral.

«Esta es la gota que rebasaría el vaso de la intervención económica dentro del territorio mapuche. Están las (empresas) forestales e hidroeléctricas, ¿Qué faltaba? Que los dueños de estas firmas lleguen directamente donde quieren intervenir», cuestiona ante la consulta de IPS el machi (curandero) Fidel Tranamil.

«Si hoy día estamos culturalmente intervenidos por la política y la religión, con el aeropuerto estaría en riesgo la vida del pueblo mapuche», añade.

A sus 23 años, Tranamil es el consejero, protector y encargado de la vida religiosa de la comunidad Rofue. Desde ese rol, se opone tenazmente a la construcción del aeropuerto por considerarlo «una puerta para intervenir el territorio mapuche».

Tranamil, o machi Fidel como se le conoce en la zona, es uno de los dirigentes indígenas más activos del territorio. Ha sido detenido en varias oportunidades y su casa es frecuentemente allanada por la policía. Su madre vive desde 2005 con siete balines en su rodilla derecha como resultado de la represión de que fue víctima durante una manifestación.

Muchos de sus peñis (hermanos) han sido procesados por la ley Antiterrorista, una normativa heredada de la dictadura militar que condena mayoritariamente a comuneros mapuches que luchan por la recuperación de sus tierras ancestrales a manos de las empresas forestales.

La casa en la que habita Tranamil junto con su madre es cálida y tranquila. Cría cerdos y gallinas, además de poseer una pequeña parcela donde cultiva productos de huerta.

«Pronto bajarán los aviones de categoría internacional a cada minuto. Eso violará no solo nuestra vida espiritual sino también nuestra cultura y armonía», aseveró.

Precisó que, además, para hacer el aeropuerto talarán entre «200 y 300 hectáreas de bosque nativo, que son irrecuperables». «Habría que esperar 400 años para tener un árbol de esos que están cortando», enfatizó.

Para Molina, en cambio, el rechazo a estos proyectos de envergadura en la zona responde a «liderazgos que nacieron bajo el alero de partidos de izquierda y que no se preocupan de sus comunidades sino de un tema ideológico».

Mientras, la construcción continúa su avance pese a que las comunidades mapuches llegaron incluso hasta la justicia, que desechó sus demandas.

El propio Tranamil intervino en septiembre de 2011 ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde denunció que el proyecto de Temuco «se realiza sin consulta de las comunidades concernientes y en contravención con el Convenio 169».

Este tratado de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, adoptado en 1989 y que entró en vigor en Chile en 2009, establece derechos a las comunidades originarias consagrados en el Pacto de Derechos Civiles y Políticos de la ONU.

Sin embargo, Molina asegura con énfasis que las consultas se realizaron, que se formó una mesa de trabajo y que el gobierno ha ido «aportando en las áreas de desarrollo productivo, infraestructura y vivienda».

Con todo, el indígena Reyes asegura que «no se acabará el mundo porque se construya el aeropuerto». «¿Escucha el ruido de la carretera? Después tendremos el de los aviones, así como están los cables de alta tensión, la línea férrea», dice, no sin cierta resignación.

«Lo importante es que el aeropuerto reactivó un proceso que estaba dormido y logró movilizar el mundo mapuche en el territorio. Bajo esa perspectiva, que pasen los aviones a 100 o 50 metros, va a ser algo menor», puntualiza.

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