Tegucigalpa convive con el enemigo climático

Planchas de cemento inclinadas, cual escalinatas, ayudan a contener la fuerza del agua de lluvia en El Reparto y El Berrinche. Crédito: Thelma Mejía/IPS
Planchas de cemento inclinadas, cual escalinatas, ayudan a contener la fuerza del agua de lluvia en El Reparto y El Berrinche. Crédito: Thelma Mejía/IPS

Conocida como la ciudad de las casas sobre piedras puntiagudas por su irregular topografía, la capital hondureña afronta el riesgo climático y aprende a controlar su debilidad edilicia, puesta en carne viva hace 15 años por el huracán Mitch.Tegucigalpa, con una extensión de casi 1.400 kilómetros cuadrados y más de 1,3 millones de habitantes, es una de las zonas más expuestas del país a los embates de los eventos naturales extremos, advierten expertos.

La mayor vulnerabilidad se centraba en 1974 en 135 barrios, pero ya abarca a más de 300, es decir gran parte de la urbe, según un estudio de hace dos años de la Organización de las Naciones Unidas y el Colegio de Arquitectos de Honduras sobre el municipio Distrito Central, la entidad política que nace de la fusión en 1898 de la Tegucigalpa original y de Comayagüela.

La investigación advierte que la expansión urbana seguirá y obliga a trabajar en un mapeo que indique las zonas habitables de esta ciudad, llamada en lengua indígena Cerro de Plata y que es cabecera municipal del departamento de Francisco Morazán y capital de este país de 8,3 millones de habitantes.

La alcaldía de Tegucigalpa presentó este mes el plan "100 obras de mitigación" que beneficiará a más de 154.000 familias en 70 barrios, pero no ha podido aún empujar el programa de urbanismo completo aduciendo falta de recursos.
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Pero hay tres grandes obras de mitigación de desastres que avanzan con asistencia externa.

Tras el paso del huracán Mitch en 1998, la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA, por sus siglas en inglés) realizó un estudio ambiental de Tegucigalpa que detectó como zonas prioritarias por su alto riesgo el barrio El Reparto, el área del Bambú y el cerro El Berrinche.

En ese marco, concluyeron en 2012 las obras para estabilizar una falla geológica en el Bambú, donde se beneficiaron 50.000 personas, y están marcha en las otras dos zonas elegidas.

Bajo un sofocante sol atizado por la quema de bosques en las cercanías se trabaja actualmente en la estabilización del cerro El Reparto, en el este de la ciudad, iniciada hace dos años por la alcaldía con apoyo de la JICA, que donó 13 millones de dólares para esta y para El Berrinche.

El Reparto, donde se asienta el barrio de igual nombre con más de 8.500 habitantes, es también uno de los sitios más inseguros de Tegucigalpa, no solo por sus viviendas precarias y callejuelas irregulares sino también, según la policía, por la inseguridad y la violencia.

"Nos sentimos más seguros con estos trabajos, la tierra ya no se mueve tanto como antes y cuando vienen esos chaparrones (fuertes aguaceros), no tenemos los derrumbes de costumbre", describió Magdalena Flores, tras hacer un alto en la atención a sus clientes del puesto de frutas para hablar con IPS.

Aquí los técnicos japoneses cavaron pozos de infiltración y abrieron canales, por medio de perforaciones verticales y horizontales que permiten estabilizar y detectar el riesgo, e instalaron unas empinadas planchas de cemento cubiertas de piedras, que fungen de disipadores de energía para que el agua de lluvia disminuya la fuerza que trae al bajar del cerro.

El director del JICA en Honduras, Akihiko Yamada, dijo a IPS que la tecnología de perforación es única en América Latina. Con esa metodología se saca el agua de la superficie subterránea de zonas peligrosas y "este concepto implica una amplia participación de la comunidad y del gobierno local para que juntos puedan salvar vidas".

En la obra de estabilización, que se calcula concluya a mediados de este año, pobladores de la zona como Flores cuidan los sistemas de alerta temprana como inclinómetros, semáforos, pluviómetros y otros aparatos que permiten medir el movimiento del subsuelo.

Cuando comenzaron los trabajos "uno perforaba cuatro metros y encontraba agua, lo cual nos indicaba que el nivel" de la capa freática estaba muy alto, comentó el subgerente del Comité de Desarrollo Municipal de la capital, Julio Quiñónez, mientras recorría el área junto a IPS.

En cambio ahora, "con las obras de mitigación, encontramos el agua solo a 12 metros de profundidad, disminuyendo así el volumen de riesgo", indicó.

Los pronósticos para El Reparto eran que, si no comenzaban rápido las obras, el conjunto de viviendas de las laderas empinadas se desplomaría a corto plazo, arrastrando consigo a otros barrios ubicados más abajo, incluidas las edificaciones de zonas residenciales, con teatros y sedes diplomáticas.

Una situación similar afrontaba el cerro El Berrinche, en el noreste de la ciudad. Hasta antes del paso del Mitch se levantaba en su falda el barrio La Soto, que desapareció, obligando al gobierno local a declarar inhabitable el sitio.

Aquí se removieron 750.000 metros cúbicos de sedimento y se están construyendo ocho pozos de infiltración para succionar las aguas subterráneas, estabilizar el suelo, evitar nuevos deslizamientos de tierra y roca que podrían haber creado un dique en el río Choluteca o Grande, que atraviesa la ciudad de norte a sur.

Una vez finalizada la obra en El Berrinche se levantará un terraplén que servirá de soporte ante posibles movimientos de tierra y funcionará como un campo de fútbol para los vecinos del sector.

El alcalde de Tegucigalpa, Ricardo Álvarez, dijo a IPS que los próximos inviernos "ya no serán una pesadilla para esos pobladores, porque estas obras disminuirán parte de la vulnerabilidad".

"Esto significa un esfuerzo similar a construir cuatro o cinco puentes a desnivel y aunque la gente no verá las obras en los bulevares, aquí se estarán salvando vidas, tenemos que aprender a vivir y convivir con el riesgo", argumentó.

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