Isla japonesa militarizada busca renovarse

La isla japonesa de Okinawa es conocida por cobijar a la mayoría de los 50.000 efectivos que tiene Estados Unidos estacionados en Japón. Pero ante la crisis con Corea del Norte, dirigentes locales se esfuerzan por promover una imagen comercial de este lugar.

"Okinawa, con su entorno cultural y natural único quiere ampliar su industria turística y convertirse en un centro asiático de educación y entretenimiento", expresó Shigenobu Asato, presidente de la Oficina de Convención y Turismo en su presentación en el Festival de Cine de esta isla que terminó el 30 de marzo.

"El eslogan de Okinawa ahora es ‘Sea innovador’", añadió, en referencia a los esfuerzos oficiales de promover la inversión en el sector entretenimiento y actividad empresarial en esta isla, la más grande de las 60 que conforman la prefectura homónima.

Bajo los términos del Tratado de Seguridad y Cooperación Mutua entre Estados Unidos y Japón, Okinawa es la sede de dos tercios de las bases militares estadounidenses en este país y desde hace tiempo desempeña un papel clave en materia de seguridad en el océano Pacífico.

Para Estados Unidos, el archipiélago que se extiende casi hasta Taiwán es el lugar perfecto para observar, y contener, la presencia naval de China en la región.
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La isla fue testigo del único enfrentamiento directo en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) entre Estados Unidos y Japón, que terminó con la derrota de este último.

Washington devolvió el control del lugar a Japón en 1972, pero mantuvo bases en 18 por ciento del territorio, una situación que molesta a la inmensa mayoría de la población local.

Las bases militares estadounidenses mantienen en arriendo grandes porciones de tierra, la mayoría en el centro y sur de Okinawa, donde viven 80 por ciento de los 1,5 millones de habitantes.

La renta, que representa poco menos de seis por ciento de los ingresos brutos de la prefectura, se destina a ayudar a los hacendados locales y permite que las zonas donde están ubicados los campamentos reciban grandes subsidios.

En 2012, los subsidios del gobierno central ascendieron a 2.000 millones de dólares; se estima que este año se elevarán a 3.100 millones de dólares.

La presencia militar estadounidense ayudó a la atribulada economía insular. El ingreso promedio por habitante en Okinawa es de unos 20.000 dólares anuales, el más bajo de Japón. Las bases no solo ofrecen una renta, sino que crearon un mercado para el entretenimiento con bares, restaurantes y servicios de taxis para el personal.

Pero las consecuencias sociales y políticas han sido altas.

El acuerdo de cooperación en materia de seguridad dio impunidad a los militares estadounidenses. Los delitos violentos, que incluyen violaciones de mujeres perpetradas por personal militar, además del deterioro y contaminación del ambiente, empujaron a muchos residentes a los brazos del movimiento contra las bases.

Al aumentar la oposición desde noviembre, las autoridades locales se esfuerzan duro para "destetar" la economía de Okinawa de la presencia de las bases militares.

En Ginowan, sede de varias dependencias militares, como la controvertida base aérea de Futenma, es uno de los lugares donde urgen formas alternativas de desarrollo e ingresos.

Geopolítica insular

Pero los deseos de los residentes de Okinawa de librarse de las bases militares afrontan un ambiente político hostil. Además de las amenazas de Corea del Norte, el gobierno conservador del primer ministro Shinzo Abe debe lidiar con difíciles disputas territoriales y por los derechos de pesca con China y Corea de Sur.

"Hacer la paz con la población de Okinawa se volvió un desafío interno crucial para Abe", remarcó Tetsuo Kawakami, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Takushoku.

"Okinawa ha sido un asunto enojoso para muchos primeros ministro de Japón, y ninguno ha logrado avances", explicó a IPS.

Según este expertol, al primer ministro actual le interesa especialmente ganarse el apoyo de la población de Okinawa por su interés en reformar la Constitución de "paz" de Japón, que "renunció a la guerra como un derecho soberano de la nación y a la amenaza o al uso de la fuerza como forma de resolver disputas internacionales", como reza su artículo 9.

Abe sostiene que es crucial reformar ese artículo para garantizar a Japón cierta protección e incorporar disposiciones sobre autodefensa dado el aumento de las tensiones en Asia Pacífico.

El último informe anual sobre diplomacia, dado a conocer la semana pasada por la cancillería, subrayó la necesidad de fortalecer la Alianza de Seguridad Estados Unidos-Japón para contener las "amenazas" contra el territorio, el mar y el espacio aéreo de Japón, así como contra la población.

El informe señala enfrentamientos territoriales con China por las Islas Senkaku, en el mar de China Oriental, que ambos países reivindican.

Conocidas en China como Diayu, la cadena de islotes y peñascos deshabitados podría tener grandes depósitos de gas natural. El territorio está bajo jurisdicción japonesa desde hace tiempo, pero Corea del Sur, que las denominó Dokdo, y Taiwán, donde se identifican como Islas Tiaoyutai, también reclaman el archipiélago.

En ese contexto, el gobierno central anunció la semana pasada su decisión de comunicar un cronograma para devolver el terreno rentado al ejército estadounidense, cerca de la base aérea de Kadena, en Okinawa, al gobierno municipal.

El acuerdo alcanzado en 2012 se basa sobre la condición de que los efectivos estadounidenses sean trasladados al extranjero. Abe trató de acelerar el proceso con Washington con la intención de que Okinawa acepte reubicar la base aérea de Futenma de la ciudad densamente poblada de Ginowa para Nago, un pintoresco centro turístico costero.

Miko Higa, director del Instituto de Investigación para la Paz y la Seguridad, dijo a IPS que la propuesta del gobierno es bienvenida, pero tendrá oposición si se vincula al concepto de reubicación.

"La cuestión esencial de la seguridad de Japón genera confianza en Okinawa. El proceso será largo, y no debe vincularse a los planes de defensa de Abe que apuntan a fortalecer las relaciones militares con Estados Unidos, lo que será una pesada carga para esta isla", alertó.

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