Obesidad y hambre, dos rostros del mismo problema

La organización Food Tank cree que las soluciones alimentarias se hallan más rápidamente cuando las comunidades tienen información básica sobre las mejores prácticas para abordar los problemas agrícolas, ambientales y sociales.Unos 40 millones de niños y niñas menores de cinco años en el mundo tenían peso insuficiente en 2010. De hecho, desde 1980, la prevalencia mundial de la obesidad se ha duplicado, según la revista médica británica The Lancet.

Danielle Nierenberg y Ellen Gustafson, cofundadoras de la organización Food Tank, ven profundos problemas sistémicos en nuestro sistema alimentario, que van más allá de la simple escasez o de la excesiva indulgencia.

IPS dialogó con Danielle Nierenberg.

IPS: En Food Tank plantean una desigualdad que nuestra generación enfrenta en la actualidad: algunos no tienen suficientes alimentos, y otros comen demasiado. ¿Qué creen que está ocurriendo?

DANIELLE NIERENBERG: Es irónico. Producimos más alimentos que nunca, pero el mundo todavía tiene casi 1.000 millones de personas que cada noche se acuestan con hambre. Por otro lado hay 1.500 millones que tienen sobrepeso o son obesas.
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Estos podrían parecer problemas opuestos, pero son parte del mismo problema: un sistema alimentario que no nutre a la gente. Venimos usando las calorías y los rendimientos como nuestras únicas medidas.

La mayor parte de las investigaciones e inversiones en agricultura se centran en cultivos alimentarios a base de almidones, en vez de en aquellos que son densos en nutrientes o que protegen los suministros hídricos, o potencian los suelos, o promueven la igualdad de género, o empoderan a los jóvenes.

IPS: ¿Usted ve que las naciones africanas estén abrazando soluciones sostenibles para combatir el hambre? ¿Hay maneras de que las comunidades locales puedan empezar a implementar soluciones a menor escala?

DN: Los agricultores africanos son también empresarios y empresarias, emprendedores y administradores de la tierra que merecen ser reconocidos por los servicios del ecosistema que brindan y que ofrecen beneficios generalizados.

Los agricultores y las comunidades africanas están implementando soluciones, entre ellas la cosecha de agua de lluvia, la irrigación por goteo impulsada a energía solar, la siembra que previene pérdidas posteriores a la cosecha, la siembra de cultivos autóctonos, etcétera. Todo esto está ayudando a mejorar la nutrición, a aumentar los ingresos y a proteger el ambiente. Pero necesitan más inversiones e investigaciones.

Los gobiernos africanos, sin embargo, necesitan empezar a invertir en los agricultores. Desde los años 80, la cuota agrícola de la asistencia mundial al desarrollo ha caído de alrededor de 16 por ciento a un magro cuatro por ciento.

Y solo un puñado de naciones africanas asigna 10 por ciento de sus presupuestos nacionales a la agricultura como parte del Programa General para el Desarrollo de la Agricultura en África.

IPS: ¿Cómo sugieren ustedes llegarles a las mujeres en materia de asuntos alimentarios mundiales?

DN: Las mujeres constituyen 80 por ciento de la fuerza laboral agrícola en África subsahariana, pero no tienen el mismo acceso al crédito, a la tierra y a los servicios de extensión (que los hombres). En lugares como Zambia, grupos de teatro ambulante usan sus obras para mostrar a las comunidades el importante rol que desempeñan las mujeres en la agricultura.

IPS: ¿Qué puede decirnos sobre el ambiente y su relación con los problemas alimentarios mundiales?

DN: La escasez hídrica aumenta, la fertilidad del suelo se reduce, y el cambio climático es el probable culpable de más eventos meteorológicos extremos, como la devastadora sequía que el año pasado azotó a Estados Unidos y las desastrosas inundaciones que en 2010 mataron o desplazaron a millones de agricultores en Pakistán, o la sequía que actualmente tiene lugar en el Sahel.

La producción de alimentos depende de que haya patrones de lluvias predecibles, suelos ricos en nutrientes y una meteorología también predecible. Aunque la agricultura contribuye con 30 por ciento de todos los gases de efecto invernadero, también es el esfuerzo humano más dependiente de un clima estable.

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