OMC, presente griego para un latinoamericano

El intrincado desafío de vigorizar a la postrada Organización Mundial del Comercio (OMC) y al sistema multilateral de intercambios que gobierna recaerá en los próximos cuatro años y por primera vez sobre una figura latinoamericana.

Roberto Carvalho de Azevêdo (izquierda) y Herminio Blanco son los dos finalistas en la carrera para dirigir la OMC Crédito: OMC y Pepe Ocadiz CC BY-SA 3.0
Roberto Carvalho de Azevêdo (izquierda) y Herminio Blanco son los dos finalistas en la carrera para dirigir la OMC Crédito: OMC y Pepe Ocadiz CC BY-SA 3.0

Los 159 estados miembros de la OMC escogerán entre el brasileño Roberto Carvalho de Azevêdo y el mexicano Herminio Blanco, los únicos candidatos a la dirección general de la institución que han superado el complejo proceso de selección iniciado el 1 de diciembre.

La decisión entre Azevêdo y Blanco se conocerá el 8 de mayo, pero solo se anunciará formalmente el 31 de ese mes. El actual director general, el francés Pascal Lamy, concluirá el 31 de agosto sus dos mandatos consecutivos, iniciados en 2005. El 1 de septiembre comenzará la gestión de su sucesor.

Lamy deja inconclusas las negociaciones de la Ronda de Doha, que impulsó con protagonismo en 2001, cuando era comisario de Comercio de la Unión Europea (UE).

Tras los ocho años de conducción del político francés, el sistema multilateral también aparece debilitado por la proliferación de acuerdos comerciales bilaterales y plurilaterales, estimulados en su mayoría por las naciones industriales.
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Detrás de esos fracasos en la apertura equilibrada de los flujos de comercio internacional se presenta, como ocurre desde la creación de la OMC en 1995, la reticencia de los países del Norte a atender las necesidades de desarrollo de las naciones del Sur.

Esas diferencias son patentes en estos días durante las negociaciones que realiza la OMC con la intención de concertar un modesto acuerdo que cubra las apariencias en su próxima conferencia ministerial, que sesionará en Bali, Indonesia, entre el 3 y el 6 de diciembre.

Los países industrializados pretenden progresos en facilitación del comercio, que propende a acelerar los trámites fronterizos. Las naciones en desarrollo se muestran remisas, pues temen que un acuerdo en ese sector solo incremente sus importaciones sin favorecer sus embarques.

Reclamos de larga data, como un tratamiento diferenciado para los países en desarrollo, un régimen especial de comercio para los menos avanzados y disposiciones para paliar los efectos de la crisis alimentaria, tropiezan otra vez con dificultades en la discusión del borrador de acuerdo para Bali.

Estas dificultades que entorpecen las negociaciones comerciales no se vieron reflejadas hasta ahora, aparentemente, en el proceso de designación del nuevo director general de la OMC.

Otros siete candidatos de diferentes orígenes fueron descartados en las fases iniciales de la selección. La primera etapa dejó en el camino a Alan John Kwadwo Kyerematen, de Ghana, Anabel González, de Costa Rica, Amina Mohamed, de Kenia, y Ahmad Hindawi, de Jordania.

Con la segunda selección, la semana pasada, se retiraron las candidaturas de Mari Pangestu, de Indonesia, Tim Groser, de Nueva Zelanda, y Taeho Bark, de Corea del Sur.

Pero en las dos figuras que se disputan la conducción de la OMC, el brasileño Azevêdo y el mexicano Blanco, sí se puede identificar a los dos bloques, de países industrializados y en desarrollo, con intereses comerciales contrapuestos.

Blanco se enorgullece de su formación académica en la estadounidense Universidad de Chicago, foco de diseminación de las ideas económicas neoliberales que predominaron en gran parte del mundo en las últimas décadas del siglo pasado. Formó parte del núcleo de esta corriente que gobernó el Partido Revolucionario Institucional, y por ende México, desde 1985 hasta 2000.

Pero el rasgo más significativo de su imagen es su participación como jefe negociador, entre 1990 y 1993, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que entró en vigor el 1 de enero de 1994.

Aunque no tiene experiencia práctica en las cuestiones de la OMC, se descuenta que Blanco obtenga apoyo de sus socios del TLCAN, Estados Unidos y Canadá, y de la influencia que estos puedan ejercer en el resto del mundo.

En cambio, Azevêdo ha demostrado su habilidad de negociador en la OMC, donde lidera el Grupo de los 20 países afines en cuestiones de apertura del comercio agrícola.

El brasileño se anotó victorias sonadas en dos pleitos que su país ganó ante los tribunales de la OMC, en un caso contra Estados Unidos, por subvenciones sobre el algodón, y en otro contra la Unión Europea, por protecciones similares al azúcar.

Pero, sobre todo, el capital de la candidatura de Azevêdo se asienta en la política exterior de Brasil de la última década, desde su posición de nación emergente, junto a Rusia, India, China y Sudáfrica (el bloque BRICS) y su apertura a los demás países en desarrollo de todos los continentes.

Cualquiera sea el elegido, encontrará una OMC paralizada y con disensiones que obstruyen entendimientos.

La última muestra se tuvo el 24 de este mes, cuando un grupo de expertos presentó el informe "El futuro del comercio: Los retos de la convergencia". La constitución de ese grupo, una decisión exclusiva de Lamy, había sido cuestionada por gobiernos y organizaciones no gubernamentales.

Durante la presentación, Deborah James, de la red Nuestro Mundo No Está en Venta (OWINFS, por sus siglas en inglés), objetó que en el grupo de expertos no hubiera representantes de los países menos avanzados y solo un africano y un latinoamericano. Los demás provenían casi todos de naciones industrializadas y del sector empresarial, mientras había una sola procedente del mundo sindical.

James sostuvo que el informe parecía redactado por la secretaría de la OMC y que varios panelistas se quejaron de que sus comentarios no fueron tenidos en cuenta en el texto final.

Sanya Reid Smith, también de la red de organizaciones no gubernamentales y movimientos sociales OWINFS, observó que el informe sostiene que el comercio es un medio, no un fin, con lo cual se presume que para los países pobres el desarrollo es el fin, expuso.

Resulta curioso entonces que el informe repita que debe haber "convergencia de regímenes comerciales, pero no habla de convergencia de niveles de desarrollo", notó la activista.

Jürgen Thumann, presidente de BusinessEurope, una organización que representa a 20 millones de empresas de 35 países, se mostró molesto por las intervenciones de las representantes de OWINFS.

A "estas dos jóvenes mujeres, rubia una y la otra de cabello negro, según veo desde aquí, quiero pedirles que sean un poco más tolerantes en el futuro y muestren un poco más de respeto", dijo Thumann.

James dijo a IPS que los comentarios de Thumann mostraron a BusinessEurope, su organización, como intolerante frente a las opiniones del público, así como sexista y discriminatoria en razón de la edad.

"Su tono insultante refleja la falta de transparencia y de sentido de inclusión del grupo escogido por Lamy para redactar el informe", agregó James.

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