Riqueza mineral detrás de lucha rebelde en provincia congoleña

El grupo rebelde Mai-Mai Kata-Katanga, que opera en Katanga, en el sudeste de la República Democrática del Congo (RDC), asegura luchar por la autonomía de esa provincia porque sus habitantes nunca se beneficiaron de sus propios depósitos minerales.

En diálogo con IPS a condición de mantener el anonimato, un miembro de Mai-Mai dijo: «Solo en 2012, las compañías mineras de Katanga ganaron 96 millones de dólares en regalías. Esto muestra que somos una provincia rica, pero esto no se refleja en los estándares de vida».

Los principales minerales de Katanga son el cobre, el cobalto y el oro.

Los combatientes de Mai-Mai pertencen a diferentes grupos étnicos de cinco territorios del norte de la provincia, aunque no hay cifras disponibles sobre su número concreto.

En swahili, «mai» significa «agua», y «Kata Katanga» quiere decir «separar a Katanga». El grupo es llamado Mai-Mai porque sus miembros se bañan con una «poción mágica» que contiene agua y que ellos creen los protege de las balas.
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El 23 de marzo, unos 350 miembros de esa organización armada lanzaron una incursión sobre Lubumbashi, la capital de Katanga. Llegaron vestidos de civil con pañuelos verdes, rojos y blancos, portando unos 30 rifles Ak-47, cohetes, jabalinas, arcos, flechas y sus talismanes.

Intentaron sin éxito ocupar la oficina del gobernador de la provincia y la sede de la asamblea legislativa.

Luego de enfrentarse a las fuerzas armadas congoleñas, los rebeldes se rindieron ante la Misión de Estabilización de las Naciones Unidos en la RDC (Monusco). Treinta y tres personas murieron y 60 resultaron heridas en la operación.

Alexandre Kawaya, diputado en la Asamblea Provincial e integrante de la coalición política del presidente Joseph Kabila, informó que el gobierno inició conversaciones con ese grupo rebelde para considerar sus demandas.

«Tenemos generales… que han sido rebeldes. Esos ciudadanos (los Mai- Mai) una vez rodearon Lubumbashi para detener una invasión de fuerzas extranjeras. Debemos hablar con ellos, escuchar lo que tienen para decir», dijo Kawaya a IPS.

Además destacó que el gobierno dialoga también con otros movimientos rebeldes, como el M23.

El ataque del 23 de marzo no fue el primero de Mai-Mai Kata-Katanga. En mayo de 2010, los rebeldes colocaron su bandera en la plaza Place de la Poste, en Lubumbashi.

Se cree que estarían también detrás de otros ataques, incluyendo dos contra el aeropuerto de esa ciudad y uno contra una prisión para rescatar a su líder, Gédéon Kyungu, en octubre de 2011.

La lucha por la secesión de Katanga se inició en julio de 1960, cuando los rebeldes lanzaron su primera campaña.

Según la organización no gubernamental local Justicia ASBL, el grupo rebelde ha desplazado a unas 340.000 personas de sus hogares.

Fabien Mutomb, del partido opositor Unión para la Democracia y el Progreso Social, cree que la impunidad que gozan los rebeldes demuestra que existe cierto nivel de complicidad en el Estado.

«Cada investigación termina en la nada», dijo a IPS.

Rompiendo el punto muerto

Jean Pierre Muteba, quien coordina la actividad de la sociedad civil en Katanga, dijo a IPS que «el ataque del 23 de marzo en Lubumbashi es la expresión de una revuelta» popular. El activista opinó que la solución pasaba por un diálogo nacional con todos los actores.

Pero Timothée Mbuya, director Justicia ASBL, tiene una impresión diferente.

«Cuando nos enfrentamos a fuerzas tan destructivas que desplazan a más de 350.000 personas de sus hogares en Katanga, creyendo que la violencia es un medio legítimo, no tenemos más opciones que reformar el ejército y los servicios de seguridad para expulsar agentes externos», dijo a IPS.

«El ejército congoleño y los servicios de seguridad se han visto debilitados porque obedecen las órdenes de sectores diferentes. Si se eliminan los actores externos de esas fuerzas, estarán en mejor posición de darle seguridad al país contra posibles ataques, tanto del interior como del exterior», añadió.

Por su parte, el ministro de Asuntos Internos y Seguridad de la RDC, Richard Muyej, dijo que esperará los resultados de la investigación gubernamental sobre la incursión rebelde en Lubumbashi, y aseguró que los responsables serían juzgados.

Dos semanas después del ataque de Mai-Mai, Kabila suspendió al general Michel Ekuchu, comandante del Sexto Batallón en Lubumbashi, acusándolo de «grave negligencia en el cumplimiento del deber».

Pero «eso no solucionará nada», opinó Fidèle Ramazani, oficial de la Coalición para un Referendo sobre la Autodeterminación del Pueblo de Katanga, otro movimiento rebelde en la provincia.

Ramazani dijo a IPS que el Estado se había convertido en «un depósito de conflictos sin resolver, donde la insatisfacción y la desesperación se afianzan», y sostuvo que «la solución más efectiva y sostenible es la reconstrucción de toda la estructura estatal».

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