Sudán del Sur, «entre Somalia y la RDC»

Integrantes de la etnia murle, de Sudán del Sur, esperan la ayudan alimentaria tras los ataques de una etnia rival en 2012, que afectaron a por lo menos 120.000 personas, según la ONU. Crédito: Jared Ferrie /IPS.
Integrantes de la etnia murle, de Sudán del Sur, esperan la ayudan alimentaria tras los ataques de una etnia rival en 2012, que afectaron a por lo menos 120.000 personas, según la ONU. Crédito: Jared Ferrie /IPS.

Expertos piden a Estados Unidos y a la comunidad internacional en general que aumenten la presión sobre el gobierno de Sudán del Sur para que atienda sus debilidades en materia de gobernanza.

Un panel conformado por académicos y especialsitas alertó el miércoles 24 que la corrupción, la mala gestión y la falta de unidad nacional suponen obstáculos para la estabilidad de ese país africano.

«Ese es el miedo y por eso hablamos de una reforma», explicó Lual Deng, director del Centro Ebony de Estudios Estratégicos, con sede en Yuba, capital de Sudán del Sur.

«Vemos que Sudán del Sur está entre Somalia y República Democrática del Congo (RDC). Si no tenemos cuidado, caerá para cualquiera de los lados», alertó.

Deng se refería a un tema de creciente preocupación, que es la gran concentración de poder en manos de unas pocas personas, así como las señales de corrupción generalizada. En especial mencionó la desaparición el año pasado de 8.000 millones de dólares de la venta de petróleo, que se cree fueron robados por funcionarios públicos.
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La negligencia del gobierno sursudanés también preocupó a organizaciones de derechos humanos tras la divulgación la semana pasada del informe mundial que publica el Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos todos los años sobre este asunto particular.

El documento detalla un panorama lúgubre en 2012, el primer año de soberanía de Sudán del Sur tras una guerra civil con su vecino del norte que generó lo que se considera una de las peores crisis humanitarias de los últimos años.

Los principales problemas que menciona el informe incluyen atropellos de las fuerzas de seguridad, falta de acceso a la justicia y abusos en zonas de conflicto.

También menciona «asesinatos extrajudiciales, torturas, violaciones, intimidaciones (…) corrupción en la justicia (…) y desplazamientos de población civil a raíz de combates entre fuerzas sudanesas y sursudanesas».

Varias organizaciones de derechos humanos, entre las que se destacan Act for Sudan, American Jewish World Service, the Enough Project y United to End Genocide, divulgaron un comunicado el lunes 22 en el que consideran que el informe del Departamento de Estado es una «oportunidad» para que el gobierno de Sudán del Sur atienda los problemas.

Las alternativas son investigar y asegurarse «que tales atropellos no vuelvan a ocurrir, así como llevar adelante el plan de acción suscrito con la ONU (Organización de las Naciones Unidas), acceder a todos los tratados relevantes en materia de derechos humanos y avanzar en el proceso de reconciliación nacional previsto».

«Queremos que quede claro que apoyamos a Sudán del Sur, al igual que lo hacen muchas organizaciones no gubernamentales y gobiernos, pero no queremos que cierre los ojos frente a violaciones de derechos humanos solo porque es un país nuevo y con muchos desafíos», dijo a IPS el director ejecutivo de Enough Project, John C. Bradshaw.

La diáspora

El debate del miércoles se concentró en el fortalecimiento de las instituciones de gobernanza de Sudán del Sur como la única forma de atender las posibles amenazas a su existencia que significan la corrupción, los abusos del gobierno y la mala gestión económica.

«Creo que es muy importante ver la historia y el contexto de donde surge Sudán del Sur», remarcó Kate Knopf, del Centro para el Desarrollo Global, con sede en Washington. «Es un estado construido de la nada y virtualmente sin antecedentes de gobernanza centralizada», añadió.

De hecho, uno de los asuntos principales del debate fue la falta de capacidad local para desempeñar cargos de gobierno.

Una de las soluciones planteadas en el panel, en especial por Deng, fue alentar el retorno, de forma temporal o permanente, de los sursudaneses en el exterior para que ocupen esos puestos.

El profesor Eirk Reeves, del SmithCollege, especializado en Sudán y Sudán del Sur, alertó de que una lectura incompleta del informe del Departamento de Estado podría socavar las esperanzas de encontrar una solución.

Reeves opinó que no se podían comprender las violaciones de derechos humanos del gobierno sursudanés sin vincularlas al agravamiento de las hostilidades de su vecino del norte.

Precisó que Jartum alberga y apoya a combatientes armados renegados que se sabe cometen ataques en Sudán del Sur, la mayoría de los cuales por conflictos étnicos.

«El efecto es enormemente destructivo y aviva las tensiones raciales que ya son importantes en Sudán del Sur», dijo Reeves a IPS. «Jartum crea una situación incendiaria en la que es más probable que ocurran violaciones de derechos humanos», explicó.

Según Reeves, el Departamento de Estado fue descuidado al no contemplar el papel de Jartum en la situación de los derechos humanos en Sudán del Sur, en su deseo de preservar la relación con el gobierno sudanés por sus intereses en materia de contrainteligencia.

Luego dio a entender que la embajada de Estados Unidos en Jartum realiza intensas actividades de inteligencia.

«El informe sobre Sudán del Sur es una ampliación de la política estadounidense hacia Sudán, que ha sido y sigue siendo desequilibrada por su excesiva valoración de cuestiones supuestamente antiterroristas», añadió.

Vacas sagradas

Más allá de las causas externas, algunos de los asuntos que más preocupan sobre Sudán del Sur parecen ser la corrupción y la concentración del poder. Son problemas que de no ser atendidos restarán peso a algunos logros, como la ampliación del acceso a la educación y la mejora de las relaciones con Sudán.

«Esperamos que el presidente (sursudanés Salva Kiir) se tome muy en serio el problema de la corrupción y detenga a algunas vacas sagradas para mandar un fuerte mensaje», remarcó Deng.

«Ofrecer a Sudán del Sur las mejores lecciones aprendidas (de otros países) no importa. Las soluciones deben venir desde adentro», insistió Knopf.

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