Una sentencia saludable desde India

El rechazo de India a patentar el medicamento anticancerígeno Glivec, del laboratorio Novartis, es una victoria de todo el mundo en desarrollo, que depende de las exportaciones de fármacos genéricos de ese país a precios accesibles, destacó el sanitarista Germán Velásquez.La conquista que celebra este experto colombiano, consejero especial del Centro del Sur, es el fallo dictado el lunes 1 por el Tribunal Supremo de India, denegando el recurso presentado en 2009 por la firma transnacional farmacéutica Novartis, de origen suizo.

El Centro del Sur, con sede en Ginebra, es una organización intergubernamental que involucra a más de 50 países en desarrollo y está dedicada al análisis de los problemas en esas naciones.

Velásquez, quien trabajó por más de 20 años en la Organización Mundial de la Salud (OMS), expuso a IPS su punto de vista sobre esa causa judicial tramitada en los tribunales de Nueva Delhi y sobre sus consecuencias para los países en desarrollo.

IPS: ¿Cómo interpreta la sentencia del Tribunal Supremo de India?

GERMÁN VELÁSQUEZ: Hay problemas con la información que se está divulgando. Casi todo el mundo dice que India rechazó la patente de Glivec. Eso es verdad, pero no es eso lo que señala el fallo.
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IPS: ¿Entonces?

GV: El meollo del dictamen es la ratificación de los criterios fijados por la ley india para aprobar la patente de un fármaco. Es decir, si cumple con los requisitos de contener una innovación o no.

IPS: ¿Cómo se explica el pleito?

GV: Todo comienza con la adopción del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (ADPIC), uno de los tratados establecidos al mismo tiempo que nacía, en 1995, la Organización Mundial del Comercio (OMC).

India fue entonces el único país en desarrollo que utilizó todo el periodo de transición para aplicar el ADPIC, hasta 2005, cuando promulgó la ley de patentes.

IPS: ¿Qué pasó con las solicitudes de patentes presentadas durante esa década de transición?

GV: Se fueron acumulando hasta sumar unas 10.000, y solo en 2005 la oficina de patentes comenzó a examinarlas. Entre ellas figuraba el Glivec.

Pero los nuevos criterios normativos resultaron más estrictos, como el que indica que la innovación no puede ser un cambio menor en una molécula, sino que tiene que ser algo substancial. En resumen, en 2006 se negó la patente de venta local del Glivec.

IPS: ¿Cómo sigue la historia?

GV: Novartis cuestiona esa resolución y abre una causa judicial ante un tribunal de la ciudad de Madrás (la capital del sureño estado de Tamil Nadu que desde 1996 pasó a llamarse Chennai). Pero la Corte Suprema de esa ciudad, a los tres años, le rechaza también la petición. Ese mismo 2009 apela ante una instancia superior y otra vez pierde.

IPS: ¿Ahora qué otro recurso le queda?

GV: Aquí viene el aspecto que no se ha divulgado suficientemente. En un gesto muy cínico, perverso y grave, Novartis se dijo: «Si no me dieron la patente, voy al Tribunal Supremo, pero pidiendo ahora que se elimine ese criterio estricto establecido en el Artículo 3 de la ley de patentes». «Si se fijan estándares más flexibles, más bajos, entonces entra mi medicamento», razonó.

IPS: El diferendo tomó entonces otro cariz…

GV: Sí, pues con la intención de introducir por la fuerza su fármaco, la firma transnacional pretendía modificar la ley de un país… Y de un país como India. Creo que en eso sus directivos pecaron de miopía al tomar esa decisión. Esto ha sido muy costoso para ellos en términos de imagen.

IPS: ¿Cómo llega a esa conclusión?

[pullquote]1[/pullquote]GV: Se advierte que fue un mal paso el lanzarse a denunciar la ley de patentes india con el riesgo de perder. La industria transnacional en general venía de un traspié en Sudáfrica, cuando en 2001 se vio obligada a desistir de una acción contra una ley que autorizó a patentar medicamentos importados a menor precio para poder afrontar la epidemia de síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).

Uno podía suponer que la «Big Pharma», como llaman a las mayores compañías farmacéuticas, había aprendido la lección. Incluso sabiendo que el Glivec estaba patentado en 40 países, entre ellos Estados Unidos, China y Rusia.

IPS: ¿Insinúa un efecto dominó?

GV: Si Novartis pierde en India, como perdió el lunes, cualquiera de los gobiernos de los 40 países puede preguntarse: «¿Por qué no reviso esa patente y la anulo?». Es una potestad que figura en las legislaciones de todos ellos.

IPS: ¿Qué rango tienen esos 40 países que reconocen la patente del Glivec?

GV: En su mayoría son estados industrializados, grandes mercados. Pero entre ellos hay algunos con severas dificultades económicas en la actualidad, como Grecia y España, cuyas autoridades se pueden preguntar por qué deben pagar 2.500 dólares mensuales por persona por un tratamiento contra el cáncer. Pueden decir: «Mejor lo hago fabricar como genérico e invalido esta patente».

Creo que los directivos de Novartis no lo tuvieron en cuenta al lanzarse en esta carrera judicial. Obviamente, tras el primer impulso, siguieron hasta el final y hoy van a tener repercusiones.

IPS: ¿Cuáles pueden ser esas consecuencias?

GV: Debe ser una lección para los demás países del Sur. Deben tratar de seguir el ejemplo de India e introducir en sus legislaciones cláusulas como las contenidas en el artículo 3d, que restringe y determina algunos criterios respecto de lo que es una innovación para que se otorgue una patente. Que no puede haber solo un cambio menor, que a veces es apenas cosmético, en una molécula del medicamento.

IPS: ¿Qué perspectiva hay de que se extienda ese criterio?

GV: En India, Filipinas y Argentina ya existe esa prohibición, mientras que otros la están introduciendo por vías alternativas.

IPS: ¿Otras consecuencias?

GV: India podrá seguir fabricando genéricos de todos los nuevos medicamentos que no sean verdaderamente originales y seguirá exportándolos con tranquilidad. Hay que tener en cuenta que 95 por ciento de los retrovirales que se consumen en África provienen de ese país asiático.

De manera que el fallo del Tribunal indio es brutalmente importante, con una repercusión muy concreta para ese medicamento y para unos 10.000 más que están en lista de espera en la oficina de patentes de Nueva Delhi.

IPS: ¿Qué porcentaje de esa cifra puede obtener una patente?

GV: En 2010, Argentina aprobó 2.000 patentes farmacéuticas y China 4.000. Pero en realidad, las verdaderas innovaciones son de apenas 40 o 50 productos por año.

IPS: ¿Por qué esa diferencia abismal entre patentes acordadas y verdaderos productos innovadores?

GV: La industria farmacéutica afronta dificultades muy grandes para innovar.

Se aferra entonces a una lógica muy miope, muy inmediata pero de abultadísimos beneficios. Consiste en lanzar innovaciones incrementales, como le llaman en inglés, o sea un producto pequeño con apenas un cambio gradual, pero acompañado de una gran campaña comercial.

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