Venezuela elige el reemplazo de Chávez

Henrique Capriles (izquierda) y Nicolás Maduro votando el domingo 14 en las elecciones presidenciales de Venezuela Crédito: Comandos de campañas
Henrique Capriles (izquierda) y Nicolás Maduro votando el domingo 14 en las elecciones presidenciales de Venezuela Crédito: Comandos de campañas

La ciudadanía de Venezuela acudió en paz y masivamente a elegir entre el izquierdista y presidente encargado Nicolás Maduro, y el opositor centrista Henrique Capriles, a quien gobernará Venezuela hasta enero de 2019, en reemplazo de Hugo Chávez (1954-2013), que falleció el 5 de marzo.La afluencia presagiaba este domingo 14 una participación cercana a la de la elección presidencial del 7 de octubre de 2012, cuando votaron 15,1 millones de personas, 81 por ciento del electorado, y Chávez se impuso a Capriles con 55,2 por ciento de votos contra 44,1 del opositor.

Un resultado semejante auguraron para esta jornada las principales encuestadoras, que pudieron divulgar sus diagnósticos hasta una semana atrás.

"Ninguno de nuestros escenarios contempla una victoria de Capriles", remarcó a IPS el director de la firma Consultores 30.11, Germán Campos.

Encuestas a boca de urna conocidas por IPS al promediar la tarde de este domingo daban cuenta de un resultado más ajustado: algunas con Maduro obteniendo alrededor de 52 por ciento y Capriles 47 por ciento, y otras con un virtual empate 50-50.

Algunos encuestadores advirtieron que el resultado final podía decidirse en las últimas horas de la tarde según la capacidad de movilización de los renuentes a sufragar, en lo que históricamente ha sido más eficiente la maquinaria oficialista. El voto es voluntario.

En Venezuela es delito la difusión de resultados por particulares antes de que el arbitral Consejo Nacional Electoral (CNE) entregue su primer boletín.

A la vez, el CNE no entrega ese primer boletín hasta que la tendencia sea irreversible a favor de alguno de los aspirantes.

La elección en Venezuela está altamente automatizada: se vota con máquinas en las 39.000 mesas a las que debieron acudir 18,8 millones de mayores de 18 años. En el exterior están inscritas para votar 100.000 personas.

Según el jefe del comando de campaña oficialista, Jorge Rodríguez, cuando restaban dos de las 12 horas habilitadas para votar ya habían sufragado 13,5 millones de personas.

Tanto Rodríguez como su contraparte en la oposición, Henri Falcón, diciéndose optimistas, pidieron a sus simpatizantes una "operación remate", para que acudiesen a votar quienes aún no habían ejercido ese derecho.

Al promediar la jornada votaron tanto Capriles como Maduro, y formularon llamados a la paz y al cese de los odios en este país que experimenta una aguda polarización política desde que Chávez ganó su primera elección en 1998.

Desde entonces se han verificado 18 consultas electorales de distinto tipo, y en casi todas venció el oficialismo, con una media de 55 por ciento de votos a favor.

Al sufragar, Maduro reclamó "que cese la intolerancia, el odio, que no haya violencia, pido paz", y se declaró abierto al diálogo.

Cuando se le inquirió si ese llamado incluía un diálogo con Capriles, Maduro aclaró que "no creemos en el diálogo vinculado al viejo concepto de la democracia representativa, el diálogo entre elites. No habrá diálogo con la burguesía, sino con la clase obrera, los estudiantes, los maestros, los religiosos, los empresarios progresistas".

Capriles aseguró que "con nuestros votos vamos a derrotar la violencia y espero que triunfe la paz. Esta noche será de buenas noticias para la reconciliación nacional".

Ambos candidatos aseguraron que reconocerán el veredicto popular, aunque Capriles rehusó firmar ante el CNE un compromiso en ese sentido, para subrayar su crítica a lo que consideró tolerancia del organismo ante un alegado "ventajismo oficialista".

El sociólogo Tulio Hernández dijo a IPS que con la elección de este domingo "Venezuela asiste al fin de una etapa política, marcada por la omnipresencia de un solo hombre, un militar de carrera (Chávez), y entra en otra, marcada por su ausencia".

La figura de Chávez gravitó sobre esta campaña, principalmente por el uso intenso que sus partidarios hicieron de su imagen y de las manifestaciones de duelo popular en los días que siguieron a su deceso el 5 de marzo.

"En cierta forma esta es una elección 'referendaria', en la que el pueblo dice si avala o no el camino pautado por el comandante Chávez al optar entre su oferta de izquierda y la que hace la derecha", dijo el gobernador del petrolero y occidental estado de Zulia, Francisco Arias, compañero de la sublevación militar que Chávez encabezó en 1992.

El general Wilmer Barrientos, responsable del plan que movilizó a 140.000 militares para resguardar el orden durante la jornada, informó de una situación tranquila en casi todo el país, con incidentes de poca monta reportados como hechos aislados.

La oposición denunció que en algunos centros de Zulia se violó el secreto al voto pues funcionarios se imponían a electores y los "acompañaban" ante la máquina de votación.

En varias ciudades, centenares de oficialistas a bordo de motocicletas recorrían los alrededores de los centros de votación violando la prohibición de hacer propaganda electoral y en actitud denunciada como "intimidatoria" por el comando de campaña opositor.

En los comicios participaron otros cuatro candidatos, pero de grupos muy minoritarios, que en la contienda de octubre habían sumado apenas unas décimas de punto porcentual.

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