Cuba sabe que con el condón no basta

“Siempre usé condón”, fue la frase que se clavó en la mente del joven cubano Jaime Roche, cuando en octubre tuvo en sus manos el diagnóstico que lo confirmaba como portador del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida.

“No lo podía creer… Yo defiendo que se debe usar el preservativo hasta en el sexo oral”, contó a IPS este trabajador del sector de la salud, que prefirió no revelar su verdadero nombre. “Me sucedió por accidente: se rompió el condón en una relación ocasional”, concluyó Roche, al reflexionar sobre las causas de la infección.

“Quizás me hubiera protegido el no haber estado con otra persona fuera de mi relación estable. Puede que eso sea lo ideal para la total seguridad”, analizó el también activista social. “Mi compañero de hace 10 años continúa a mi lado. Hasta el momento parece que no lo contagié, aunque aún debe repetirse los exámenes”, añadió.

La población joven, sobre todo el grupo de los hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH), es la franja etaria donde se detectan cada año en Cuba la mayor cantidad de nuevos casos de VIH y enfermos de sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), a pesar de que investigaciones recientes indican que la juventud usa más el condón a la hora de tener relaciones sexuales.

La Encuesta sobre Indicadores de Prevención de Infección por el VIH de 2011, elaborada por la estatal Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), indica que 59,6 por ciento de los HSH, 62,9 por ciento de hombres y 65,9 por ciento de las mujeres menores de 20 años se protegieron durante su primer contacto sexual, un indicador en ascenso.

Hasta fin del año pasado vivían con la enfermedad poco más de 13.000 de los 11,2 millones de habitantes del país. El 29,6 por ciento de esas personas tenían entre 15 y 29 años de edad en 2011, cuando se recogieron los datos de la última Encuesta a Personas viviendo con VIH/sida, de la ONEI.

Asimismo, el grupo de 15 a 19 años concentró el mayor número de nuevos casos detectados en 2012, a diferencia de años anteriores, indicó la médica Jaqueline Sánchez, coordinadora de la Línea de Adolescentes y Jóvenes del estatal Centro Nacional de Prevención de las ITS (infecciones de transmisión sexual) y el VIH/sida.

Por ello, la especialista propuso, en conversación con IPS, conocer más sobre este diverso grupo para hacer un trabajo integral que propicie los “factores protectores”, es decir, aquellos comportamientos, situaciones, ambientes y actitudes, entre otros, que alejen a este segmento de la epidemia y otras infecciones de transmisión sexual.

La comunicación familiar y de pareja, las relaciones positivas con padres, profesores y adultos de la comunidad, las políticas sociales de atención integral a la adolescencia, un ambiente participativo y libre de violencia y discriminación, y el acceso a la educación sexual desde edades tempranas, figuran entre los elementos protectores frente al virus.

“El uso del condón no basta para frenar la epidemia”, sostuvo la promotora de salud sexual.

[related_articles]La juventud, que los especialistas de Cuba comprenden entre los 15 y 30 años, califica en todo el orbe como un grupo vulnerable al VIH/sida, al punto de que alrededor de cinco millones de personas en esta franja etaria portan la enfermedad, según la Organización de las Naciones Unidas.

En América Latina, la prevalencia del virus en la población de 15 a 24 años descendió a 20 por ciento en el período 2001-2011.

El consumo de alcohol y otras drogas, la deserción escolar, la desigualdad de oportunidades, los entornos inseguros, el desconocimiento sobre sexualidad y el hacer menos uso de los servicios de salud constituyen factores de riesgo para este grupo en el mundo.

También es propio de esa etapa de la vida cambiar de pareja y apegarse más a los amigos, dejando muchas veces a un lado los consejos de adultos cercanos y favoreciendo conductas de riesgo.

Investigaciones constatan que las generaciones actuales asumen su sexualidad de manera más libre y ven con mayor naturalidad que sus antecesoras las relaciones ocasionales, abiertas y el sexo en grupo.

La prevalencia del VIH/sida en Cuba desde la detección del primer caso en 1986 hasta hoy se concentra en la franja de 20 a 29 años. Ese hecho eleva las probabilidades de contacto con el virus entre la población juvenil y la convierte a esta en vulnerable desde el punto de vista epidemiológico, añadió Sánchez.

“Los jóvenes tienen las mayores probabilidades de adoptar un comportamiento sexual más seguro si reciben orientación desde edades tempranas”, continuó. “Eso dependerá en gran medida de que los adultos les aporten información, conocimientos y servicios cada vez más amigables como parte normal y saludable del crecimiento juvenil”, dijo.

El biólogo Isbel Díaz comentó, en su participación en la sección Café 108 del sitio web de la Oficina de IPS en Cuba, que las campañas de prevención deben “impactar un poco al receptor, aun a riesgo de herir sensibilidades”. “No podemos exponer a nuestros jóvenes solo por el pudor de parecer exagerados o violentos al mostrar la enfermedad”, sopesó.

Otros promotores de salud, como la maestra de inglés Liana Trelles, del bachillerato capitalino “Saúl Delgado”, apuestan a la empatía con adolescentes y jóvenes. “Comencé por observarlos, preguntarles sus dudas y atenderlos directamente”, dijo a IPS.

Trelles, también psicóloga, y otros profesores de esa escuela crearon espacios para conversar sobre estos temas con el estudiantado, de entre 15 y 18 años. “Me alarmé cuando escuché sobre la “descarga”, un tipo de relación de pareja, que puede o no llegar al sexo, donde no existe el compromiso ni la estabilidad”, contó.

“Prácticas de ese tipo los hacen también un grupo vulnerable”, valoró sobre un comportamiento que requiere de estudios para conocer su verdadera incidencia. Por ello, esta profesora promueve factores protectores, como “ampliar el conocimiento sobre el uso del condón y una conducta responsable”.

El VIH/sida en Cuba tiene una prevalencia de apenas 0,19 por ciento en la población de 15 a 49 años, pero mantiene desde sus inicios un ritmo de crecimiento lento y sostenido. Afecta mayormente a los hombres, sobre todo los HSH, pero desde 2004 crece el número de mujeres, sobre todo jóvenes, diagnosticadas cada año.

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