En EEUU sugieren ampliar relación militar con Pakistán

General Ashfaq Parvez, jefe de las Fuerzas Armades de Pakistán, y el general Stanley A. McChrystal, ex comandante en jefe de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad y del contingente de Estados Unidos en Afganistán. Crédito: Ejército de Estados Unidos.

Analistas de Estados Unidos entienden que este país debe redefinir su relación de larga data con las Fuerzas Armadas de Pakistán, tras las elecciones del fin de semana pasado en las que hubo una histórica gran participación ciudadana.

Los especialistas en política exterior coinciden en que el resultado de los comicios del sábado 11 representa una importante consolidación de la democracia en Pakistán, pues es la primera vez en la historia de ese país que un gobierno civil entregará el mando a otro.

«Estados Unidos acompaña a todos los pakistaníes que dan la bienvenida a esta transferencia histórica, transparente y en paz del poder civil; un logro importante en el proceso democrático de Pakistán», declaró el domingo 12 el presidente Barack Obama.

«Al realizar campañas competitivas, ejercer libremente su derecho democrático y perseverar pese a la intimidación de extremistas violentos, reafirmaron su compromiso con un gobierno democrático, que será fundamental para lograr la paz y la prosperidad para todos los pakistaníes en los años venideros», remarcó.

De hecho, el ya dos veces primer ministro Nawaz Sharif (1990-1993, 1997-1999), de la Liga Musulmana de Pakistán-N, consiguió la mayoría de los votos y podrá formar un nuevo gobierno. Este registró un triunfo aplastante que sorprendió a experimentados observadores de ese país.

Pero quizá, lo más sorprendente fue la concurrencia a las urnas, casi 60 por ciento de las personas habilitadas a sufragar, la mayor proporción registrada en las últimas cuatro décadas.

Washington «debe ver estar encantado de que en una elección en la que la insurgencia pakistaní llamó a la ciudadanía a no votar y lanzó duras amenazas contra quienes lo hicieran, se haya logrado la mayor votación en este país desde 1970», dijo Andrew Wilder, director del programa Pakistán del Instituto de Paz de Estados Unidos, un grupo de estudio semigubernamental, en entrevista con IPS.

«Representa un fuerte apoyo (el hecho de) que la vasta mayoría de los pakistaníes hayan rechazado la convocatoria del Talibán, y es otro paso importante hacia la consolidación de la democracia. Los militares todavía son una fuerza importante en la política nacional, pero es un poco menos poderoso hoy que hace una semana», opinó.

Wilder pronostica una relativa continuidad en las relaciones de Estados Unidos con Pakistán. Los últimos dos años fueron especialmente escabrosos, con momentos de máxima tensión, pero las relaciones se mantuvieron fuertes por necesidad, en especial dada la centralidad que tiene ese país para Washington en su esfuerzo por estabilizar a Afganistán con vistas al retiro de sus fuerzas el año próximo.

Un gobierno democrático que le entrega el poder a otro «marca una nueva etapa en la lucha democrática de Pakistán y muestra la necesidad de que Estados Unidos evalúe su política hacia ese país», opinó Ishrat Salim, investigador del Centro de Estudios de Pakistán, del Instituto de Medio Oriente, con sede en esa ciudad.

«Washington supo encontrar un socio dispuesto en el cuartel general de las Fuerzas Armadas de Pakistán, que lo ayudó a perseguir sus objetivos estratégicos y tácticos en la región», puntualizó.

Desarrollo versus seguridad

Desde el nacimiento de Pakistán en 1947, sus Fuerzas Armadas detentaron varias veces el gobierno. Incluso, el propio Sharif sufrió un golpe de Estado en 1999. De hecho, los militares siempre mantuvieron un enorme poder tras bambalinas, lo cual les permitió operar como un enlace central con Estados Unidos.

Washington es el mayor apoyo financiero de Pakistán, mientras que este último es el segundo beneficiario de la asistencia extranjera de Estados Unidos, la cual ascendió a 20.000 millones de dólares en la década pasada.

En 2009, en Estados Unidos se aprobaron unos 7.500 millones de dólares en asistencia con fines civiles para un periodo de cinco años, aunque el apoyo al sector militar siguió siendo muy significativo.

En el presupuesto de ayuda a Pakistán solicitado por Obama para el presente año fiscal, alrededor de 58 por ciento está dirigido a la «asistencia a la seguridad», según un informe del Servicio de Investigación del Congreso legislativo, de octubre de 2012.

Las elecciones pakistaníes sugieren que hay que volver a pensar en esa proporción.[related_articles]

«Hace demasiado tiempo que Estados Unidos depende de una relación unidimensional con los militares pakistaníes; ahora necesitamos concentrarnos en una ampliación de nuestro vínculo con los dirigentes políticos y el pueblo», dijo en entrevista con IPS el investigador Dan Twining, del centro de estudio y fundación German Marshall Fund of the United States, con sede en Washington.

«Estados Unidos quiere fortalecer al gobierno civil, y la principal tarea de Sharif es el desarrollo económico; eso y atender los problemas de gobernanza que asolaron al gobierno anterior», apuntó.

Twining reconoció que la cuestión militar seguirá ocupando un lugar central en la política hacia Pakistán. Pero aun cuando ese país sigue sufriendo el fortalecimiento de la insurgencia, la raíz del problema no necesariamente tiene que ver con la seguridad.

«No son problemas militares, sino más bien relacionados con la energía, la infraestructura o el suministro de agua», acotó.

«Aun si aceptamos que los militares mantendrán el control de la política exterior, un análisis de largo plazo sugiere que los problemas más importantes de Pakistán se encuentran en el ámbito civil», subrayó Twining.

Las dificultades «requieren buena gobernanza para mantener a la economía en funcionamiento y crear empleo, cuestiones que las Fuerzas Armadas no atenderán y, sencillamente, no pueden hacerlo», explicó.

Por supuesto que Pakistán sigue teniendo problemas importantes en materia de seguridad, dado que los días previos a los comicios fueron muy sangrientos. De hecho, el propio Sharif reconoció que no basta con una estrategia militar para lograr la paz.

Una semana antes de los comicios, varios grupos islamistas anunciaron que pondrían fin a los ataques contra el partido de Sharif, quien se mostró abierto a iniciar negociaciones con la rama pakistaní del Talibán.

«Es interesante que mientras Sharif dijo que estaba abierto al diálogo, el jefe del ejército de Pakistán, el general (Ashfaq Parvez) Kayani, dijo que la lucha contra los extremistas no era por Estados Unidos, sino porque aquellos querían derrocar al gobierno», subrayó Twining.

«Ese es un problema central en Pakistán y tendrá que lidiar con él», añadió.

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