Incierto futuro del proceso de paz entre PKK y Turquía

Un combatiente del PKK frente a la multitud reunida en las montañas Qandil el jueves 21 de marzo para oír el muy esperado mensaje de paz del prisionero líder del movimiento, Abdullah Ocalan. Crédito: Karlos Zurutuza/IPS

El repliegue pacífico de combatientes del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) de territorio turco está en riesgo tras el atentado ocurrido el sábado 11.

Dos coches-bomba estallaron en Rayhanli, en la provincia de Hatay, en la frontera con Siria, y dejaron 46 personas muertas y por lo menos 155 heridas, tres días después del inicio del repliegue el miércoles 8.

La primera reacción de las autoridades fue confusa, sesgada y carente de información de inteligencia sobre los responsables del atentado. Ningún grupo se adjudicó la autoría, pero dos vice primeros ministros y varios integrantes más del gabinete se apresuraron a señalar al régimen sirio.

Por su parte, los medios de comunicación turcos se inclinaron por la posibilidad de que los ataques formaran parte de la cadena de hostilidades entre refugiados sirios, la población local y las fuerzas de seguridad de Turquía, que comenzaron a principios de este año.

El Ministerio del Interior trató de descartar esa posibilidad, pues podría exacerbar las tensiones en la provincia fronteriza. Pero la detención de nueve ciudadanos turcos el domingo 12, refuerza la posibilidad de que se trate de un conflicto local entre refugiados y residentes de Hatay.

Entre tanto, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan pidió el mismo día del atentado no sacar conclusiones apresuradas. En una declaración de prensa, dio a entender que el incidente pudo tener relación con el retiro del PKK de Turquía.

«Comenzamos un proceso de resolución (del problema con el PKK) en nuestro país, y hay algunos que no aceptan esta nueva era, o no consideran positivo el ambiente de libertad, y podrían relacionarse con estos ataques», reza el comunicado de Erdogan.

Resumen de la historia del pueblo kurdo

Los kurdos conforman un grupo etnolingüístico indoeuropeo que históricamente habitó lo que actualmente es el sur y sudeste de Turquía, pero nunca tuvieron un estado independiente.

En el siglo XVI, los kurdos formaron una alianza con el Imperio Otomano, cuyos documentos administrativos se refieren al «vilayet-i» Kurdistan (estado de Kurdistán), compuesto de pequeños emiratos.

Durante 500 años, los kurdos gozaron de autonomía en los territorios otomanos, al igual que otras minorías, en especial religiosas. La mayoría de ellos son sunitas, aunque muchos son alevíes, pertenecientes al Islam chiita.

Pero la creación de la República de Turquía, tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918) limitó esa autonomía.

Los kurdos fueron leales al Imperio Otomano, salvo por una revuelta a fines de 1890 por un problema de recaudación de impuestos. Pero el nuevo gobierno turco, encabezado por Kemal Ataturk, no estaba preparado para el florecimiento de las identidades étnicas.

Durante las negociaciones que llevaron al Tratado de Lausana en 1923 entre Turquía y las naciones aliadas, triunfantes en la Primera Guerra Mundial, los británicos insistieron en incluir a los kurdos entre los nuevos grupos étnicos que gozarían de la protección del nuevo Estado.

Pero los turcos dejaron claro que solo aceptarían la definición de minorías religiosas usada por el Imperio Otomano.

La comunidad kurda apoyó la posición turca. Según las últimas investigaciones académicas, el motivo de esa actitud fue el temor de que su reconocimiento como minoría étnica en el tratado hiciera que los armenios reclamaran derechos históricos, dado que el gobierno otomano los expulsó del sudeste de Turquía en 1915 con ayuda de los kurdos.

Al final, fueron tres las comunidades reconocidas en Lausana como minorías: armenios, griegos y judíos, una oportunidad que los kurdos dejaron pasar.

Tras la aprobación de la primera Constitución de Turquía, en 1924, la comunidad kurda se dio cuenta de que había perdido su autonomía y sus derechos.

La ley fundamental reconoce una identidad nacional y una lengua oficial: el turco. A fines de aquel año, los kurdos recurrieron a la resistencia armada, con diversos resultados en la década siguiente.

El Partido de los Trabajadores del Kurdistán

El PKK, formado en 1978 por Abdullah Ocalan, lanzó una guerra de guerrillas contra el Estado en 1984. Turquía y otros países la declararon organización terrorista por el asesinato de civiles, en especial colaboradores con las fuerzas de seguridad y disidentes kurdos. [related_articles]

Ocalan fue detenido en 1999 y condenado a muerte, posteriormente conmutada por cadena perpetua. Pero participó de forma indirecta en la actual negociación de paz entre el PKK y el Estado, jalonada por hostilidades y periódicos ceses del fuego.

Desde la prisión en la que permanece en aislamiento en la isla de Imrali, en el mar de Mármara, Ocalan aceptó cooperar y ordenar el retiro de los combatientes del PKK de Turquía.

La retirada comenzó el 8 de este mes con la salida de 2.000 combatientes. Todavía hay unos 15.000 dispersos en todo el país, que necesitarán encontrar un pasaje seguro para cruzar la frontera hacia el Kurdistán iraquí, en el norte del vecino país.

El gobierno no negoció el acuerdo con el PKK y la opinión pública se niega totalmente a conceder derechos especiales a los kurdos. Las últimas encuestas al respecto concluyeron que 93 por ciento de los consultados consideraron a los miembros del PKK como delincuentes.

La falta de un acuerdo oficial hace que los términos del proceso sean difusos.

El conocido historiador y analista Mustafa Akyol, columnista del diario Hurriyet, sostiene que el PKK tiene grandes expectativas de cambio, como el «reconocimiento de la identidad kurda en la futura Constitución» turca.

Según él, el PKK espera grandes cambios como que los «derechos vayan más allá de los gestos mínimos de los últimos tiempos, la amnistía de sus combatientes y el compromiso de crear una región autónoma para los kurdos».

Por su parte, Ibrahim Anli, director de la Fundación de Escritores y Periodistas Turcos, dijo a IPS: «La principal preocupación de los dirigentes turcos es un profundo temor a la partición del país».

Al gobierno iraquí también le preocupa la salida de Turquía de los combatientes del PKK, ya que se instalarán en el norte de Iraq y pueden aspirar a la independencia en tiempos complicados en las relaciones entre Bagdad y los kurdos iraquíes.

Los kurdos de Iraq y de Turquía representan 19,5 millones de personas; hay otros 9,5 millones en Irán y Siria.

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