Espionaje en embajada ecuatoriana no frena a Wikileaks

Rafael Correa habla a sus seguidores desde el Palacio de Carondelet en Quito. Crédito: Martín Sánchez/IPS

Dispositivos de espionaje de la empresa británica Surveillance Group Limited se hallaron en la sede de la embajada de Ecuador en Londres, donde el editor de Wikileaks, Julian Assange, permanece refugiado desde hace poco más de un año.

El canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, denunció el hecho en una conferencia de prensa en Quito el miércoles 3, cuando mostró una foto de un «micrófono espía» encontrado el 14 de junio en una pequeña caja blanca colocada en un tomacorriente detrás de una biblioteca. El dispositivo contenía también una tarjeta telefónica SIM que le permitía transmitir las conversaciones que captara.

«Hemos pedido apoyo al gobierno británico para continuar con la investigación de este aparato», dijo Patiño a la prensa.

El hallazgo se produjo dos días antes de que el ministro se reuniera con Assange en la misma sede diplomática para discutir su situación. El australiano obtuvo el asilo de Ecuador, pero no puede trasladarse a ese país porque las autoridades británicas le han advertido que lo detendrán ni bien abandone el edificio.[pullquote]3[/pullquote]

También coincidió con las revelaciones de Edward Snowden, el excontratista de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA), sobre el alcance de la vigilancia que este órgano de inteligencia ha montado sobre la ciudadanía de buena parte del mundo.

«The Surveillance Group no está ni ha estado involucrado en actividades de esta naturaleza», dijo el jueves 4 el presidente de la empresa, Timothy Young, en un comunicado. «Esa es una afirmación completamente falsa».

Una búsqueda en Internet revela que Surveillance Group promociona su capacidad para instalar dispositivos de seguimiento en cualquier parte.

«Podemos jactarnos de ser la única empresa del mundo en ofrecer construcción de cámaras encubiertas, ocultamiento y cursos de despliegue acreditados internacionalmente», asegura el sitio web de la empresa.

«Ofrecemos una variedad de opciones de cámaras encubiertas automatizadas y a medida para recolectar evidencia gráfica vital en los ambientes o escenarios más problemáticos. Las cámaras pueden también apoyarse con el uso de dispositivos de microrrastreo para instalar en la propiedad o en los vehículos de los clientes», agrega.

Las escuchas son solo uno de los servicios que Surveillance Group suministra a corporaciones o fuerzas policiales.

«Somos expertos reconocidos en vigilancia de testigos profesionales para la policía y autoridades locales en casos de drogas, prostitución, violencia de pandillas, crímenes de odio y conductas antisociales», dice otra página de su sitio web.

«Nuestro trabajo en este terreno incluye detectar mala conducta de empleados, relativa a la entrega de información empresarial reservada e infracciones a restricciones contractuales o a convenios de confidencialidad», añade.

El sitio digital muestra imágenes de jóvenes encapuchados rompiendo vidrieras, así como testimonios de empresas, como Nike, que agradecen la ayuda para ubicar direcciones de comerciantes que venden productos falsificados.[related_articles]

Surveillance Group también ofrece «diplomas profesionales» en tácticas de contravigilancia por el equivalente a unos 8.000 dólares.

Con todo, los aparatos de esta empresa parecen haber fracasado en su fin de interferir en los planes de Assange y Snowden, que probablemente fueron pergeñados en el mismo edificio espiado. Y, ciertamente, no los disuadieron de lanzar un audaz intento de escape internacional para el exagente, propio de un filme de Hollywood.

El 23 de junio, Sarah Harrison, integrante de Wikileaks, sacó a Snowden the Hong Kong –desde donde había divulgado los documentos comprometedores para el gobierno de Estados Unidos– y lo llevó a Moscú, tomando por sorpresa a las agencias de inteligencia.

Harrison llevaba un salvoconducto emitido por un cónsul ecuatoriano en Londres para que Snowden pudiera abandonar Moscú. Sin embargo, tras recibir una llamada del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, el mandatario de Ecuador, Rafael Correa, indicó que ese documento no tenía validez ni había sido emitido con autorización del gobierno.

El micrófono y transmisor no son los únicos elementos que Ecuador tiene para sospechar que está sujeto a espionaje.

Un artículo publicado la semana pasada por el diario estadounidense The Wall Street Journal contenía extensas citas de correspondencia electrónica entre colaboradores del presidente Correa, revelando que alguien había interceptado las comunicaciones internas del gobierno.

«Sugiero hablar con Assange para controlar mejor las comunicaciones», decía la embajadora de Ecuador en Estados Unidos, Nathalie Cely, en un mensaje al portavoz presidencial Fernando Alvarado, según la cita del Wall Street. «Desde afuera (Assange) parece estar ‘dirigiendo el show'», agregaba.

El Wall Street alega haber obtenido los correos electrónicos de Univision Network, una televisora en español con sede en Estados Unidos. Pero Wikileaks afirma que bien pudo haber sido Washington el que suministró esos archivos.

En todo el mundo hay varias empresas que venden tecnología para “hackear” correos electrónicos con el fin de hacer «interceptaciones legales».

Estos incidentes han creado un profundo disgusto en las autoridades ecuatorianas.

El gobierno está siendo «infiltrado por todos lados», dijo Patiño. «Este es un testimonio de la pérdida de ética internacional en las relaciones que sostenemos con otros gobiernos».

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