Aumenta trabajo infantil en Líbano

Abudi, de 12 años, pasa sus días vendiendo flores afuera de los bares de Beirut. Sus padres quedaron varados en su ciudad natal de Alepo, en Siria. Crédito: Sam Tarling/IPS.

Cada vez más niños y niñas se integran al mercado laboral en Líbano, un país que se resquebraja bajo la presión del conflicto en la vecina Siria y una economía vacilante en medio de un vacío político.

Además de las disputas sectarias que lo han caracterizado, este país está sin primer ministro desde marzo. Los legisladores no se pusieron de acuerdo sobre una ley para realizar las elecciones previstas para junio.

Líbano también está dividido entre quienes están a favor del régimen de Bashar al Assad en Siria y los que apoyan a la oposición.

No hay estadísticas precisas sobre empleo infantil, pero el Ministerio de Trabajo elevó su estimación de 100.000 menores en el mercado laboral en 2006 a 180.000 en la actualidad.

La verdadera cifra es “significativamente mayor” debido a las extraordinarias circunstancias de los últimos dos años, dijo la directora de la unidad de trabajo infantil del Ministerio, Nazha Shallita, a IPS.

Este país tiene 4,2 millones de habitantes.

“Mientras Líbano se esfuerza por lidiar con el enorme flujo de refugiados sirios, además del declive económico y del deterioro de la seguridad, por no mencionar la falta de gobierno, vemos que cada vez más niños y niñas se ven obligados a trabajar”, dijo Hayat Osseiran, consultora en Líbano de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil, en entrevista con IPS.

[related_articles]Cualquier noche se pueden ver menores en el centro de Beirut vagando entre los juerguistas y vendiendo collares de rosas o gardenias hasta la madrugada.

El aumento de niños en la calle vendiendo de todo, desde flores hasta telas, es quizá lo más visible y común del trabajo infantil, pero no es más que la punta del iceberg, opinó.

“Es duro, no me gusta, pero tengo que hacerlo por mi familia”, dijo Jihad, de 11 años, llevando un montón de rosas de plástico para ofrecer fuera de los bares de Beirut.

“Si mi mamá, mi papá y mi hermano pudieran venir, podría regresar a la escuela, pero están varados en (la ciudad siria de) Alepo y no pueden”, relató.

Una multitud de niños y niñas trabajadores inundan las calles de Líbano desde hace un par de años, cuando la encarnizada guerra civil en Siria expulsó a decenas de miles de familias pobres y desposeídas.

Pero el problema existe desde antes del conflicto en el vecino país, y suele tener un trasfondo más siniestro que el de  menores pobres deambulando por la calle para ayudar a sus familias.

“Muchos de los niños no solo venden flores, sino que bandas de delincuentes los obligan a trabajar vendiendo muchas cosas y organizándolos”, dijo Jaled Merheb, abogado y defensor de los derechos de la infancia, en entrevista con IPS.

“Vienen en autobús y al final de la jornada nocturna regresa y se los lleva”, indicó.

Las Fuerzas de Seguridad Interna son responsables de controlar que no se exploten menores en la calle, pero reconocen que no es mucho lo que pueden hacer sin un mecanismo adecuado para sacarlos de la situación.

Hay un centro específico para alojar a los que ellas recuperan, pero prácticamente no ofrece servicios de rehabilitación, tiene una carencia crónica de fondos y es incapaz de mantener a los menores si un familiar pide la liberación, aun si hay sospechas de explotación.

Las fuerzas de seguridad no tienen cifras del número de adultos que explotan menores, aunque reconoció que hay bandas de delincuentes organizando el trabajo.

Niños y niñas suelen quejarse de malos tratos a los oficiales, señaló Merheb. Casi todos los casos contra los adultos que hacen trabajar menores no “van a la justicia”, añadió.

Además de los niños que están en la calle, decenas de miles de adolescentes abandonan la educación y no hay ofertas laborales ni empleos de verano a la vuelta de la esquina.

El trabajo infantil suele dejar a los menores expuestos a abusos físicos, sexuales y psicológicos, les impide seguir con su educación y pone en peligro su salud, seguridad y su moral. Los menores trabajan en fábricas, burdeles, talleres, campos de tabaco y vertederos.

Líbano suscribió numerosos tratados internacionales sobre el trabajo infantil y tomó algunas medidas para cambiar la legislación y las políticas nacionales para cumplir con sus obligaciones.

La más relevante fue en 1996, cuando se aumentó la edad mínima para trabajar de nueve a 14 años para proyectos industriales y actividades que requieren esfuerzo físico o son perjudiciales para la salud.

La ley está vigente, pero casi no hay control en el terreno.

El Ministerio de Trabajo tiene un equipo de 70 inspectores en todo el país.

Pero un proyecto piloto realizado por la organización no gubernamental holandesa War Child se encontró con que 19 de los inspectores con los que trabajó sabían que era su responsabilidad investigar el trabajo infantil ni siquiera conocían la unidad especial del Ministerio dedicada al tema.

En una esquina de un asentamiento precario de Beirut, adolescentes de entre 12 y 15 años dejaron la escuela y realizan diversos trabajos como embasar veneno de ratas. Suelen trabajar seis días por semana entre ocho y 12 horas diarias por unos 60 dólares semanales.

“Creí que ese trabajo sería mejor que ir a la escuela, pero me equivoqué. La escuela es mejor que trabajar. Lamento tanto haberla dejado, pero ahora es demasiado tarde”, reconoció Haydar, uno de los adolescentes.

La enorme deserción escolar, en especial en zonas marginadas, es un gran problema. Una ley aprobada en 1998 establece la educación gratuita y obligatoria hasta los 12 años, pero nunca se puso en práctica.

“La educación no es ni gratuita ni obligatoria en  muchas zonas”, dijo Lala Arabia, directora ejecutiva y coordinadora de protección de la organización Insan, que trabaja con menores en la calle, en entrevista con IPS.

“Muchas veces les dicen a las familias que no hay suficientes lugares. ¿Cómo va a ser obligatorio? Lo sufren especialmente los extranjeros”, apuntó.

El frágil y fracturado Estado libanés descuidó muchas de las zonas pobres de Líbano. Actualmente, con el deterioro de la situación política y de la seguridad y en medio de la crisis de refugiados sirios, cada vez más niños y niñas escapan al sistema.

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