Estados Unidos abre el paraguas

Embarcación que la corriente arrastró a lo largo de Croton-on-Hudson, unos 50 kilómetros al norte de Manhattan, tras el huracán Sandy. Crédito: Katherine Stapp/IPS.

El gobierno de Estados Unidos se dispone a proteger a sus comunidades vulnerables ante desastres relacionados con el cambio climático, un año después de que el huracán Sandy devastó la costa este del país.

Un grupo de tareas de la Presidencia divulgó el lunes 19 un informe en el que detalla una estrategia para reconstruir la región devastada en octubre de 2012 por Sandy y proteger a la nación de futuros eventos extremos vinculados al cambio climático.

La “Hurricane Sandy Rebuilding Strategy” (Estrategia de reconstrucción tras el huracán Sandy) incluye 69 recomendaciones políticas, algunas de las cuales ya están en práctica.

Los autores sostienen que están diseñadas para “ayudar a los dueños de viviendas a permanecer en ellas y a repararlas, a fortalecer las pequeñas empresas y a revitalizar las economías y garantizar que comunidades enteras estén mejor capacitadas para soportar y recuperarse de futuras tormentas”.

La disposición del gobierno a confrontar directamente los desafíos relacionados con el cambio climático es vista con buenos ojos por algunos expertos ambientales.

“Es absolutamente crucial que Estados Unidos tenga en consideración al cambio climático mientras decide cómo invertir dinero en reparar y reconstruir infraestructura”, dijo Janet Larsen, directora de investigaciones en el Earth Policy Institute, un grupo de expertos con sede en Washington, en diálogo con IPS.

Larsen cree que Estados Unidos aprendió a los golpes que sus comunidades son vulnerables al recalentamiento planetario.

[pullquote]3[/pullquote]“Hace 10 o 15 años, si uno preguntaba dónde era probable que hubiera ‘refugiados climáticos’, comúnmente se creía que sería solamente en las pequeñas naciones insulares. Pero luego del huracán Katrina”, que azotó a Estados Unidos en 2005, hubo 25.000 personas “que tuvieron que abandonar sus hogares, y muchas aún no regresaron”, destacó Larsen.

Veintirés agencias federales participaron en la redacción de la estrategia, lideradas por el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de Estados Unidos.

Las recomendaciones buscan “reducir la burocracia”, pero quienes promueven soluciones más localizadas señalan que en realidad la incrementan, ya que hay muchas agencias involucradas.

“Hablan de una mejor coordinación”, dijo Tad DeHaven, analista presupuestario en el Cato Institute, en diálogo con IPS. “Pero la realidad es que hay demasiados federales en la cocina”.

Mientras, el estudio presenta pautas para usar los 50.000 millones de dólares autorizados por el Congreso legislativo y aprobados en enero por el presidente Barack Obama para reconstruir la región nororiental.

Según el Departamento de Vivienda, la estrategia también busca “servir como modelo para comunidades de toda la nación que enfrentan mayores riesgos de eventos meteorológicos extremos y continuar ayudando a reconstruir la región afectada por Sandy”.

La agencia enfatiza dos de sus recomendaciones como de particular impacto, y ambas giran en torno al potencial de una meteorología más extrema en el futuro.

Una es iniciar “un proceso para priorizar todos los proyectos de infraestructura a gran escala y mapear las conexiones e interdependencias entre ellas, así como pautas para garantizar que todos esos proyectos se construyan para soportar los impactos del cambio climático”.

Otra es “consolidar la infraestructura energética para minimizar los cortes de electricidad y la escasez de combustible –y garantizar la continuación del servicio de telefonía celular- en caso de futuras tormentas”.

El informe también urge a crear una “herramienta de proyección de aumento de nivel del mar” que esté públicamente disponible, a fin de mantener informadas a las comunidades vulnerables sobre cómo pueden cambiar los niveles del agua.

Tales medidas “mejorarán nuestra capacidad de soportar y recuperarnos efectivamente de futuros desatres relacionados con inundaciones en todo el país”, sugieren los autores.

La cruda verdad

[related_articles]En línea con una tendencia que se propaga por todo el planeta, el objetivo declarado de estas nuevas recomendaciones oficiales es lograr comunidades “resilientes”, que tengan capacidad “para responder efectivamente a una tormenta importante, recuperarse rápidamente de ella y adaptarse a las condiciones cambiantes, al tiempo de adoptar medidas para reducir el riesgo de daños significativos en una futura tormenta”.

Larsen sugirió que parte de este énfasis puede estar mal ubicado. Aunque el concepto de “resiliencia” se menciona unas 300 veces en el estudio, las causas del cambio climático, como las emisiones derivadas de la quema de combustibles fósiles, prácticamente no se abordan, dijo.

Aunque elogió el informe por reconocer el desafío del cambio climático, lamentó la falta de atención que se presta a estas causas.

Larsen planteó que conceptos positivos como la reconstrucción son populares desde el punto de vista político y, por lo tanto, más fáciles de proponerle al público, mientras que las “crudas verdades” que ponen al país a la defensiva no tienen un buen impacto en la imagen “dominante” que Estados Unidos tiene de sí mismo.

DeHaven coincidió en que la política está en juego en la estrategia que se centra en el plano federal. Dijo que el Estado y los políticos, sin considerar los costos a largo plazo, a menudo aceptan con demasiada rapidez los dólares federales.

Pero los costos a largo plazo, según DeHaven, son gobiernos estaduales y locales que dependerán de cheques federales y, por lo tanto, tendrán menos control sobre sus propios destinos.

“Una vez que el gobierno federal interviene y acumula poder, incluso después de que cede el problema original, tiende a no renunciar a ese poder”, dijo.

DeHaven también señaló que las políticas federales han agravado la vulnerabilidad al subsidiar seguros con primas por debajo del valor de mercado, lo que alienta la construcción en áreas riesgosas.

Para Larsen, un mejor plan nacional incluiría un calendario más rápido para reducir las emisiones y aceptar el hecho de que “puede haber algunas áreas en las que no construyamos en absoluto”.

“La idea principal debería ser que cuando miramos los costos de los desastres nacionales y entendemos que el cambio climático contribuye con su ocurrencia, empieza a quedar claro que esos costos superan a los de reducir el uso de combustibles fósiles”, enfatizó.

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