Tormentas trastornan economías caribeñas

Las inundaciones en Puerto España, capital de Trinidad y Tobago, en mayo pasado. Crédito: Peter Richards/IPS

El Caribe está en peligro de convertirse en una “región de morosos en serie”, entre otras cosas porque los desastres naturales están afectando severamente la capacidad de los gobiernos para afrontar sus obligaciones de deuda.

Las naciones caribeñas son algunas de las más vulnerables a las catástrofes climáticas. La región sufrió 187 eventos extremos en los últimos 60 años.

“Los efectos de los desastres naturales en el crecimiento y en la deuda (de la región) son significativos”, indica un estudio del Fondo Monetario Internacional titulado “Caribbean Small States: Challenges of High Debt and Low Growth” (Pequeños estados del Caribe: desafíos de una alta deuda y un bajo crecimiento).

“Muchas economías caribeñas afrontan una deuda alta y en aumento”, añade.

A los gobiernos caribeños les era más fácil entrar en cese de pagos que reducir sus gastos, dijo un experto de finanzas internacionales de la America University, citado por el servicio de información financiera Bloomberg en un reporte sobre la reestructuración de los créditos en la región, luego de que algunos países incumplieran con el pago de sus bonos.

En los últimos tres años, varios países caribeños debieron reestructurar esos papeles. Bloomberg citó los ejemplos de Belice, Granada y Jamaica.

Michael Hendrickson, oficial de asuntos económicos en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), explicó la presión que significaron los desastres naturales en las economías de la región en la última década.

“En Granada, el PIB (producto interno bruto) se contrajo principalmente debido a las consecuencias del huracán Iván”, señaló el experto.[related_articles]

“La tasa de crecimiento cayó de 9,5 por ciento en 2003 (antes del ciclón) a -0,7 por ciento en 2004 (el año del huracán), para recuperarse en 2005, con un crecimiento de 13,3 por ciento, sin duda gracias a las inversiones en la reconstrucción, pero cayó de nuevo en 2006”, agregó.

“Jamaica también sintió el impacto de Iván, y su tasa de crecimiento se redujo de 3,7 por ciento en 2003 a 1,3 por ciento en 2004. Esto se ve reflejado en sectores como la agricultura, la minería y el turismo”, señaló el funcionario de la Cepal.

“Más aún, los impactos se extendieron a 2005, cuando la economía creció solo 0,9 por ciento. En Belice, la tasa de crecimiento se redujo de 5,1 por ciento en 2006 a 1,1 por ciento en 2007, en parte como resultado del impacto del huracán Dean, que dañó la agricultura y la infraestructura productiva”, dijo.

La tendencia de los gobiernos de la región a financiar el crecimiento social y económico con créditos en vez de crear un apropiado marco para el desarrollo sostenible también contribuyó a generar una alta deuda en relación con el PIB.

Algunos países caribeños “tienen niveles de deuda que pueden ser considerados insostenibles”, planteó Hendrickson.  Los pagos de esas obligaciones consumieron cerca de 30 por ciento de los ingresos de los gobiernos en 2011.

“Esto reduce su capacidad para financiar las inversiones públicas y los programas de protección social”, indicó.

El estudio del FMI, publicado en febrero, señala que “parte del aumento (de la deuda) puede remontarse al costo de los desastres naturales, a sucesivos años de déficit fiscal y a los empréstitos y gastos fuera de partida de las empresas públicas”.

En un documento de trabajo titulado “Macroeconomic Implications of Natural Disasters in the Caribbean” (Implicaciones macroeconómicas de los desastres naturales en el Caribe), el organismo multilateral advierte “un incremento en el gasto» y “una pequeña reducción en los ingresos totales”.

“Esto no sorprende, ya que era esperable que los gobiernos y la población en general pidieran préstamos en respuesta a las conmociones” causadas por el cambio climático, añade.

Dado que los desastres naturales afectan a los dos sectores más importantes de la región, el turismo y la agricultura, el impacto en el crecimiento económico de los países es considerable.

Un informe de la Cepal titulado “La economía del cambio climático en América Latina y el Caribe” estima que las catástrofes asociadas con el recalentamiento planetario le costarán a la subregión hasta cinco por ciento de su PIB anual entre 2011 y 2050.

Sin embargo, debido a su estatus de países de medianos ingresos, la mayoría de los estados caribeños no pueden beneficiarse de programas de alivio de deuda, indica el estudio del FMI.

Además, “solo unos pocos países caribeños todavía califican para préstamos en condiciones favorables del Banco Mundial”.

“Dados los costos excepcionalmente altos que implican los desastres naturales, los pequeños estados del Caribe deben ser considerados los candidatos en primera fila para recibir financiamiento de apoyo ante el cambio climático”, sugiere el estudio.

En una reunión de gobernadores del Banco de Desarrollo del Caribe, el presidente de la institución, Warren Smith, abogó por una mayor cobertura de seguro para afrontar el impacto de los desastres causados por el recalentamiento planetario.

Smith subrayó la necesidad de usar más el Fondo Caribeño de Seguros contra el Riesgo de Catástrofes (CCRIF, por sus siglas en inglés).

Simon Young, presidente de la compañía Caribbean Risk Managers Ltd., que supervisa aspectos técnicos del CCRIF, dijo a IPS que 16 países de la región cuentan con pólizas del Fondo.

“Esas pólizas cubren huracanes y terremotos, y el monto total de la cobertura es de poco más de 600 millones de dólares” para las 16 naciones, explicó.

“No es suficiente”, reconoció Young, pero puntualizó que eso “depende de la capacidad de los países para pagar primas que puedan comprar una adecuada cobertura”.

Además, señaló que las primas del CCRIF cuestan menos de la mitad de las que se cobran en el mercado comercial.

No obstante, muchos países tienen dificultades para pagar un seguro incluso a tasas preferenciales. Como resultado, la cobertura es pequeña.

De todas formas, Young insiste en que la cobertura de seguro no es la respuesta al problema. “Los países del Caribe deben buscar vías más rentables para reducir el riesgo de desastres”, y el CCRIF es solo una de las tantas herramientas.

 

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