Trabajadores españoles víctimas de disputa entre Madrid y Gibraltar

Sin diálogo no hay solución, dicen los trabajadores españoles ante la barrera fronteriza con Gibraltar. Crédito: Alberto Pradilla/IPS

“La situación está fastidiada. España está a punto del levantamiento civil y el gobierno busca desviar la atención” aumentando los controles fronterizos en el peñón para provocar tensión entre las partes, acusó Manuel Márquez, delegado de la Asociación Sociocultural de Trabajadores Españoles en Gibraltar (Astecg).

Márquez realiza estas declaraciones junto a varios compañeros que protestan frente al control que la Guardia Civil y otra rama policial mantienen en la frontera entre La Línea de la Concepción, pequeña localidad del extremo sur de España, y Gibraltar, el territorio autónomo en poder de Gran Bretaña, de apenas 6,8 kilómetros cuadrados.

España reivindica históricamente su soberanía sobre este lugar, conquistado por los británicos a comienzos del siglo XVIII, pese a que sus habitantes han mostrado en reiteradas ocasiones su voluntad de seguir dependiendo de Londres.

Las tensiones crecieron en la zona en los últimos días después de que el gobierno español de Mariano Rajoy, del derechista Partido Popular, incrementó los controles en la frontera, provocando largas colas de hasta siete horas para cruzarla.

La situación es compleja. Por una parte está la cuestión de la soberanía reclamada por Madrid y, por otra, la difícil convivencia entre españoles y “llanitos”, como llaman sus vecinos a los habitantes de Gibraltar, ubicada en un minúsculo saliente de tierra hacia el mar y cuya mayor parte del territorio la ocupa un peñón.

[related_articles]En este complejo contexto, muchos se preguntan el por qué de la escalada en estos momentos.

Aunque el gobierno de España señaló que el origen del problema es el conflicto pesquero, que estalló a fines de julio cuando Gibraltar lanzó bloques de hormigón al mar para crear un arrecife, existe la sensación generalizada en la zona, especialmente entre los sindicalistas, de que Rajoy utiliza esta crisis para desviar la atención del escándalo de corrupción que lo afecta y la crisis económica del país.

Mientras, los más perjudicados son, precisamente, todos aquellos cuya subsistencia depende de cruzar la frontera diariamente para ir de su casa al trabajo.

“Esto no sirve para nada. La Línea y Gibraltar siempre han tenido buena relación, es el gobierno el que debería de solucionarlo”, se quejó José Antonio García, quien al momento de conversar con IPS ya llevaba más de una hora y media esperando en su automóvil para atravesar la frontera y cargar gasolina.

Es que en Gibraltar los precios son más bajos que en España debido a que el territorio no paga impuestos, lo que le ha llevado a ser calificado de paraíso fiscal, puesto que también existe un régimen especial para los bancos.

“Estoy en paro (desempleado), tengo seis nietos y necesito darles de comer. Esperaré lo que haga falta, porque con un cartón de tabaco hago el día (de venta)”, explicó a IPS un hombre mayor de 70 años, pero que no quiso ser identificado.

El contrabando de tabaco es uno de los negocios ilegales más lucrativos. Un cartón de 10 paquetes de cigarrillos, que habitualmente puede costar 40 euros (53,57 dólares) en España, en Gibraltar apenas llega a la mitad.

Por esa razón la ley de aduanas solo permite cruzar en la zona un cartón al día, aunque los grupos de personas sentados junto a la frontera, haciendo como que dejan pasar el tiempo, evidencian que el flujo de cigarrillos es constante.

Desde que Madrid decidió incrementar los controles, tanto para entrar como para salir del Peñón de Gibraltar, el colapso fue total en la frontera. Comenzó hace una semana y ha provocado que, intermitentemente, se registren aglomeraciones de hasta siete horas. Estas se ven agravadas por temperaturas que, en determinados momentos, pueden llegar a los 40 grados.

“Pensaba estar el fin de semana con mi familia pero, tras recibir la noticia, me desplacé junto a varios compañeros a ayudar a quienes se encontraban esperando”, explicó Márquez a IPS.

Fuentes del gobierno autónomo de Gibraltar confirmaron a IPS que se llegaron a repartir 11.000 botellitas de agua para hacer frente al calor, lo cual no evitó que varias personas, especialmente de edad avanzada, tuviesen que ser atendidas en hospitales cercanos.

En esta crisis, los peor parados son los trabajadores españoles que cruzan diariamente al territorio británico.

“Este es un país de ideología fascista, donde el patriotismo da votos. Por eso ningún partido quiere solucionar el problema”, argumentó Márquez, quien ha trabajado toda su vida en el astillero de Gibraltar.

En la misma línea, Miguel Ángel Zoilo, enfundado en su uniforme de vigilante, insiste en la tesis de la «cortina de humo». «Esto es un visillo con los colores patrióticos, pero que provoca división», apuntó.

Luego Zoilo se dirigió a pie hacia la frontera. En ese momento no había cola pero, de esta manera, evitaba las posibles aglomeraciones. No se puede olvidar que al menos 7.000 vecinos de La Línea de la Concepción penetran diariamente en Gibraltar para trabajar en construcción o servicios. Un bálsamo para una población de 64.000 habitantes en la que al menos 11.000 están desempleados.

De este modo, los sueldos procedentes del peñón son básicos para su subsistencia. En estas circunstancias, los habitantes de Gibraltar tampoco entienden la posición de Madrid. «Es idiota. Están perjudicando a sus propios ciudadanos», cuestionó la gibraltareña Occa Harris, quien remarcó que el peñón «nunca» pasará a soberanía española.

En una conversación no es difícil distinguir a un «llanito», que se delata por un particular lenguaje que mezcla el castellano con el inglés.

La teoría de la maniobra de distracción llega incluso hasta los cuerpos policiales. «Desvían la atención, pero esto tiene que tener una solución política», comentó a IPS el secretario de organización de la provincia de Cádiz del Sindicato Unificado de Policía (SUP), José González,

El SUP se concentró el miércoles 7 delante de la frontera para denunciar las presiones sufridas desde el Peñón de Gibraltar, donde se llegó a publicar una página web con fotografías de los agentes que trabajan en el paso fronterizo.

Por el contrario, los pescadores son, probablemente, uno de los pocos sectores que han cerrado filas con el gobierno español.

Leoncio Fernández, patrón de la Cofradía de La Línea de la Concepción, argumentó su apoyo a las decisiones de Madrid e instó a Gibraltar a retirar los bloques de hormigón. Claro que reconociendo que, como mucho, apenas una decena de barcos pueden llegar a faenar en aguas gibraltareñas, que España reclama como suyas.

Londres, mientras tanto, anunció el envío de un buque de guerra a la zona. Nuevos pasos en una escalada cuyas principales víctimas son quienes, como Márquez, reivindican una mesa en la que los principales actores se sienten y dialoguen.

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