Veteranos de guerra kurdos piden otra oportunidad

Veteranos combatientes kurdos posan en su sede de Suleymania, en el Kurdistán Iraquí". Crédito: Karlos Zurutuza/IPS

“El anuncio de los islamistas de que Dios aprobaba matar kurdos en Siria en estas fechas nos hizo reaccionar”, explica Faruk Aziz Jadir. A sus 60 años, este kurdo de Iraq no ve el momento de tomar las armas para defender a sus hermanos, al otro lado de la frontera. Y ya son muchos como él.

Jadir presume de su pasado “peshmerga”, que en kurdo quiere decir “los que se enfrentan a la muerte”.

Este combatiente preside actualmente la “Asociación de Peshmergas Veteranos de la PUK (Unión Patriótica de Kurdistán)”. El requisito indispensable de todos sus miembros es “haber combatido al tirano hasta 1991”, cuando los kurdos de Iraq consiguieron expulsar a las tropas de Saddam Hussein (1937-2006) de su territorio definitivamente.

En la sede de los veteranos en Suleymaniya, 260 kilómetros al noreste de Bagdad, es donde IPS conoce los detalles del proyecto en ciernes. “Somos alrededor de 2.300 miembros, de los cuales la mitad estamos dispuestos a combatir junto a los kurdos de Siria contra los islamistas que intentan invadir su territorio”, resume Jadir desde su despacho, rodeado de nueve voluntarios.

Los kurdos de Siria han optado por una tercera vía, en clara oposición al gobierno de Bashar al Assad, pero sin alinearse con la insurgencia. Desde mediados de julio, la zona bajo su control está viviendo episodios de violencia no vistos hasta ahora debido al creciente flujo de extremistas islámicos.

En ese marco, los kurdos han denunciado el apoyo a esas células de Turquía, que no vería con buenos ojos una nueva entidad autónoma kurda en sus fronteras.

[related_articles]El presidente de la asociación habla de “emergencia humanitaria”, a la vez que rechaza que la suya se trate de una iniciativa exclusivamente militar. “Con la mitad de nuestros sueldos y pensiones hemos reunido 15.000 dólares y también enviado ayuda humanitaria como comida, tiendas de campaña y otras cosas”, subraya.

Es que los kurdos nunca la han tenido fácil. Tras apoyar a los aliados contra el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial, lograron el Tratado de Sèvres (Francia, 1920) que reconocía un país para ellos. Sin embargo, este nunca se ratificó y fue sustituido por el de Lausana (1923), que repartió el territorio reivindicado como independiente entre Iraq, Irán Turquía y Siria.

Entre 30 y 40 millones de kurdos son hoy la mayor nación sin Estado del mundo, siendo la Región Autónoma Kurda de Iraq lo más parecido a un país que este pueblo ha tenido nunca.

La pregunta resulta obvia: ¿por qué no envía Erbil (la capital administrativa de los kurdos de Iraq) a su propio ejército, más numeroso, mejor equipado y, sobre todo, más joven que los veteranos de Suleymaniya?

“¡Vaya y pregúnteselo usted mismo!”, espeta con impotencia Razgar Hassan, también “peshmerga, desde 1982”, y hoy oficial de policía.

Otros se muestran más prudentes. “Erbil está sometida a una tremenda presión por parte de Irán, Turquía… No podemos dejar que los sentimientos prevalezcan sobre la lógica”, apunta Dilshad Sharif, al que los años y la guerra todavía no han conseguido blanquear su intenso cabello rojo.

Y es que el proceso de paz en ciernes entre Ankara y los kurdos de Turquía es también una de las papas calientes de Erbil.

El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) ha mantenido una guerra de casi 30 años en pos de reconocimiento y derechos. La montañas de Qandil, al norte de Iraq, han servido como cuartel general durante la última década a la vez que espina en la relaciones entre Erbil y Ankara.

“Estoy muy orgulloso del PKK y solo lamento no ser más joven para poder unirme a ellos en las montañas”. Son palabras de Derwish Abdala, a quien las frecuentes imágenes en televisión de la guerrilla de los kurdos de Turquía le traen “vivos recuerdos” de su juventud. “Me veo a mi mismo en los años 80”.

Sin embargo, es la propia realidad la que se encarga de sacudir la nostalgia entre los presentes. El hoy en vigor es ya el noveno alto el fuego unilateral declarado por el PKK y nadie entre los veteranos confía en que Turquía dé ningún paso hacia la paz.

Hawre Ahmed pide que nadie olvide la “terrible situación” a la que también se enfrentan los kurdos bajo control de Teherán.

“¿Qué podemos esperar de un gobierno teocrático que ahorca a los nuestros en las plazas públicas por el mero hecho de ser kurdos?”, lamenta este peshmerga desde 1985.

Amnistía Internacional, en su último informe anual de 2013, denuncia “al menos 63 ejecuciones públicas” en Irán, la mayoría de las cuales son de kurdos e individuos pertenecientes a otras minorías del Estado persa.

A pesar de las dificultades, muchos de entre estos veteranos ven motivos para el optimismo. El 22 de julio, representantes llegados de las cuatro partes de Kurdistán se reunieron en Erbil para sentar las bases de una futura “Conferencia Nacional Kurda”, a celebrarse en esa ciudad el 24 de este mes.

El líder de los veteranos retoma la palabra. “Los kurdos no solo hemos combatido contra regímenes tiranos sino que también lo hemos hecho entre nosotros”, recuerda entre sorbos a su taza de té.

Khadir se remonta a la guerra civil vivida tras la caída de Saddam Hussein, las luchas entre kurdos de Iraq y de Turquía así como las disputas internas actuales entre los que están en Siria.

“Si alguien me hubiera dicho hace solo dos años que partidos de todo Kurdistán se iban a sentar en torno a una única mesa, lo habría tomado por un visionario loco”, dice el líder peshmerga. “Ahora sabemos que estamos todos en el camino correcto”, asegura.

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