Gays de Pakistán detrás de una fachada

Un mural del artista pakistaní Asim Butt. Crédito: Zofeen Ebrahim/IPS

El pakistaní Sameer* es padre de dos hijos y ya tiene más de 50 años. Hace tres, luego de más de dos décadas de matrimonio y simulaciones, decidió salir del armario.

Ahora vive con Ahmed*, un aspirante a actor a quien dobla en edad. Sameer dijo que llegó a un punto en que su vida de “mentiras y más mentiras” se había vuelto asfixiante.

“Es como haberme sacado un peso de encima. Finalmente puedo ser yo mismo”, dijo a IPS este empresario de Karachi.

Es difícil precisar cifras, pero Pakistán cuenta con una considerable población de lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT). Un sitio web de la comunidad tiene 25.000 miembros registrados de todo el país, de los cuales 8.500 son solo de Karachi.

“Obviamente, entre estos figuran solo los que manejan tecnología” informática, dijo Akbar*, un médico de 36 años que mantiene una relación con Alí*, de 31, profesional de la publicidad.

“Debe haber muchos que no saben usar computadoras o prefieren seguir en el armario”, dijo a IPS.

La conservadora ley pakistaní, influenciada por la fe musulmana, considera a la homosexualidad un pecado. El artículo 377 del Código Penal castiga los actos “contra el orden de la naturaleza” con hasta 10 años de prisión y una multa. Sin embargo, aún no hay casos de condenas.

La sociedad en general es más tolerante, siempre que los homosexuales guarden las apariencias. “Muchos ministros participan en actos homosexuales”, aseguró Ahmed. “¡Yo mismo he recibido sus atenciones!”.

Es quizás por esto que los gays con los que habló IPS no recordaron haber sufrido o presenciado actos de homofobia. “Mientras permanezcas en el armario y no exijas tus derechos, estás seguro”, dijo Akbar.[related_articles]

Sin embargo, la presión para ser discretos es demasiado fuerte y los homosexuales se sienten restringidos en sus libertades. “Ni siquiera podemos dejar que nos vean juntos en un café, no hay espacios públicos donde podamos ser nosotros mismos”, se lamentó Sameer.

Existen varias zonas de Karachi conocidas por ser puntos de encuentro de homosexuales, como los alrededores del mausoleo de Abdalá Shah Ghazi, patrono de la ciudad, y los jardines del Frere Hall, histórico edificio de la época colonial británica.

Los gays más adinerados viajan al exterior y organizan fiestas privadas. El correo electrónico y los mensajes de texto también facilitaron los encuentros. “Ahora podemos reunirnos solo apretando un botón”, dijo Akbar.

Pero las relaciones homosexuales estables son más complicadas, y no necesariamente incluyen fidelidad. Aunque Sameer y Ahmed se profesan amor mutuo, no definen su relación como monógama. “Todos en nuestra comunidad tienen sexo con otros”, dijo Sameer.

Akbar también admitió que puede tener relaciones casuales con otras personas a pesar de estar “enamorado de Alí”.

“Al menos no engañamos a nuestras parejas, como hacen algunos hombres heterosexuales”, dijo Akbar. “Casi todos los hombres heterosexuales casados que conozco tienen una relación extramarital. No tienen reparos en ser infieles siempre que tengan la oportunidad y no sean descubiertos”.

IPS consultó a un banquero heterosexual casado, que no quiso ser identificado, sobre su opinión al respecto, y este respondió: “Me sorprende que estas personas, que se quejan de ser reprimidas por la sociedad, parezcan ser tan moralistas con nosotros como nosotros lo somos con ellas”.

Por otra parte, Alí Aamir, un profesional de las finanzas, admitió que podía haber cierta verdad en las palabras de Akbar. “La sociedad y la religión le dieron al matrimonio un carácter sagrado, pero detrás de esa fachada todo puede ocurrir”, dijo a IPS.

Ahmed dijo conocer muchas personas que guardan una fachada de vida matrimonial tradicional y tienen un amante de su mismo sexo. Él mismo dijo estar abierto a la idea de formar un matrimonio heterosexual.

“La vasta mayoría de los matrimonios (en Pakistán) están arreglados, no fueron construidos sobre la base del amor. Yo sería honesto sobre mi orientación (sexual) antes de casarme”, indicó.

Ahmed señaló que muchas mujeres amigas no rechazan la idea de casarse con un hombre homosexual.

“Conozco a muchos gays que tratan bien a sus esposas, e incluso se desempeñan bien en la cama”, añadió. “De hecho, estamos muy en armonía con las necesidades de las mujeres, y por tanto podemos ser mejores esposos”.

Pero mientras Ahmed está dispuesto a llevar esa doble vida, Sameer ve al matrimonio como una prisión.

Es más fácil tener una relación homosexual cuando eres joven, dijo Sameer. “Ir a un colegio de varones, tener amigos hombres o incluso pasar la noche con ellos nunca llama la atención. Solo cuando llegas a la edad de casarte es que comienza la presión”.

“Incluso cuando tu familia lo sabe, intenta atraparte y piensa que el matrimonio te curará de esta ‘fase pasajera’”, dijo Akbar.

Akbar también se siente frustrado porque, aunque mantiene una relación con Alí desde hace ocho años, no puede hacerla pública, aun cuando su familia ha aceptado su orientación sexual. “Estoy cansado de decir que es mi primo o mi amigo. Quiero decirle al mundo que somos una pareja”, dijo.

La situación se complica más cuando se trata de obtener un seguro o cobertura médica, como lo descubrió Akbar cuando intentó comprar un seguro de vida y le dijeron que no podría incluir a Alí como beneficiario. “Tenía que ser un familiar de sangre o una esposa”, indicó.

“Hoy los gays en Occidente demandan iguales derechos para parejas del mismo sexo. En Pakistán falta mucho para llegar a eso”, señaló Jumana*, consultora en desarrollo.

Pero “el hecho de que al menos estén dispuestos a hablar públicamente sobre sus dificultades es un primer y valiente paso”, dijo a IPS.

*Los nombres han sido cambiados para proteger sus identidades.

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