Israel guarda silencio sobre armas químicas

“¿Israel también tiene armas químicas?”, es la pregunta que se hizo la revista Foreign Policy, sobre la base de la información revelada por un documento desclasificado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.

Redactado en 1983, 10 años después de la Guerra de Yom Kipur, que enfrentó a Egipto y Siria con Israel, el documento sostiene que el Estado judío “llevó adelante un programa de preparación para una beligerancia química, tanto en el área ofensiva como defensiva”.

Sea verdad o no, la información coincide con la doctrina israelí de procurar siempre disuadir a los estados árabes inclinando la balanza de poder bélico a su favor, dijo a IPS el profesor Shlomo Aronson, experto en armas de destrucción masiva de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

“Ya que los estados árabes comenzaron a fabricar armas químicas, es bastante natural que Israel haya hecho algo similar. Ellos tienen armas químicas, nosotros tenemos que tenerlas también”, explicó.

“Siria desarrolló su arsenal químico para equilibrar la amenaza que suponían las armas atómicas israelíes”, dijo por su parte Ziad Abu Zayyad, exjefe de la delegación palestina en las conversaciones de paz de Medio Oriente sobre Control de Armas y Seguridad Regional (1991-1996), en diálogo con IPS.

“Aunque no podemos confirmar que Israel posea agentes químicos letales”, señala el informe de la CIA, “varios indicios nos llevan a creer que tiene a su disposición al menos agentes neurotóxicos persistentes y no persistentes, un agente mostaza y varios antidisturbios, acompañados de sus correspondientes sistemas de lanzamiento”.

Es sabido desde comienzos de los años 70 que el hermético Instituto Israelí para la Investigación Biológica, ubicado en la localidad de Ness Ziona, 20 kilómetros al sur de Tel Aviv, realiza pruebas químicas.

El documento de inteligencia citado en la revista estadounidense identificaba “un probable centro de producción de armas químicas con agentes nerviosos y una instalación de depósito en el Área de Almacenamiento Sensible de Dimona, en el desierto del Néguev”.

Esto quiere decir que se encontraría cerca de una instalación de investigación nuclear israelí donde se cree que se fabrican ojivas atómicas.[related_articles]

Oficialmente, el Estado judío ni confirma ni niega tener un programa de armas químicas, e intencionalmente es ambiguo sobre su plan relativo a las de destrucción masiva. Solo deja ver al público los centros de distribución de máscaras antigás y los ejercicios que realiza regularmente para protegerse ante un eventual ataque químico.

Aronson descifra la doctrina israelí así: “No reconocer la existencia de las armas de destrucción masiva antes de que prevalezca la paz… y no comprometerse públicamente con ninguna línea roja en materia de armas no convencionales”.

Israel firmó la Convención sobre Armas Químicas, de septiembre de 1993, que prohíbe la producción, el almacenamiento y el uso de ese tipo de armamento, pero nunca la ratificó.

De implementarse, “el tratado permitiría a inspectores visitar las instalaciones de Israel, incluyendo las nucleares”, dijo Aronson.

Abu Zayyad cree que, después de Siria, Israel debería entregar su armamento químico. “Se deben vincular” ambos casos, dijo a IPS. “Estamos tratando de que Medio Oriente quede libre de armas de destrucción masiva”.

Pero Israel se resiste a que se lo presione para una ratificación de la Convención en el marco de la iniciativa de desarme de Siria.

“La paz es la única solución a la situación de seguridad de Israel”, sostuvo Abu Zayyad.

El Estado judío se niega a responder a los periodistas extranjeros al respecto, y opta por atender solo las más discretas inquietudes de la prensa local.

“Algunos países de la región no reconocen el derecho de Israel a existir, y abiertamente llaman a aniquilarlo”, dijo un portavoz de la cancillería israelí al periódico liberal Haaretz.

“En ese contexto, la amenaza de armas químicas contra Israel y su población civil no es teórica ni distante”, añadió para explicar por qué su país no ratificaba la Convención.

El secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, John Kerry, viajó a Jerusalén para informarle al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu los detalles del acuerdo con Rusia para obligar el desarme químico de Siria.

“Si logramos eso”, declaró Kerry, “habremos fijado una pauta que guíe el comportamiento con Irán y Corea del Norte”.

“La determinación que muestra la comunidad internacional para con Siria tendrá un impacto en Irán, el patrón del régimen” de Bashar al Assad, le dijo Netanyahu a Kerry. “Si la diplomacia tiene alguna posibilidad de funcionar, debe ir acompañada de una creíble amenaza militar”.

Netanyahu sabe que Estados Unidos, luego de haber adoptado este enfoque con Siria, no puede dejar de apoyar públicamente a Israel en su conflicto con Irán, aun cuando Teherán dé señales de estar dispuesto a hacer compromisos sobre su plan de desarrollo nuclear.

Y por el momento, las demandas de que Israel entregue el arsenal de gases venenosos que supuestamente posee están destinadas a evaporarse en el aire.

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