Cuando el trabajo sexual es “una buena opción”

Muchas prostitutas de Phnom Penh se convirtieron en “trabajadoras del entretenimiento”. Crédito: Michelle Tolson/IPS.

“No digo que todo el mundo tenga que ser trabajador sexual, pero se gana más dinero” que en otros rubros, señaló a IPS el camboyano Virak Horn, de 32 años, quien realiza esa actividad de modo independiente en Phnom Penh. Sus ingresos le permiten mantener a su familia y pagar sus estudios universitarios.

Melissa Hope Ditmore, consultora sobre género, desarrollo, trabajo sexual y VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida), radicada en Nueva York, dijo a IPS: “La mayoría de las trabajadoras y los trabajadores sexuales con los que hablé en Camboya, Estados Unidos y otras partes describieron su tarea como el mal menor entre opciones que no son precisamente grandiosas. Algunos incluso la definieron como una buena opción”.

Ditmore llevó a cabo una investigación exhaustiva para un informe que elaboró para la organización de derechos humanos Sex Workers Project en 2009.

¿Reaccionan de modo exagerado las organizaciones como Igualdad Ya, que protestan contra la recomendación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de despenalizar el comercio sexual, alertando que eso pondrá en peligro los esfuerzos para impedir la trata de personas?

Agencias del foro mundial publicaron en 2012 dos informes que se centran en la prevención del VIH. Uno de ellos, “Sex Work and the Law in Asia and the Pacific” (El trabajo sexual y la ley en Asia Pacífico), fue elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (Onusida). El segundo, “El VIH y la ley: Riesgos, derechos y salud”, fue publicado por la Comisión Global sobre VIH y Derecho del PNUD.[related_articles]

En ambos se menciona la ilegalización del trabajo sexual como uno de los principales factores que dificultan las respuestas al VIH.

Pero Igualdad Ya cuestionó esta conclusión, urgiendo a la ONU a “escuchar a las sobrevivientes” de la explotación sexual y a reconsiderar sus informes.

“Igualdad Ya intenta decir que la prostitución en sí misma es una violación a los derechos humanos”, dijo Andrew Hunter, presidente de Global Network of Sex Work Projects y gerente de programas y políticas en la Asia Pacific Network of Sex Workers, en diálogo con IPS.

Sin embargo, reiteró lo que ONU Mujeres señaló este mes en un comunicado: el trabajo sexual no puede considerarse del mismo modo que la trata de personas o la explotación sexual.

Igualdad Ya se negó a formular declaraciones al respecto.

Investigadores y trabajadores sexuales también expresaron que Igualdad Ya es injusta al afirmar que los informes de la ONU no incluyeron el punto de vista de quienes ejercen la prostitución. La Comisión Global sobre VIH y Derecho del PNUD, dijeron, recibió 680 aportes de 140 países para elaborar su estudio.

Por ejemplo, la Purple Sky Network, red de organizaciones contra el VIH de la gran región del Mekong, que abarca a Camboya, Tailandia, Vietnam y Birmania, dijo que sus esfuerzos para proteger la salud los trabajadores sexuales masculinos y transgénero se interrumpieron luego de que la policía empezó a considerar a los presevativos evidencia de prostitución y clausuró locales.

Del mismo modo, la organización no gubernamental Action for Health Initiatives, dijo que la policía acosa a personas que trabajan en la prevención del VIH y las arresta si descubre que antes ejercieron la prostitución.

Hunter cree que organizaciones contra la trata de personas como Igualdad Ya han tenido una enorme influencia en las políticas de los países menos adelantados, como Camboya.

En vez de limitarse a lo especificado en el protocolo contra la trata de personas, de la ONU, “Camboya fue más allá y adoptó una definición que coincidía con la de los grupos estadounidenses” que asocian el fenómeno con el trabajo sexual, agregó.

La prostitución se ilegalizó en Camboya cuando este país del sudeste asiático implementó la Ley para la Eliminación de la Trata de Personas y la Explotación Sexual, en 2008. Entonces la policía lanzó un vasto operativo en el que se clausuraron 381 burdeles, lo que obligó a las prostitutas a trabajar en otros lugares, como bares de karaoke y casas de masajes.

Cheryl Overs, integrante del grupo técnico asesor de la Comisión Global sobre VIH y Derecho del PNUD, documentó este cambio en el informe sobre “Sexualidad, pobreza y derecho” en Camboya divulgado en septiembre.

Entre 2008 y comienzos de 2009 surgieron 21.463 nuevas “trabajadoras del entretenimiento”, dijo a IPS. Suelen ganar entre 50 y 110 dólares por mes, pero necesitan un promedio de 177 para sobrevivir, agregó. Esto obligó a muchas a retomar la prostitución.

Phal Sophea, quien trabajó 10 años vendiendo cerveza en Siem Reap, en el noroccidente de Camboya, recordó su experiencia. Le pagaban 50 míseros dólares al mes y corría peligro de volverse adicta al acohol, pues la obligaban a beber hasta 12 cervezas por noche en compañía de clientes que la manoseaban y a veces la quemaban con sus cigarrillos.

Cuando la violaron, ni su jefe ni la policía la ayudaron. “Ese trabajo era el infierno, pero yo lo necesitaba”, dijo a IPS.

Actualmente, Sophea es representante de Siem Reap en la Federación Camboyana de Trabajadores de los Alimentos y los Servicios, colectivo que ha ganado varios juicios contra firmas cerveceras.

La situación de las prostitutas que trabajaban en la calle era peor. Eran las más afectadas por la brutalidad policial, dijo Horn, quien también es coordinador del proyecto de hombres que tienen sexo con hombres para el servicio sobre VIH/sida de la red Personas Camboyanas que Viven con VIH (CPN+) e integrante de The Women’s Network for Unity, colectivo liderado por prostitutas que también apoya a trabajadores sexuales masculinos y transgénero.

Unas 440 trabajadoras sexuales fueron arrestadas en las calles de Phnom Penh como parte de una campaña destinada a preparar la ciudad para la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) en 2012, según Overs.

“Es tiempo de que la despenalización se tome en serio”, dijo Susan López, cofundadora de la Desiree Alliance, una organización que defiende los derechos de las trabajadoras de la industria del sexo.

Sebastian Krüger, encargado de comunicaciones del Programa de Salud Pública de las Open Society Foundations, dijo a IPS que ellos también están a favor de la despenalización de la prostitución.

“Apoyamos a las organizaciones lideradas por trabajadoras sexuales y a los activistas que luchan para poner fin a la violencia y a los abusos policiales, garantizar el acceso a servicios legales, desafiar y cambiar leyes y políticas que perjudican la salud, y aumentar el acceso a servicios de salud adecuados”, agregó.

Se prevé que las organizaciones lideradas por trabajadoras sexuales serán socias cruciales a la hora de reformar el enfoque sobre salud sexual que impera en el país.

“El sistema camboyano de prevención del VIH y de infecciones de transmisión sexual colapsó cuando se clausuraron los burdeles”, dijo Hunter. “Cambió toda la situación del financiamiento”.

Aunque en 2011 se redujo la prevalencia general del virus en el país, el Centro Nacional de Dermatología vinculada al VIH/Sida y las Enfermedades de Transmisión Sexual señaló que esta todavía es alta entre las mujeres que se dedican a la prostitución (14 por ciento).

La Organización Mundial de la Salud divulgó este mes un informe con pautas para implementar programas contra el VIH y las infecciones de transmisión sexual, apoyando a quienes ejercen la prostitución y adoptando un enfoque liderado por la comunidad para “planear, entregar y controlar el servicio” que se brinda a las trabajadoras sexuales.

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