Turkmenistán y Uzbekistán: Gobernantes de hielo cultivan cálidos lazos

Dos de los presidentes más despóticos del mundo gobiernan Turkmenistán y Uzbekistán, según organizaciones de derechos humanos. Pero cuando están frente a frente, el turkmeno Gurbanguly Berdymujamedov y el uzbeko Islam Karimov se tratan con cortesía y respeto.

En su encuentro más reciente, a fines de noviembre en Tashkent, la capital uzbeka, los mandatarios firmaron acuerdos de cooperación económica y humanitaria.

También hablaron sobre las disputas por el agua Asia Central, aunque, como de costumbre, escasearon los detalles públicos sobre esa conversación. En cualquier caso, el tenor general de la reunión fue optimista.

Actualmente, la cooperación entre los dos países “se desarrolla de modo dinámico”, declararon los medios estatales uzbekos. “La reunión en Tashkent (…) es la continuación lógica de un diálogo eficaz y activo”.

Analistas políticos locales se hicieron eco del punto de vista oficial. Las relaciones bilaterales son “bastante estables, de tipo empresarial y confiables”, dijo Farjad Tolipov, un experto radicado en Tashkent.

Pero el ambiente de hoy en día es muy distinto al de hace apenas una década, cuando, tras un presunto intento de golpe de Estado en Turkmenistán, en noviembre de 2002, se congelaron las relaciones con Uzbekistán.[related_articles]

Las autoridades acusaron a Uzbekistán de ayudar a los presuntos autores del golpe. Uno de ellos, el exministro de Relaciones Exteriores de Turkmenistán, Boris Shijmuradov, pasó supuestamente una semana escondido en la embajada uzbeka en Ashgabat, capital turkmena, antes de ser capturado y sentenciado a cadena perpetua.

Amigos y familiares de Shijmuradov no lo han visto ni sabido de él desde 2007.

Cuando llegó al poder, tras la muerte repentina del presidente Saparmurat Niyazov en 2006, Berdymujamedov promovió un acercamiento entre Ashgabat y Tashkent.

Al parecer, el nuevo mandatario de Turkmenistán creyó que mejorar las relaciones con el país vecino lo ayudaría a consolidar su propio poder, explicó Andrey Grozin, director del Departamento de Asia Central en el Instituto CIS de la Academia Rusa de Ciencias, en diálogo con EurasiaNet.org.

“Berdymujamedov (…) necesitaba legitimarse en la región como nuevo líder de Turkmenistán. Y Uzbekistán buscaba normalizar sus relaciones con Turkmenistán porque le resultaba duro sostener un estado de conflicto con casi todos sus vecinos”, añadió Grozin.

En las últimas etapas del mandato de Niyazov, Turkmenistán intensificó los controles en su frontera con Uzbekistán, lo que obstaculizó el comercio.

La comunidad de uzbekos en Turkmenistán también quedó aislada de sus familiares en el vecino país.

Berdymujamedov empleó la diplomacia personal para aliviar las tensiones bilaterales. “Las reuniones anuales entre los presidentes (…) señalan un nivel de cooperación más alto que bajo el gobierno anterior de Turkmenistán”, dijo el analista político Tolipov a EurasiaNet.org.

Según Grozin, aunque en estos tiempos pocos ven en Turkmenistán un liderazgo regional, los estados vecinos intentan cultivar lazos más fuertes con Ashgabat.

La creciente popularidad de Ashgabat está vinculada a su rol como centro de energía y de tránsito. En los meses previos a la reunión entre Berdymujamedov y Karimov, los presidentes de Kazajstán, Tayikistán, Afganistán y China visitaron Turkmenistán.

En mayo, el kazajo Nursultan Nazarbayev llegó para impulsar la construcción de una ruta ferroviaria que conecte a su país con Irán a través de Turkmenistán, a lo largo de la costa del mar Caspio.

En junio, Imomali Rahmon, de Tayikistán, y Hamid Karzai, de Afganistán, asistieron a una ceremonia en la provincia de Lebap, en el oriente de Turkmenistán, donde se colocó la piedra fundacional de otra vía férrea, Turkmenistán-Afganistán-Tayikistán, que circunvalará Uzbekistán.

En septiembre, Xi Jinping, de China, que en 2009 inauguró un gasoducto desde Turkmenistán, al que le compra alrededor de la mitad del gas que importa, firmó un acuerdo para incrementar ese intercambio y respaldó la construcción de plantas procesadoras como el segundo mayor yacimiento del mundo, Galkynysh.

Por estos días, Karimov debe estar deseando que Ashgabat ayude a aliviar los problemas que padece Uzbekistán por la escasez de gasolina, y a construir una ruta ferroviaria hacia Irán y el Golfo, que haría del territorio uzbeko zona de tránsito entre China y el Golfo.

Con apoyo chino que incluye un préstamo de 350 millones de dólares firmado el 29 de noviembre, Uzbekistán empezó a construir otra línea férrea entre sus regiones centrales y el oriental valle de Fergana, que puede terminar comunicándolo con China a través de Kirguistán. Pero Beijing y los kirguisos todavía no se pusieron de acuerdo sobre la ruta que seguirá.

Pero varios expertos en transporte dudan de que el plan ferroviario de Tashkent dé resultado.

“El corredor ferroviario desde Uzbekistán hasta el Golfo es apenas una rama complementaria de (otras rutas norte-sur), que se desarrollarán con o sin Uzbekistán”, señaló Jacopo Pepe, un investigador del Centro para los Estudios de la Región del Caspio en la Universidad Libre de Berlín.

Publicado en acuerdo con EurasiaNet.org.

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