La gran tarea de salvar a la Pequeña Martinica

Un muro de contención de 140 metros de largo es parte de un proyecto para proteger a Pequeña Martinica de los impactos del cambio climático. Crédito: Tecla Fontenad/IPS.

Sánchez es un pequeño y central distrito comercial en Pequeña Martinica, la diminuta isla que forma parte del estado de Granada y que corre el riesgo de volverse aún más diminuta.

Las menos de 240 hectáreas de Pequeña Martinica están dominadas por tierras comunitarias, recreativas, artesanales e industriales, una junto a otra, y en algunos casos compartiendo incluso el mismo espacio. La población local, de unas 900 personas, usa la zona de la franja costera para construir barcos, hacer deportes y otras actividades recreativas y al aire libre.

Pero a lo largo de las últimas dos décadas, el área experimentó una erosión generalizada. Las autoridades dicen que se han perdido por lo menos 30 metros en un período de 15 a 20 años, causando una destrucción severa al único tramo llano de la isla.

La costa rocosa al norte de la playa se convierte en un pequeño arrecife de coral, pero no es suficiente para proteger  toda la franja costera de corrientes y marejadas. Las olas que llegan del océano Atlántico azotan regularmente las costas de Sánchez. A consecuencia, toda arena que se mueve a lo largo de la franja costera es automáticamente arrasada y se pierde del sistema litoraleño.

“Nuestras vulnerabilidades ante los desastres naturales son tremendas, y aunque no podemos impedir los desastres, podemos centrarnos en mitigar y crear resiliencia contra sus impactos”, dijo a IPS el ministro para asuntos de las islas de Carriacou y Pequeña Martinica, Elvin Nimrod.

La erosión expuso las capas de cenizas blandas, que son de color gris claro a marrón claro. A las autoridades les preocupa que, si se permite que la erosión continúe, la carretera que llega hasta el final del campo recreativo se vea perjudicada y termine colapsando.

En el extremo norte de esta área erosionada, el cabo ha sido protegido por un muro de contención. Sin embargo, sectores del mismo se han derrumbado, y aunque en los últimos tiempos se los reconstruyó, incluso partes del nuevo muro también fallan ahora. Además, las piedras blindadas que se usaban para proteger la muralla son demasiado pequeñas para soportar marejadas, y es probable que esto haya contribuido al fracaso de esta estructura.

Pero Sánchez finalmente está recibiendo ayuda para afrontar el problema. Se trata de la primera intervención en materia de cambio climático completada en el marco del Proyecto de Reducción de los Riesgos para Valores Humanos y Naturales Resultantes del Cambio Climático (RRACC, por sus siglas en inglés).

La iniciativa es financiada por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y administrado por la secretaría de la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECS), con sede en Santa Lucía.[related_articles]

En 2012, Granada requirió el apoyo de la secretaría para abordar los problemas de la erosión costera y reducir los impactos del cambio climático.

La iniciativa para Carriacou y pequeña Martinica preveía tres etapas, presentando un enfoque exhaustivo para abordar estos asuntos con apoyo del RRACC.

Las obras de restauración costera en Sánchez fueron el primero de 11 ejemplos de intervenciones para la adaptación al cambio climático que se llevarían a cabo en el marco del RRACC, que ayudará a la OECS, de nueve miembros, a crear resiliencia ante este fenómeno y a reducir la vulnerabilidad frente a sus impactos.

El proyecto en Sánchez incluyó la recuperación de tierra perdida por el avance del mar, así como la ubicación de un muro de contención de 140 metros de largo para frenar la actual erosión del área de campo de juegos y para proteger infraestructura costera crucial, además del blindaje del cabo hacia el norte con la construcción de otro muro que soporte marejadas y oleaje intenso.

El director de desarrollo social y sostenible en la secretaría de la OECS, Bentley Browne, dijo a IPS que estos frecuentes bombardeos de las franjas costeras han causado una pérdida significativa de tierra fértil y cubierta forestal, incluyendo manglares.

“Actualmente, los bienes costeros se degradan a un ritmo que es claramente visible sin que se realicen mediciones con herramientas científicas, y se ha reconocido que este problema cada vez mayor requiere medidas inmediatas y adecuadas de mitigación para reducir la vulnerabilidad de estas islas a los impactos del cambio climático”, señaló.

Browne dijo que pequeños estados insulares en desarrollo como los de la OECS pueden hacer poco por frenar o revertir el cambio climático. Por lo tanto, “debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para afrontar sus consecuencias”, añadió.

“Los impactos sobre islas pequeñas han sido explorados por muchos científicos y, en general, se espera que el aumento del nivel del mar cause mayores inundaciones costeras y daños a las franjas costeras y su infraestructura, así como erosión y amenaza a los medios de sustento.

Como personas que habitamos los pequeños espacios de tierra en la OECS, esto es particularmente preocupante”, dijo en una ceremonia celebrada a fines de enero con motivo de la finalización de las obras de restauración en Sánchez.

“Como región, reconocemos los desafíos que afrontamos. Sin embargo, no nos disuadirán o apartarán de nuestro camino en nuestra búsqueda del desarrollo sostenible. Nuestras intenciones en esta materia están claramente grabadas en políticas y acuerdos cruciales que guían el crecimiento y el desarrollo de nuestra región”, agregó.

Browne señaló que el Tratado de la Unión Económica de la OECS, junto con la Declaración de St. George de Principios para la Sostenibilidad Ambiental de la OECS, establecen que cada estado miembro debe minimizar su vulnerabilidad ambiental, mejorar el manejo del ambiente y proteger la base de recursos naturales de la región, incrementando así su resiliencia ante los impactos del cambio climático y permitiendo continuos beneficios sociales y económicos.

Mikell O’Mealy, coordinadora de cambio climático en Usaid-Caribe para el Caribe oriental, dijo que el proyecto de Sánchez representa “un ejemplo brillante de cómo la comunidad puede abordar los problemas muy serios que afronta la región en relación al cambio climático”.

Según ella, cuando los arrecifes coralinos se decoloran y mueren, como ocurrió en Pequeña Martinica, ya no brindan su crucial protección a la franja costera de corrientes, olas y tormentas.

“Aquí, como en muchos lugares de la región y del mundo, la pérdida de arrecifes de coral y de manglares costeros ha llevado a una severa erosión costera, amenazando infraestructura comunitaria fundamental, como la carretera que conecta a su comunidad con el resto de la isla y la central eléctrica adyacente a la carretera que abastece a la isla”, dijo O’Mealy.

También dijo que el proyecto de restauración en Sánchez demuestra que la erosión inducida por el cambio climático puede abordarse de modo efectivo combinando pericia técnica con un esfuerzo comunitario fuerte y colaborativo.

O’Mealy señaló a IPS que, además de este proyecto en Pequeña Martinica, Usaid está financiando otras 10 iniciativas en todo el Caribe oriental, y apoyando a la secretaría de la OECS “a ayudarnos a todos a aprender el uno del otro… sobre qué funciona mejor, qué no funciona tan bien, y cómo se puede intensificar los enfoques más exitosos en cada país y en toda la región del modo más redituable”.

“Lamentablemente, el cambio climático no se irá, y en este punto sabemos que los impactos empeorarán en los próximos años. Por lo tanto, debemos continuar probando nuevos enfoques, aprendiendo el uno del otro, e intensificar lo que funcione”, agregó.

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