Aumenta indignación por racismo en India

Una fotografía de Nido Taniam, quien fue asesinado en un ataque racista, se exhibe en Arunachal Bhawan, en Nueva Delhi. Crédito: Bijoyeta Das/IPS.

L. Jino, de 27 años, mantiene vívido el recuerdo de las vísperas de Navidad de hace cuatro años, en el centro comercial de Connaught Place, en la capital de India: luces centelleantes, el bullicio de la multitud, el frío invernal… y el sabor salado de sus lágrimas.

Ella acababa de llegar a Nueva Delhi; venía de su casa en el nororiental estado indio de Manipur. “Estaba tan emocionada… Pero de repente, un grupo de hombres me rodearon. ‘¿Cuánto cobras por una noche?’, preguntaron. Yo les grité: ‘¡Váyanse!’, pero me pellizcaron la mejilla y me tocaron el trasero”, relató a IPS.

Otros se rieron, algunos a carcajadas. Unos pocos tomaron fotografías con sus teléfonos celulares. “Chinki, chinki”, siguieron burlándose mientras ella huía hacia una estación de metro. “Chinki” es una referencia ofensiva a los rasgos del este asiático que poseen muchas personas del noreste de India.

Jino es una de las miles de jóvenes que cada año emigran desde los ocho estados nororientales hacia Nueva Delhi, Mumbai, Bangalore, Pune y otras ciudades, en busca de “educación superior y mejores oportunidades”. Trabaja en un centro de tercerización de procesos empresariales en Gurgaon, una ciudad satélite de la capital.

“Ya basta. Todos los días nos llaman ‘chinki’, nos atacan y nos acosan. ¿Qué es esto? ¿Solo discriminación o racismo?”, preguntó.

Según activistas y grupos estudiantiles, las personas del noreste viven experiencias terribles en toda India. Desde hace años son víctimas de hostigamiento verbal, difamación, bromas, ataques físicos y sexuales, además de estafas por parte de terratenientes y empleadores.

Las cosas llegaron a su punto más álgido en enero de este año, cuando asesinaron a Nido Taniam, de 19 años e hijo de un legislador del nororiental estado de Arunachal Pradesh.

Estudiante en el estado de Punjab, Taniam estaba en Nueva Delhi de visita. Había parado en un comercio a consultar sobre la ruta a seguir cuando quienes atendían el local se burlaron de su cabello rubio teñido. Esto derivó en una reyerta en la que fue seriamente atacado. Al día siguiente, falleció.

Su muerte causó protestas generalizadas en toda India. Muchos de la comunidad nororiental ahora hacen campaña para que se apruebe una ley antirracismo que castigue los crímenes de odio.

En febrero se creó el Foro de India Nororiental Contra el Racismo (Neifar, por sus siglas en inglés).

Phurpa Tsering, portavoz de Neifar, dijo a IPS que fue aceptada su demanda de que se dé trámite rápido a todos los casos pendientes de crímenes de odio.

“A largo plazo queremos una exhaustiva ley antirracismo, porque la mayoría de los indios, incluido el gobierno, niegan que exista racismo”, señaló Tsering, quien procede de Arunachal Pradesh y estudia en la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi.

En los últimos tiempos, una serie de ataques contra personas oriundas del nororiente de India generaron desconcierto.

Los manifestantes señalan que los habitantes del noreste son víctimas de estereotipos. A las mujeres se las acusa de tener una moral dudosa y de estar siempre sexualmente disponibles, mientras que a los hombres se los considera “buenos para nada”, drogadictos o insurgentes.

[related_articles]Alrededor de 86 por ciento de las personas del noreste que viven en Nueva Delhi padecen discriminación, según una investigación de la Línea de Ayuda y Centro de Apoyo al Noreste, con sede en Nueva Delhi.

Alana Golmei, su fundadora, dijo que recibe entre 20 y 30 llamadas al mes, y que la mayoría se quejan de que no les pagan los salarios y de que son víctimas de ataques.

“Nos hemos vuelto inmunes a que nos llamen ‘chinki’, ‘momo’, ‘bahaduríes’, ‘nepaleses’, ‘chow-chow’, ‘king-kong’”, todos términos que aluden a su apariencia física, señaló.

Cuando Golmei llama para negociar con empleadores y señores de la tierra, le dicen que es una extraña. “Una estricta ley antirracismo nos daría más poder de negociación”, dijo.

En 2012, el Ministerio de Asuntos Internos emitió una directiva para castigar a todo aquel que llamara “chinki” a una persona oriunda del nororiente, con hasta cinco años de prisión en el marco de la ley de protección a “castas y tribus desfavorecidas”, que constituyen algunos de los sectores más marginados socialmente en India.

Pero Golmei sostuvo que la disposición tendrá pocos resultados: hasta ahora no hubo ninguna condena. En el noreste muchos no están categorizados como “castas” o “tribus” desfavorecidas.

Sanjoy Hazarika, director del Centro para Estudios e Investigaciones Políticas sobre el Noreste en la Universidad Jamia Millia Islamia en Nueva Delhi, prefiere enfocar esfuerzos en que esta misma directiva se amplíe.

“Es difícil hacer nuevas leyes y también lograr que se aprueben”, dijo a IPS.

Hazarika, quien procede de Assam, en el noreste, dijo a IPS: “Queremos incluir a todos en el país, y a todos los casos de discriminación en base a la apariencia, el idioma, el género, la alimentación y el atuendo”.

India firmó la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial en 1967. Pero Longchar citó una infografía de The Washington Post que usó datos del World Values Survey para mostrar que India y Jordania son los países con mayor intolerancia racial.

A las personas del noreste también se le niega el acceso a bienes y servicios, dijo Kadambari Gladding, portavoz de la oficina india de Amnistía Internacional.

“No ser discriminado no es una concesión, sino un derecho”, agregó.

En vez de una ley para toda India, Neifar promueve una legislación específica para el noreste que disuada de perpetrar ataques racistas contra quienes tienen rasgos del este asiático, e incluya acciones afirmativas, como un trato preferencial, y campañas de concientización, sensibilización de la policía e inclusión de la historia del noreste en los libros de estudio.

Actualmente, Neifar investiga las leyes antirracismo de otros países, particularmente de Bolivia, para impulsar un modelo que se adapte a India, dijo Id Gil, nativo de Manipur que estudia en Nueva Delhi y trabaja para el Foro.

“Cada comentario racial tiene el potencial de matar a alguien, como vimos en el caso de Nido”, dijo a IPS.

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