ITALIA: Mejora sistema de acogida de inmigrantes

El procedimiento de acogida de inmigrantes en esta diminuta isla volcánica italiana mejoró de forma notoria luego de que la llegada en pocos días de 12.000 tunecinos, a comienzos de marzo, desbordó todas las instalaciones de la zona donde viven 6.000 personas.

Un buque de la Guardia di Finanza escoltó la semana pasada a las 4:30 de la madrugada a un barco de pescadores con 19 tunecinos abordo hacia el puerto de esta isla. Entre ellos había seis mujeres, un menor de edad y, para sorpresa del equipo de Médicos Sin Fronteras (MSF), una oveja.

Los inmigrantes fueron conducidos en autobús hasta uno de los dos centros de acogida, algunos de ellos envueltos en mantas de emergencia. Pero la oveja fue dejada en el puerto.

No son muchos los tunecinos que ahora llegan a diario a esta isla. La mayoría de los inmigrantes proceden de África subsahariana y huyen de la guerra de Libia. El sábado pasado arribaron 1.500 personas en siete embarcaciones al puerto comercial.

"Trabajamos de continuo, de las dos de la madrugada hasta las cuatro de la tarde", señaló Ennio Ciuffi, comandante de la Cruz Roja, que mantiene un centro permanente de reubicación de personas sobre el muelle. Cuatro días después, otras 280 personas llegaron a las seis de la mañana.
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Ahora todas las personas son sometidas de inmediato a una revisión médica y reciben tratamiento de la Cruz Roja y de MSF. Las organizaciones no gubernamentales presentes se aseguran de que todo el que quiera pueda presentar una solicitud de asilo.

Las personas que solicitan asilo son trasladadas a dos centros temporales, desde donde las llevan en barco a uno de los varios lugares de recepción sobre la isla principal. Muchos de ellos fueron creados para este fin específico bajo los auspicios del Ministerio de Protección Civil.

En cambio, los tunecinos son sistemáticamente repatriados, a través de Sicilia, por el Ministerio del Interior por ser "inmigrantes económicos", gracias al acuerdo suscrito entre Italia y el gobierno de transición de Túnez.

El sistema de derivar personas de un lugar a otro representa un avance significativo respecto de la respuesta disfuncional institucional dada a principios de este año, cuando llegó un gran flujo de tunecinos. La falta de respuesta del gobierno del primer ministro Silvio Berlusconi casi convierte una crisis humanitaria en un desastre.

Miles de tunecinos durmieron durante dos semanas en las laderas rocosas y en fortines abandonados cerca del aeropuerto o en las calles del pueblo. Mientras, los esfuerzos de Berlusconi y de sus aliados políticos de la Liga Norte se concentraban más en aplacar el miedo frente a un inminente "éxodo bíblico" de inmigrantes de África del norte que en aliviar la difícil situación.

Ahora salen helicópteros de la isla todos los días apenas se divisan embarcaciones. Los barcos guardacostas anaranjados y los patrulleros militarizados de la Guardia di Finanza, de las Fuerzas Armadas de Italia, navegan en todas las direcciones en operaciones de búsqueda y rescate o escoltando al puerto botes con inmigrantes.

Cincuenta de esas embarcaciones se amontonan al otro lado del puerto, un duro monumento a la transformación de Lampedusa en la puerta de entrada de inmigrantes.

No todos los barcos que zarpan llegan a la isla. Algunos naufragan en la travesía, pues, claramente, muchos no están aptos para navegar.

Unas 1.500 personas que salieron en marzo de África del norte nunca llegaron a destino, el periodo más letal en la historia de las migraciones por el mar Mediterráneo, informó la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Algunas de las embarcaciones están tan llenas que cualquier movimiento las da vuelta. Hace dos meses, la guardia costera rescató a 53 personas de un barco que se había dado vuelta dejando entre 100 y 200 muertos. Se encontraron sólo 20 cuerpos, pero no los pudieron rescatar por las condiciones climáticas.

La tardía respuesta del gobierno italiano a la situación en Lampedusa no refleja un nuevo espíritu humanitario del atribulado primer ministro italiano ni de sus aliados de la xenófoba Liga Norte.

El centro de acogida más grande estaba al límite de su capacidad antes del traslado de 800 inmigrantes al territorio italiano el miércoles de la semana pasada. Otras 300 personas estaban ubicadas en el más pequeño.

Algunos de los recién llegados trataron de prender fuego el centro principal, una situación similar a la que precedió al cierre del lugar en 2009.

El flujo de inmigrantes de este año es, en parte, consecuencia del fin del "acuerdo de amistad" de 2009 entre Italia y Libia, mediante el cual buques italianos y malteses rechazaban barcos que eran llevados a aguas territoriales libias, donde fuerzas del coronel Muammar Gadafi detenía a sus ocupantes.

"Setenta y cinco por ciento de las personas que llegaron a Lampedusa procedentes de Libia buscaban asilo, de las cuales 50 por ciento necesitaban algún tipo de protección", señaló Barbara Molinario, oficial de Acnur en esta isla. "El acuerdo con Libia permitió a los gobiernos interrumpir la principal ruta hacia Europa", añadió.

Acnur urgió a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a ofrecer más ayuda a los barcos de inmigrantes que salían de Libia. Pero el ministro del Interior de Italia, Roberto Maroni, urgió a la alianza militar a impedir que salieran de ese país, una medida que los dejará varados en medio del conflicto.

El canciller italiano Franco Frattini suscribió el viernes en Nápoles un nuevo acuerdo con el Consejo Nacional de Transición de Libia, que comprometerá a los sucesores de Gadafi a desempeñar un papel similar en el futuro.

El alto comisionado de Acnur, António Guterres, visitó la isla el domingo con la embajadora de buena voluntad, la actriz estadounidense Angelina Jolie, y llamaron a Italia y a Europa a mostrar más solidaridad hacia las personas que llegaban a Lampedusa.

Los 40.000 inmigrantes que llegaron a esta isla son una "gota de agua en el océano" para Europa, señaló Gutteres.

Pero el acuerdo con los rebeldes libios muestra que para el gobierno italiano, y para muchos otros europeos, es más importante cerrar la "ruta de asilo" que dejarla abierta.

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