Mujeres de Zimbabwe convierten las papas en oro

Plantación de papas en el patio de la casa de Lina Chingama, de la localidad de Norton, 40 kilómetros al oeste de Harare. Crédito: Jeffrey Moyo/IPS

Shyline Chipfika, de 26 años, es una de las miles de mujeres de ciudades de Zimbabwe que han hecho fortuna cultivando sus propias papas. Y gran parte de su éxito se lo deben a una prohibición a las importaciones.

“Yo era una simple trabajadora en el hogar, y mi vida cambió mucho cuando me animé a plantar papas”, dijo Chipfika a IPS.

Su esposo se dedica a la venta ambulante en autobuses de Harare desde 2008, cuando la empresa en la que entonces trabajaba cerró, afectada por la hiperinflación, que paralizó a varios sectores de la economía.

La historia de éxito de Chipfika es muy rara en Zimbabwe, y ella asegura que no piensa dejar de cultivar.

“Vivía en un pequeño apartamento, pero gracias a esta iniciativa logré ampliarlo y convertirlo en una propiedad respetable”, dijo.

Para cultivar papas no se requiere una gran cantidad de tierra, solo tener un patio común y corriente. Allí muchas mujeres plantan semillas en sacos llenos de tierra fértil.

“El cultivo de papas en las ciudades que hacen las mujeres es muy simple y extremadamente productivo. Y sin embargo, desde tiempos inmemoriales las zonas urbanas fueron desaprovechadas por muchos que no veían ningún valor en ellas”, dijo a IPS el funcionario de extensión agrícola Mike Hunde, en Marondera, capital de la provincia Mashonalandia Oriental, a 70 kilómetros de Harare.

El gobierno estimula la investigación agrícola para mejorar la productividad, y promueve el cultivo de papas para la seguridad alimentaria y para apoyar a cultivadores locales. En 2013, prohibió las importaciones de este alimento básico, y la producción local despegó.

Aprovechando esta protección, mujeres en pueblos y ciudades formaron asociaciones para obtener ayuda financiera y asistencia de organizaciones no gubernamentales con el fin de dedicarse al cultivo de papas.[related_articles]

Según la Unión de Agricultoras Urbanas de Harare, en todo el país hay 151 asociaciones con 16.150 mujeres dedicadas a cultivar papa.

“Desde que se prohibió la importación cubrimos ocho por ciento del mercado nacional, dominado por los grandes productores locales, con 88 por ciento, mientras algunos agricultores varones que nos han imitado aportan el cuatro por ciento restante”, explicó a IPS la secretaria general de la Unión, Abigail Mlambo.

“Nuestra asociación de 12 cultivadoras se acercó a organizaciones no gubernamentales para pedir financiamiento e impulsar nuestro proyecto urbano”, dijo Nancy Chikwari a IPS.

Tras reunir 1.000 dólares para comprar insumos, el proyecto creció rápidamente, señaló. Hoy, esas mujeres pueden enviar a sus hijos a la escuela y a la universidad sin depender financieramente de sus maridos.

“Solo en 2013 cosechamos 30 toneladas y vendimos cada paquete de 15 kilos a ocho dólares, obteniendo miles de dólares en ganancias”, dijo Chikwari. Todas ellas ahora tienen automóvil y una casa en la capital.

Las mujeres en este país de África austral constituyen el sector más afectado por el desempleo. Según la Oficina Central de Estadística, de los 13 millones de habitantes del país, 60 por ciento son mujeres y 66 por ciento de ellas están desempleadas.

Cifras oficiales de 2013 indican que solo 850.000 zimbabwenses cuentan con un empleo formal.

El Programa Mundial de Alimentos estima que el desempleo en este país ronda 60 por ciento, y un gran número de personas sobreviven en el sector informal.

Pero para muchas mujeres que ahora se dedican a sembrar papas, el desempleo es cosa del pasado.

“Las mujeres como yo ya no nos preocupamos por el desempleo. Hago muchas ventas de papas que cosecho en mi propio patio trasero”, dijo Lina Chingama, de 44 años, residente de Norton, localidad 40 kilómetros al oeste de Harare, en diálogo con IPS.
Chingama dijo que realiza tres cosechas al año y obtiene 1.200 kilos cada vez. Una bolsa de 10 kilos se vende a unos 10 dólares en el mercado local.

Muchas mujeres, antes dependientes de sus maridos, ahora se convirtieron en sostén de sus hogares.

“¿Quién dijo que las mujeres no podían mantener a sus familias? De verdad, vea lo que la magia de la papa ha hecho para muchas aquí. No nos hemos quedado dormidas en las ciudades, sino que estamos velando por el bienestar de nuestras familias”, dijo a IPS la activista feminista Grace Mbiza.

El ambientalista independiente Archibald Chigumbu destaca que este tipo de siembra es sostenible.

“Su método no daña el ambiente, pues las bolsas con las plantas de papa se ubican en los patios”, dijo Chigumbu a IPS.  Las variedades más cultivadas son Amythest, Mont Claire, BPI, Jacaranda, Opal y Emerald, destacó.

Ronald Museka, presidente del gremio agropecuario Consejo de la Papa de Zimbabwe dijo a IPS que «buscamos asegurarnos de que haya suficiente producción para el mercado local, y las mujeres de las ciudades están haciendo precisamente eso. Pronto podrían comenzar a exportar”.

Por su parte, el ministro de Agricultura de Zimbabwe, Joseph Made, mostró un decisivo apoyo al emprendimiento.

Estas mujeres “lideran una gran iniciativa, maximizando los cultivos de papa en sus patios domésticos, y terminan el día yendo al banco con una sonrisa. No dudaremos en apoyarlas en todo lo que sea posible”, dijo Made a IPS.

Pero las agricultoras tienen dificultades con las autoridades locales, ya que no están claros los márgenes legales del cultivo doméstico para la venta.

“Las autoridades de los concejos no han aprobado la agricultura urbana, y no estoy seguro de lo que puede ocurrir con estos proyectos”, dijo un funcionario local a IPS a condición de preservar el anonimato.

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