Abolición de armas atómicas es más que un acto de fe

Líderes de distintas confesiones religiosas se reunieron en abril en el Instituto de la Paz de Estados Unidos para consolidar una posición común sobre el desarme nuclear. Crédito: Cortesía de SGI

Más de 100 representantes de 11 grupos religiosos de todo el planeta se comprometieron a intensificar sus esfuerzos en pro de la abolición mundial de las armas nucleares.

Reunidos el jueves 24 en el Instituto de la Paz de Estados Unidos, los participantes, integrados por influyentes representantes de las confesiones budista, cristiana, judía y musulmana, entre otras, dijeron que sus tradiciones enseñan que la amenaza que plantean las armas nucleares es “inaceptable y debe ser eliminada”.

Soka Gakkai International, una organización budista mundial con sede en Japón, fue la anfitriona del inédito encuentro.

“La existencia continua de las armas nucleares obliga a la humanidad a vivir a la sombra de la destrucción apocalíptica”, según una declaración emitida en la conclusión de la conferencia de un día.[pullquote]3[/pullquote]

“Las consecuencias catastróficas de cualquier uso de armas nucleares no puede comunicarse plenamente a través de números o estadísticas; es una realidad que frustra el poder tanto del análisis racional como de la imaginación común”, añade.

Entre los firmantes de la declaración figuran representantes de la Coalición y Consejo de Asuntos Públicos de Ciudadanos Musulmanes Estadounidenses, el Comité de Amigos de la Legislación Nacional y Pax Christi International.

La conferencia se llevó a cabo mientras delegados de todo el mundo se aprestan a participar en Nueva York, entre el 28 de este mes y el 9 de mayo, en la tercera reunión preparatoria de la conferencia de revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), programada para el año próximo.

Estaba previsto que esa instancia ayudará a sentar las bases para la conferencia de revisión del TNP de 2015, que también se realizará en Nueva York, a propósito de la implementación de los objetivos del tratado en materia de no proliferación y de eliminación de las armas atómicas.

“La teoría de la disuasión nuclear no funciona como antes. La única manera de reducir la amenaza de las armas nucleares es crear una era en la que no haya armas nucleares”, dijo Hirotsugu Terasaki, vicepresidente de Soka Gakkai y director ejecutivo de Asuntos de la Paz en esa organización, en diálogo con IPS.

“Como dijo el presidente de nuestra organización, ‘las armas nucleares no son un mal necesario, son un mal absoluto’”, señaló.

Impulsando el proceso

Un objetivo del simposio de este jueves 24 fue ilustrar las consecuencias fatales de las armas atómicas, incluidas ramificaciones a largo plazo de un ataque nuclear.

Por ejemplo, el orador inaugural, Andrew Kanter, exdirector de Médicos por la Responsabilidad Social, habló a los participantes sobre hallazgos científicos según los cuales incluso una pequeña detonación podría causar una hambruna mortal y generalizada, al acelerar el cambio climático y alterar la agricultura mundial.

Otros discutieron sobre la necesidad de que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia) participen en el debate más amplio.

“Tenemos que pensar nuevamente a qué nos referimos con seguridad y cómo la experimentamos”, dijo Marie Dennis, copresidenta de Pax Christi International.

“En tanto comunidades basadas en la fe, estamos en posición de plantear ese tipo de preguntas”, añadió.

Desde 1970, cuando entró en vigor el TNP, sus regulares conferencias de revisión han dado pocos resultados exitosos, aparte del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCEN).

Además, los cinco estados nucleares que son parte del TNP se reúnen anualmente desde 2009.

Este mismo mes se congregaron en Beijing, donde reafirmaron sus compromisos anteriores y consolidaron un marco para compartir los avances en el cumplimiento de los tratados.

En el simposio también estuvo presente Anita Friedt, funcionaria de política nuclear en el Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos, quien describió algunos de los motivos por los cuales la abolición nuclear es un proceso frustrantemente lento.

“¿Por qué no podemos simplemente parar y abandonar las armas nucleares? Esto realmente es un trabajo arduo”, dijo Friedt.

Además, hay significativos desafíos burocráticos a las actuales negociaciones en torno al TNP. El Congreso legislativo de Estados Unidos, por ejemplo, no ratificó el TPCEN en 1999. Solo ratificó el nuevo tratado sobre la reducción de las armas estratégicas (conocido por sus siglas inglesas START) del presidente Barack Obama, entre Estados Unidos y Rusia, en 2010.

“Es un ritmo más lento del que me gustaría a mí y del que le gustaría a nuestro presidente”, dijo Friedt.

Sin embargo, Terasaki planteó que las comunidades religiosas mundiales emplean su amplio alcance para influenciar y acelerar este proceso. El encuentro del 24 de abril, sostuvo, fue la primera vez en que un debate de ese tipo llegó a Estados Unidos.

“Queremos ayudar a reenergizar la voz de las comunidades religiosas”, dijo, “y a explorar maneras de aumentar la conciencia pública sobre la naturaleza inhumana de las armas nucleares”.

El desarme como obligación

La conferencia tuvo lugar el mismo día en que las Islas Marshall presentaron una demanda sin precedentes ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya.

Los demandados son los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, señalándose que no cumplieron con las obligaciones contraídas en el TNP, y también Israel, India, Pakistán y Corea del Norte, que aunque no son firmantes de ese tratado, sostiene el archipiélago, deben acatar las mismas disposiciones sobre desarme nuclear que estipula el derecho internacional.

“El artículo VI (del TNP) define la obligación de negociar de buena fe el fin de las armas nucleares y el desarme” en este sentido, dijo David Krieger, presidente de la Nuclear Age Peace Foundation y consultor en la demanda de las Islas Marshall, entrevistado por IPS.[related_articles]

“Esta demanda señala que cada uno de los estados nucleares está modernizando su arsenal atómico. Uno no puede modernizar su arsenal y decir que está negociando de buena fe”, agregó.

El pequeño estado insular, ubicado en Micronesia, en el océano Pacífico, no busca una compensación monetaria con su demanda. Pero sí quiere que el tribunal declare que los nueve países en cuestión están incumpliendo sus obligaciones, y que emita una orden judicial conminándolos a iniciar negociaciones de buena fe.

Entre 1946 y 1958, Estados Unidos llevó a cabo 67 ensayos nucleares en las Islas Marshall, causando problemas sanitarios y ambientales que todavía se hacen sentir.

Según Krieger, el archipiélago sufrió mucho por culpa de esas pruebas, y “no quiere que otro país o pueblo padezca las (mismas) consecuencias”.

Desde que se interrumpieron los ensayos, en las Islas Marshall se registró una prevalencia anormalmente alta de casos de cáncer y bebés nacidos muertos, señaló.

De los nueve estados nucleares, solo Gran Bretaña, India y Pakistán aceptan la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia. Los otros seis, entre ellos Estados Unidos, no serán invitados al tribunal para declarar sus motivos para no cumplir con sus obligaciones.

De todos modos, y solo para asegurarse de que Estados Unidos responda por su responsabilidad ante el TNP, las Islas Marshall también presentaron una demanda ante un tribunal federal en San Francisco.

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