Estudiantes indocumentados en el limbo migratorio de EEUU

Todos los años, unos 65,000 jóvenes indocumentados como este jugador de fútbol de una escuela secundaria de Somerville, Massachusetts ingresan al país con sus padres. Pero con el esctancamiento de la reforma migratoria en Wahington quedan atrapados en un limbo legal sin poder seguir estudios universitrios. Crédito: Marcelo Brociner/IPS

Hizo todo bien. Trabajó duro. Fue un excelente alumno. Se convirtió en capitán de su equipo de fútbol y lo buscan media decena de universidades en Estados Unidos.

“Hice seis goles y 28 pases de gol. Mi equipo fue a las finales estaduales”, relató un tranquilo adolescente de 18 años.

Pero esta estrella del fútbol de la escuela secundaria de Somerville, en el nororiental estado de Massachusetts, no podrá ir a la universidad. No puede aspirar a becas ni a préstamos. Ni siquiera puede acceder a la matrícula estadual, un beneficio al que tienen derecho los residentes de cada estado que quieran ingresar a instituciones públicas como la Universidad de Massachusetts, y que supone un descuento de unos 13.000 dólares por año.

Este jugador no tiene documentos de identidad.

“No le voy a mentir. Me acuesto todas las noches pensando en eso”, confesó el muchacho, cuya identidad se preserva para protegerlo a él y a su familia.

“A veces mi mamá me ve llorar y me pregunta qué me pasa, pero no me gusta hablar de eso. No quiero lastimar a mis padres que trabajan duro”, apuntó.

Todos los años, unos 65.000 jóvenes indocumentados egresan de la enseñanza secundaria en Estados Unidos. Llegaron siendo niños a este país, que no logra aprobar una reforma migratoria integral, y permanecen en un limbo legal.

Puede haber varias docenas de adolescentes sin documentos legales a punto de graduarse en la escuela secundaria pública en esta ciudad de 77.000 habitantes, donde en uno de cada tres hogares se habla una lengua distinta al inglés y dos tercios de los estudiantes pertenecen a minorías étnicas.

Como la legislación estadounidense garantiza el derecho a la educación a todos los niños y niñas y prohíbe a las autoridades indagar sobre la situación legal del alumnado, nadie sabe exactamente el número de jóvenes en esta situación. Se estima que hay unos 11 millones de personas indocumentadas viviendo en Estados Unidos.

La consejera escolar Anne Herzberg, quien ayuda a los estudiantes a completar los formularios de inscripción a la universidad, dijo que ve demasiados muchachos y muchachas en esta situación.

“Lo más difícil que me toca ver todos los años son aquellos que hicieron todo bien en la secundaria y que debido a su estatus legal no encuentran un lugar que los acepte y les dé la ayuda económica que necesitan para poder cursar cuatro años de universidad”, relató a IPS.

Una carrera de cuatro años puede costar en Estados Unidos hasta 60.000 dólares por año en una institución privada, incluyendo alojamiento y comida. En las universidades públicas, el monto oscila entre 15.000 y 23.000 dólares, si el estudiante pudo beneficiarse de la matrícula de residente.

Algunos jóvenes indocumentados tienen opciones, pues 16 de los 50 estados ofrecen matrícula estadual a residentes en esta situación. Pero Massachusetts no es uno de ellos.

Otra opción es el programa Deferred Action for Childhood Arrivals (DACA, por sus siglas en inglés), creado en 2012 por el Departamento (ministerio) de Seguridad Interna, que entrega a los jóvenes permisos de trabajo temporario y les permite aspirar a una matrícula estadual y a algunos otros beneficios.

Pero el requisito es haber ingresado al país antes del 15 de junio de 2007 y tener menos de 31 años al 15 de junio de 2012. El costo es de 465 dólares y la tarjeta DACA tiene una validez de solo dos años. Para renovarla hay que desembolsar otros 465 dólares.

A fines del año pasado, 610.694 personas habían recibido la tarjeta DACA en todo el país, y 5.232 en Massachusetts, según el Departamento de Seguridad Interna.

“Somerville tiene una gran cantidad de estudiantes que pueden aspirar a la tarjeta DACA”, observó Herzberg. Ella conoce a 10 que la solicitaron. Pero “es cara”, añadió.

Y “la gran mayoría de los estudiantes con los que trabajo llegaron después de 2007”, se lamentó.[related_articles]

Ese es el caso del jugador de fútbol. “Llegué a Estados Unidos el 27 de enero de 2009”, contó. “Dos años tarde”, observó.

“Ojalá más gente comprendiera lo que es ver estudiantes esforzarse tanto para descubrir que no tienen muchas puertas abiertas”, dijo Herzberg. “Como inmigrante y consejera escolar es difícil para mí no creer en el ‘sueño americano’, que los estudiantes puedan quedarse, tener éxito, trabajar duro y lograrlo”, añadió.

En 2001, se presentó el proyecto de ley DREAM (sueño, en inglés, y acrónimo de desarrollo, alivio y educación para menores extranjeros). Reintroducido en 2009, permitiría la legalización de los jóvenes si van a la universidad o se enlistan en las Fuerzas Armadas por un periodo de al menos dos años. Luego tendrían un plazo de espera de cinco años para aspirar a la residencia permanente.

Entre 800.000 y dos millones de jóvenes podrían acogerse a la ley DREAM, y unos 27.000 en Massachusetts, según el Center for American Progress. Este centro de investigación calcula que la aprobación de la ley inyectaría unos “329.000 millones de dólares a la economía estadounidense y crearía 1,4 millones de puestos de trabajo para 2030”.

Pero al igual que otros proyectos sobre inmigración, DREAM está estancado en la actual legislatura, considerada por muchos la más ineficaz de la historia.

El representante por Massachusetts, Michael E. Capuano, del gobernante Partido Demócrata, apoya este proyecto “como un puente para ir hacia donde realmente queremos estar”, que es una reforma migratoria integral.

Descendiente de italianos e irlandeses, Capuano deplora que haya tantos jóvenes “rehenes” de esta situación.

El representante por Massachusetts Michael E. Capuano muestra el documento estadounidense de su abuelo italiano de 1922. Su abuelo llegó a este país huérfano a los 18 años. Crédito: Jane Regan/IPS
El representante del Partido Demócrata por Massachusets, Michael E. Capuano, muestra el documento de la ciudadanía estadounidense de su abuelo italiano de 1922. Su abuelo, quien llegó huérfano a Estados Unidos a los 18 años, tenía 37 cuando le concedieron la ciudadanía. Crédito: Jane Regan/IPS

“Se puede discutir todos los días de la semana sobre los adultos que llegan o que se quedan de forma ilegal, pero no creo que sea válido incluir en la discusión a los niños que no eligieron la vida que llevan”, arguyó.

“Están en el limbo y desperdiciamos su futuro. Es una tragedia”, insistió.

“Los inmigrantes están aquí por la misma razón que vino mi familia”, apuntó. “Para mejorar su vida y la de sus hijos”, remarcó.

La consejera escolar Herzberg alienta a los estudiantes a no rendirse.

“Mi consejo es: ‘Puedes ir a la universidad y debes luchar por ello’”, explicó. “Participa en organizaciones que luchan por los derechos de los inmigrantes. Cuanto más hagan, más posibilidades tienen de que las cosas mejoren, ya que sentarse a esperar no cambia la mentalidad de la gente”, añadió.

El joven jugador de fútbol no sabe qué va a hacer. Si él y su familia logran conseguir el dinero, quizá vaya a una universidad comunitaria. O quizá regrese a su país de origen, Brasil.

“Creo que a la gente buena le pasan cosas buenas, y trabajé duro por mí, para tener éxito y por mi futuro”, indicó. “Tengo esperanzas. La esperanza es lo último que se pierde”, añadió.
Con aportes del estudiante de periodismo Marcelo Brociner.

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