Movimiento religioso progresista se abre paso en Estados Unidos

La organización "Nuns on the Bus (Monjas en el Bus)" realizó en 2012 una campaña de promoción de la justicia social por todo Estados Unidos. Crédito: Tvnewsbadge/cc by 2.0

El futuro de la religión en la política de Estados Unidos no depende de los movimientos religiosos conservadores, sino más bien de aquellos progresistas, porque son ellos quienes pueden impulsar un nuevo movimiento por la justicia social, sugieren cientistas sociales en Washington.

Según la Brookings Institution, el actual movimiento religioso por la justicia social puede compararse con el período del activismo por los derechos civiles que se desarrolló a mediados del siglo XX.

Así lo señala esa organización en el informe “Faith in Equality: Economic Justice and the Future of Religious Progressives” (Fe en la igualdad: La justicia económica y el futuro de los progresistas religiosos), hecho público en abril.

“Lo vemos en lo relativo a cuestiones como el salario mínimo, los recortes presupuestarios y la inmigración”, dijo a IPS uno de los autores del estudio, E.J. Dionne.

“En materia de justicia social, la religión ha sido durante mucho tiempo una fuerza progresista, y el Papa Francisco está poniendo a prueba las presunciones populares según las cuales es una fuerza automáticamente conservadora… Luego de años de prestar mucha atención a los conservadores religiosos, la religión bajo ningún concepto se alimenta de la derecha”, agregó.[pullquote]3[/pullquote]

Estados Unidos tiene una fuerte historia de grupos religiosos en movimientos por la justicia social, que incluyeron el impulso a la abolición de la esclavitud y la institucionalización de los derechos civiles, así como la implementación de programas de bienestar social hace medio siglo.

Aún ahora, religión y progresismo suelen verse como nociones en conflicto.

Según el informe, por ejemplo, apenas 47 por ciento de los evangélicos blancos en Estados Unidos piensan que el gobierno tiene que hacer más por reducir la brecha entre ricos y pobres. Por el contrario, 85 por ciento de los demócratas creen esto.

Esta división pone de relieve dos tendencias que han definido el paisaje religioso de Estados Unidos en las últimas dos décadas: una reducción en la cantidad de personas que asisten con regularidad a servicios religiosos y un aumento en la de quienes integran la conservadora “derecha religiosa”.

El reporte señala que estas tendencias están interrelacionadas, pues “muchos estadounidenses jóvenes no fueron repelidos por la fe misma sino por la tendencia derechista que perciben entre los líderes. Para los adultos jóvenes… ‘religión’ significa ‘republicano’, ‘intolerante’ y ‘homofóbico’”.

Sin embargo, para Dionne, pese a esta tendencia de secularización cada vez mayor, “una voz religiosa será esencial para los movimientos (que actúan) en nombre de los pobres y los marginados, y también en nombre de los estadounidenses de clase media que están bajo creciente presión en una época de desigualdad”.

Además, la demografía indica que esta voz religiosa no será del ala conservadora, sugirió Dionne. En las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos, en 2012, las edades de los integrantes de coaliciones religiosas que votaron por el presidente Barack Obama versus su rival republicano, Mitt Romney, fueron marcadamente distintas.

Entre quienes se consideraban a sí mismos activamente religiosos, los votantes de Romney fueron principalmente ancianos, mientras que los de Obama fueron mucho más jóvenes. Lo que está claro, sugiere el informe, es que la derecha religiosa no será la vertiente más dominante en el futuro.

Declive de las congregaciones

Los investigadores de Brookings reconocen que grandes desafíos esperan a cualquier movimiento religioso incipiente que busque la justicia social en Estados Unidos.

Entre esos desafíos, uno de los principales es el declive de las congregaciones. En 1958, 49 por ciento de los estadounidenses asistían semanalmente a misa, mientras que actualmente ese guarismo se redujo a 18.

Esta reducción también disminuye naturalmente el tamaño de la coalición y la base de donantes disponible para el trabajo de las organizaciones de ciudadanos. Además, esto a menudo se ha visto acompañado por un menor respeto a los grupos religiosos, exacerbando divisiones entre quienes se consideran a sí mismos religiosos versus los seculares.

También existen tensiones cuando grupos religiosos intentan participar en asuntos políticos sin usar métodos moralmente ambiguos. Por ejemplo, muchos líderes religiosos progresistas quieren abstenerse de la naturaleza “quid pro quo” (que implica intercambiar una cosa por otra) del proceso de forjar acuerdos políticos.

Las divisiones ideológicas dentro de las comunidades religiosas pueden amenazar el trabajo de los defensores de la justicia social.

Por ejemplo, la Campaña Católica para el Desarrollo Humano (CCDH), que apoya a un espectro de organizaciones religiosas de la sociedad civil, aportó el año pasado más de nueve millones de dólares a 214 entidades.

Sin embargo, luego de que grupos católicos antiabortistas presionaron a la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos para que regulara estrictamente las donaciones de las coaliciones de esa fe, la CCDH recortó algunas de sus donaciones, aunque los proyectos tuvieran solo conexiones tangenciales con el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo.

De todos modos, muchas organizaciones han superado tales desafíos.

Entre los ejemplos más destacados en este sentido figuran el Círculo de Protección, una alianza de líderes cristianos que aunaron esfuerzos para intentar proteger a los programas gubernamentales favorables a los pobres de los recortes presupuestarios.

De modo similar, Nuns on the Bus (Monjas en el Bus), una organización de religiosas católicas que viajan por el país haciendo campaña por la justicia social, desempeñó un rol importante en las elecciones de 2012.

“Uno de los motivos por los que las voces religiosas son tan importantes ahora es que, especialmente con el debilitamiento del movimiento laboral, las iglesias son las únicas organizaciones de masas que representan a muchos, muchos pobres”, dijo Dionne.

“Algunas investigaciones que hicimos mostraron que, por ejemplo, en el desarrollo comunitario de los barrios, los pastores son las únicas personas que logran atraer la atención de los bancos”, añadió.

El informe señala que estos grupos religiosos progresistas son muy activos y a menudo exitosos, pero que carecen de la parafernalia que ayuda a captar la atención del público más amplio.
Creando coaliciones

Otra organización estadounidense, el Centro Interconfesional de Responsabilidad Corporativa (ICCR), busca desde hace casi medio siglo influir en la toma de decisiones corporativas, tanto en el ámbito nacional como en el internacional, desde una perspectiva interreligiosa.

“Francamente, quienes están ideológica o políticamente divididos pueden aprender algo del ICCR”, dijo Laura Berry, directora ejecutiva de la entidad, entrevistada por IPS.

“Hay algunas áreas donde la derecha y la izquierda están de acuerdo, y hallar esos espacios para crear coaliciones constituye una oportunidad maravillosa para revertir tendencias en materia de desigualdad”, agregó.[related_articles]

Berry destacó el trabajo del ICCR tras el colapso de Rana Plaza, una fábrica bangladesí de vestimenta donde en abril de 2013 murieron más de 1.100 personas.

Desde entonces, la organización lidera una coalición que representa más de 4,1 billones de dólares por concepto de bienes administrados, impulsando a unas 160 empresas a permitir inspecciones en sus plantas industriales que operan en el exterior, a contratar y entrenar a inspectores laborales y a adoptar mejores estándares de seguridad para quienes trabajan allí.

Según Berry, la propia experiencia del ICCR resulta ilustrativa de varias de las tendencias señaladas en el estudio de Brookings.

“Estamos cada vez más pautados por una coalición más amplia que incluye cada vez más voces progresistas seculares”, dijo. “Primero éramos solo religiosos, pero ahora incluimos a más miembros seculares, como sindicatos y administradores de bienes”.

ICCR también enfrenta muchos de los desafíos planteados en el estudio de Brookings, señaló Berry, particularmente en torno a divisiones ideológicas.

Además, “hay señales positivas de una mejor creación de coaliciones por los derechos humanos, por ejemplo en materia de tráfico de personas, entre evangélicos y cristianos progresistas”, dijo.

“No dejaremos que la división ideológica en la comunidad cristiana amplia nos impida hablar sobre desigualdad… Estamos empezando a ver a algunos líderes como el Papa Francisco, decir cosas en voz alta, y la gente se pregunta: ‘¿Eso es progresista? ¿O es conservador?’”, planteó.

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