Contras, narcos y el trágico final de un periodista

El presidente Ronald Reagan con sus asesores Caspar Weinberger, George Shultz, Ed Meese y Don Regan analizando sus declaraciones sobre el caso Irán-Contras, en el despacho oval de la Casa Blanca de Estados Unidos, en 1986. Crédito: Ronald Reagan Library, registro oficial del gobierno
El presidente Ronald Reagan con sus asesores Caspar Weinberger, George Shultz, Ed Meese y Don Regan analizando sus declaraciones sobre el caso Irán-Contras, en el despacho oval de la Casa Blanca de Estados Unidos, en 1986. Crédito: Ronald Reagan Library, registro oficial del gobierno

A fines de 1986, Estados Unidos se vio sacudido por las revelaciones de que el gobierno de Ronald Reagan (1981-1989) había ayudado ilegalmente a las fuerzas que combatieron al gobierno sandinista de Nicaragua, conocidas como los “contras”. 

Así comenzó el escándalo Irán-Contras. Los contras eran una formación militar irregular reunida por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en 1981 para derrocar a los sandinistas. La guerra que provocaron causó decenas de miles de muertes y daños devastadores a la economía nicaragüense.[pullquote]3[/pullquote]

La ayuda de Washington era ilegal porque estaba prohibida por el Congreso legislativo. La administración de Reagan sorteó la prohibición mediante la creación de canales secretos e ilegales para mantener a los contras equipados y armados. La operación fue supervisada directamente por la oficina del entonces vicepresidente George Bush, quien había dirigido la CIA en los años 70.

Los contras también se beneficiaron de la colaboración con los cárteles de cocaína de América del Sur. Esta información fue descubierta ya en 1985, cuando dos reporteros de Associated Press, Robert Parry y Brian Barger, escribieron un artículo que citó documentos y testimonios de testigos desde el interior de la guerrilla de los contras y del gobierno de Estados Unidos, que implicaba a casi todos los grupos insurgentes en el tráfico de drogas.

El entonces senador y actual secretario de Estado estadounidense, John Kerry, realizó una investigación sobre las actividades ilegales de los contras, que incluyó el narcotráfico, al mando de un subcomité del Senado. Los medios de comunicación prácticamente ignoraron la investigación, ocupados en cubrir las sesiones legislativas del caso Irán-Contra, que hicieron famoso al exteniente coronel Oliver North.

Los medios también ignoraron el informe final de la investigación de Kerry, titulado “Las drogas, la aplicación de la ley y la política exterior” y publicado en 1989.

En 1996, el narcotráfico de los contras reapareció en una serie de artículos de investigación del periodista Gary Webb, publicado por el diario San Jose Mercury News, del estado de California.

Por estos artículos, Webb fue atacado ferozmente por sus colegas, sobre todo del The Washington Post, The New York Times y Los Angeles Times. El Mercury News cedió ante la presión y despidió a Webb.

Desempleado, rechazado por sus propios colegas y prácticamente abandonado por los sectores progresistas que habían perdido interés en el asunto de los contras, Webb se suicidó en 2004. Su saga periodística y su trágico final son el tema de una nueva película estadounidense, Kill the Messenger (Maten al mensajero).

Algunos insisten en que la CIA asesinó a Webb. Su amigo Robert Parry se refirió a esta posibilidad.

«Algunos quieren creer que… lo asesinó la CIA u otra agencia del gobierno. Pero la evidencia de su suicidio, cuidadosamente planeado, mientras sufría un profundo dolor como un descastado de su profesión que ya no podía ganarse la vida, de hecho apunta a algo, posiblemente, aún más trágico: Webb acabó con su vida porque a quienes deberían haber apoyado su trabajo simplemente no les importaba”, escribió.

Lo verdaderamente trágico y paradójico en todo este asunto es que la CIA confirmó en 1998 las principales acusaciones de Webb, en un informe redactado por el inspector general de la agencia, Frederick Hitz.

No obstante, los principales medios de comunicación afirmaron que el informe de la CIA concluyó que la agencia no había conspirado para financiar a los contras con la ayuda de los carteles de la droga.

Pero Hitz, en la actualidad un académico de la Universidad de Virginia, dijo en el informe que la guerra contra los sandinistas había tenido prioridad sobre la aplicación de la ley, y que la CIA tenía pruebas de la participación de los contras en el tráfico de cocaína y las escondió del Departamento de Justicia, el Congreso e incluso de la propia división de análisis de la agencia.

Hitz entrevistó a agentes de la CIA que le confesaron que sabían del narcotráfico de los contras, pero que lo ocultaron porque pensaban que tales revelaciones podrían socavar la lucha contra el régimen sandinista.[related_articles]

También recibió quejas de analistas de la CIA referidas a que los agentes que trabajaban directamente con los contras ocultaron evidencia del narcotráfico y que, a continuación, trabajando con información parcial e incompleta, se llegó a la conclusión de que solo unos pocos contras estaban involucrados con el tráfico.

El 10 de octubre de 1998, The New York Times publicó un artículo atacando la credibilidad de Webb al tiempo que reconocía, como si fuera un detalle menor, que el narcotráfico de los contras era peor de lo que el diario había considerado originalmente.

En septiembre pasado, la CIA desclasificó una serie de artículos de su revista Studies in Intelligence. Uno de ellos revela que a la agencia le preocupaban los artículos de Webb sobre los contras y que tomó medidas contra él, confiando en “una base de relaciones productivas con los periodistas».

El artículo incluso se jacta de que la CIA disuadió a “una importante empresa de noticias” de cubrir el tema.

El autor del artículo intenta comprender la hostilidad de amplios sectores de la población de Estados Unidos hacia la CIA. “Vivimos en épocas un tanto burdas y emocionales, cuando un gran número de estadounidenses no se adhieren a las mismas normas de la lógica, la evidencia o incluso el discurso civil que practican los integrantes de la comunidad de la CIA”, escribió.

Y esa es una cita textual.

Los puntos de vista expresados en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista de IPS ni deben serle atribuidos.

Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga 

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe