La solidaridad se viste de verde en Estambul

Barricada de la policía en mayo de 2013 en el parque Gezi, uno de los últimos espacios verdes del distrito de Beyoğlu, en la ciudad turca de Estambul, y un “oasis” en la plaza Taksim, un espacio abierto de cemento con unas pocas estatuas, funetes y entradas a las estaciones subterráneas. Crédito: Wikimedia Commons.

El rostro del activismo y la conciencia ambiental cambió en Turquía un año después del levantamiento en el parque Gezi, una protesta que comenzó para salvar unos árboles y se convirtió en el reclamo de varios colectivos contra megaproyectos urbanísticos.

“No es coincidencia que las manifestaciones estallaran por una cuestión ecológica, por preocupaciones sobre el desarrollo urbano”, indicó Morat Ozbank, profesor adjunto de teoría política en la Universidad Bigli y miembro de la junta del Partido Verde de Turquía. “Y después, esto se volvió un asunto de derechos humanos y de democratización”, apuntó.[pullquote]3[/pullquote]

A las 11 de la noche del 27 de mayo de 2013, unas topadoras avanzaron sobre el parque Gezi, uno de los últimos espacios verdes que quedan en el distrito de Beyoğlu, en Estambul, y un “oasis” en la plaza Taksim, una vasta extensión de cemento, con estatuas, fuentes y entradas a las estaciones subterráneas.

Las máquinas debían retirar un grupo de árboles para construir un centro comercial al estilo otomano, pero en 20 minutos, una multitud de personas llenó el parque e impidió que comenzara la tarea. Se quedaron 20 días hasta que la policía los desalojó.

El centro comercial era uno de los proyectos promovidos por el entonces primer ministro y ahora presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. La lista es larga e incluye un tercer puente sobre el Bósforo, un túnel para vehículos debajo del estrecho y el mayor aeropuerto del mundo, entre otras mega-obras.

Muchas de los proyectos se llevan adelante con la oposición de entidades como la Unión de Cámaras de Arquitectos e Ingenieros de Turquía (TMMOB), responsable de evaluar el impacto de las obras y alertar sobre posibles daños al ambiente.

Según Akif Burak Atlar, secretario de la junta en la Cámara de Planificadores Urbanos de Turquía, todos los proyectos entran en esa categoría.

“Los megaproyectos son un desastre para Estambul”, subrayó. “Todas las obras dañan algo”, apuntó.

La planificación urbana es una profesión racional, pero el gobierno no escucha los argumentos y entrega nuestros espacios públicos a la construcción.

Atlar cree que cada barrio de Estambul debería tener por ley cierta cantidad de espacio verde para mantener los estándares de planificación urbana. Sin embargo, los parques públicos se destruyen y, fuera de la ciudad, ocurrió lo mismo con varios kilómetros de bosques para la construcción del tercer puente.

Todos los proyectos motivaron críticas de varias organizaciones pequeñas y acciones legales de la TMMOB antes de mayo de 2013, pero nada se pareció a la movilización en el parque Gezi.

“Gezi fue un momento único en la historia de Turquía”, remarcó Atlar. “No hubo un líder ni una organización formal. Fue un despertar”, observó.

Un año después, el movimiento sigue activo y, aunque el gobierno no cambió las políticas de planificación urbana, las organizaciones de base se unieron con la esperanza de lograr cambios donde puedan.

Una de esas es Defensa del Bosque del Norte, un movimiento organizado por voluntarios para defender los últimos bosques del norte de Estambul. Conocido como “hijo de Gezi”, se dedica a tratar de frenar el desarrollo de mega-proyectos como el tercer puente, así como trabajar con comunidades pequeñas para frenar la destrucción de espacios públicos.

Si bien son esfuerzos pequeños, Cigdem Cidamli, integrante fundacional de la organización, cree que son esenciales para la defensa urbana. “Los pequeños movimientos no pueden generar cambios como los grandes, pero no podemos tener los segundos sin los primeros”, explicó. “Ahora tratamos de crear más canales integrados de solidaridad”, indicó.[related_articles]

Cidamli, Atlar y Ozbank coinciden en que la integración de las organizaciones es el logro más reconocible de Gezi. Muchos barrios ahora cuentan con un grupo de defensa urbana para discutir una amplia variedad de asuntos.

Muchos de esos pequeños grupos se unieron para formar organizaciones más grandes como Solidaridad Taksim, Defensa Urbana de Estambul y Defensa del Bosque Norte.

Un pequeño grupo, Caferaga Dayanismasi, es un colectivo cel barrio de Kadikoy que realiza reuniones y organiza actividades desde un edificio abandonado, ocupado y reformado por sus miembros.

Behadir, uno de sus integrantes, contó que lo mejor que hicieron como grupo fue ocupar y cultivar un espacio vacío que se iba a convertir en una playa de estacionamiento. Ahora es una huerta comunitaria, donde los vecinos jóvenes y mayores, se ensucian las manos.

Cidamli agradece a Gezi por esta evolución. “A partir de ahí, la gente busca hacia el interior formas de crear pequeñas expresiones de solidaridad”, explicó. “No podemos tener un Gezi todos los días. En cambio, cultivamos tomates”, añadió.

Con este crecimiento de un activismo arraigado en la comunidad, explicó Bajadir, la ciudad no puede cortar ni un solo árbol sin desatar una protesta.

Pero hasta ahora, el único proyecto que se pudo detener fue el centro comercial en Gezi.

“Lo gracioso es que en este momento no pueden hacer nada en la plaza Taksim”, comentó Ozbank con una sonrisa. “No pueden tocar nada, ni siquiera mejorar el lugar”, acotó.

Editado por Phil Harris / Traducido por Verónica Firme

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