Se escribe el último capítulo de la lucha contra el VIH/sida

Análisis, tratamiento y supresión de la carga viral en grandes cantidades ayudará a frenar la propagación del VIH/sida para 2020. Crédito: Mercedes Sayagues/IPS.

El VIH/sida planteó un enorme desafío para la ciencia al cobrarse la vida de millones de personas en África en las últimas tres décadas. Pero los especialistas ahora creen haber hallado la fórmula mágica para poner fin en 15 años más a la epidemia como amenaza a la salud pública.

Los números mágicos son 90-90-90 y se basan sobre la creciente evidencia clínica de que el tratamiento contra el VIH (virus de inmunodeficiencia humana), causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), es una forma de prevención porque administrando antirretrovirales a los pacientes se reducen las nuevas infecciones.

Los nuevos objetivos para el tratamiento contra el VIH/sida para 2020 son:

90 por ciento de todas las personas con VIH estarán diagnosticadas

90 por ciento de las personas diagnosticadas recibirán antirretrovirales

90 por ciento de las personas tratadas con antirretrovirales lograrán una supresión duradera de la carga viral en el organismo.

La estrategia 90-90-90, anunciada por el Programa Conjunto de las Naciones Unidas contra el Sida (Onusida) a principios de este año, busca frenar la propagación del virus para 2020 y poner fin a la epidemia para 2030.

Es el plan más ambicioso para eliminar el VIH/sida, pero factible, según la especialista Lucy Matu, directora de servicios técnicos de la Fundación Elizabeth Glaser para el Sida Pediátrico en Kenia.

Según dijo a IPS, 72 por ciento de las personas portadoras del virus del sida han sido diagnosticadas en Kenia, y 76 por ciento de los 880.000 adultos y niños con VIH reciben antirretrovirales, de acuerdo con los últimos datos de abril de este año.

Kenia se acercará a los objetivos 90-90-90 si implementa la guía divulgada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2013, que aumenta el número de células del sistema inmunológico CD4, de 350 a 500, para empezar a recibir tratamiento, remarcó Matu.

Esas células son las encargadas de luchar contra las infecciones en el organismo.

Como se ampliará el derecho a recibir tratamiento, explicó, “aumentará el número de personas que reciben antirretrovirales en 250.000 o 300.000, 90 por ciento de los que los necesitan y, por supuesto, más personas comenzarán a recibir atención médica”.

Un objetivo alcanzable

Las pautas de la OMS se basan en los beneficios clínicos de comenzar lo antes posible a recibir antirretrovirales. Los pacientes tienen un mejor estado de salud y evitan las infecciones oportunistas, como la neumonía, la meningitis y la tuberculosis.

Kenia no es el único país que se encamina a lograr los ambiciosos objetivos 90-90-90. En Botswana, que tiene la mayor prevalencia del VIH entre adultos después de Suazilandia, más de 70 por ciento de las personas con el virus del sida reciben antirretrovirales.

Todos los países de África oriental y meridional adoptan las nuevas pautas, indicó Eleanor Gouws-Williams, asesora de información estratégica de Onusida.

Malawi, Ruanda, Uganda, Suazilandia y Zambia están “terminando de elaborar su pautas nacionales, mientras otros como Sudáfrica se proponen implementar las nuevas normas a partir del año que viene”, dijo a IPS.

Gouws-Williams considera que el plan de 90-90-90 es alcanzable.

El primer paso

Solo la mitad de las personas con VIH que residen en África subsahariana tienen diagnóstico, según Onusida, por lo que el primer paso será lograr que se hagan el análisis.

Estudios en Kenia y Uganda demostraron que incluir el análisis de VIH en las campañas de salud se tradujo en un aumento de la cobertura en 86 por ciento y 72 por ciento, respectivamente.

Sin embargo, los especialistas advierten que los objetivos procuran mucho más que administrar antirretrovirales a un montón de personas. La clave es alcanzar la supresión de la carga viral.

“En Ruanda, 83 por ciento de las personas que recibían antirretrovirales resultaron haber logrado la supresión viral tras 18 meses de tratamiento”, indicó Gouws-Williams.

En Zimbabwe, Agnes Mahomva, directora en el país la Fundación Elizabeth Glaser para el Sida Pediátrico, dijo a IPS que los objetivos 90-90-90 no eran demasiado ambiciosos para ese país de África meridional.

“Las mujeres embarazadas o amamantando ya son universalmente beneficiarias del tratamiento con antirretrovirales de por vida, así como los menores de cinco años seropositivos, sin importar el conteo de CD4”, dijo a IPS.

Si bien numerosos especialistas son optimistas respecto de que se van a alcanzar las metas 90-90-90, la activista ugandesa Annabel Nkunda dijo que los objetivos no necesariamente dialogan entre sí.

Muchos pacientes, “cuando comienzan a recibir tratamiento, no lo siguen por el estigma”, explicó Nkunda.

Sin un objetivo específico para reducir el estigma, “ningún tipo de intervención nos llevará a cero VIH/sida”, arguyó.

Pero Matu discrepó y sostuvo que “si conoces tu estatus, es más probable que recibas tratamiento. Si recibes antirretrovirales, es más probable que permanezcas en el sistema de salud para el seguimiento”.[related_articles]

Buscando fondos

Todavía no es demasiado pronto para estimar cuánto gastarán los países en alcanzar los objetivos 90-90-90, pero parece haber coincidencia en que se necesitarán muchos recursos. Ya hay algunos países africanos que exploran opciones de financiación innovadoras, como el impuesto contra el sida y fondos fiduciarios nacionales para el VIH.

Gouws-Williams señaló que los antirretrovirales son más asequibles que antes. En Malawi, cuestan menos de 100 dólares por persona por año.

Sin embargo, igual será necesaria la asistencia de los donantes, en especial a los cinco países más pobres, donde el tratamiento contra el VIH consume más de cinco por ciento del producto interno bruto: Burundi, Malawi, Mozambique, Lesotho y Zimbabwe.

Matu aclaró que lograr los objetivos 90-90-90 requiere una combinación de factores, un sistema de salud fuerte, buen equipamiento en los laboratorios, análisis clínicos más baratos y un buen personal de salud.

Mahmova añadió que se necesita un fuerte componente comunitario “porque ahí es donde ocurren muchos cuellos de botella como el estigma, que ponen en peligro el tratamiento”.

A pesar de la ardua tarea que queda por delante, muchos creen que la estrategia 90-90-90 escribirá el capítulo final de la epidemia del sida.

Editado por Mercedes Sayagues / Traducido por Verónica Firme

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