Las elecciones ofrecen poco consuelo a los pobres de Sri Lanka

Sri Lanka es presa de la fiebre electoral, pero la mayoría empobrecida teme que la carrera presidencial no alivie sus dificultades económicas. Crédito: Amantha Perera/IPS
Sri Lanka es presa de la fiebre electoral, pero la mayoría empobrecida teme que la carrera presidencial no alivie sus dificultades económicas. Crédito: Amantha Perera/IPS

Priyantha Wakvitta observa cómo la propaganda de las elecciones presidenciales anunciadas para enero en Sri Lanka compite con la decoración navideña en las calles de Colombo, su ciudad adoptiva.

Pocos días después de que el 21 de este mes el gobierno informase sobre el adelanto a una fecha aún no determinada de enero de los comicios, unos 1.800 recortes impresos con la imagen del actual presidente, Mahinda Rajapaksa, se habían desplegado por toda la capital,  según los observadores electorales de la Campaña para unas Elecciones Libres y Justas.[pullquote]3[/pullquote]

Al frente de la coalición Alianza por la Libertad del Pueblo Unido (UPFA), Rajapaksa cuenta con un amplio apoyo por haber puesto fin  a 26 años de guerra civil en 2009, tras acabar con el movimiento separatista armado Tigres de Liberación de Tamil Eelam.

Pero la popularidad del presidente, en el poder desde 2005,  decayó en los años de posguerra, caracterizados por dificultades económicas, más que políticas.

Su principal rival en la carrera presidencial, Maithripala Sirisena, fue hasta hace poco el secretario general del partido político de Rajapaksa, el Partido de la Libertad de Sri Lanka.

A mediados de este mes Sirisena se retiró del gobierno y asumió la candidatura conjunta de la oposición.

La coalición gobernante UPFA ya sufrió ocho deserciones, mientras que el poderoso partido nacionalista, el Jathika Hela Urumaya, otrora firme aliado del gobierno, declaró su oposición a los Rajapaksa.

La campaña de carteles en todo el país busca ganar adeptos, pero los recortes con las imágenes de los políticos irritan a la gente como Wakvitta.

“Gastan millones solo para empapelar la ciudad con sus rostros, mientras que yo lucho por alimentar a mi familia y enviar a mis hijos a la escuela», recalcó el panadero de 50 años y padre de dos hijos.

Wakvitta tiene su pequeña panadería en un suburbio de Colombo. Antes ganaba alrededor de 250 dólares mensuales, pero esa cifra disminuyó constantemente en el último año.

Intentó diversificarse con una tienda de verduras a principios de este año, pero se quemó las manos y perdió su inversión de unos 700 dólares, una suma nada desdeñable en este país donde el ingreso promedio asciende a unos 4.100 dólares anuales.

«La gente no tiene dinero. Tiene dificultades para llegar a fin de mes», aseguró.

Sri Lanka exhibe una impresionante tasa de crecimiento económico de 7,5 por ciento y el gobierno de Rajapaksa proyecta grandes obras de infraestructura, como un puerto y un aeropuerto, pero los habitantes de bajos ingresos aseguran que tienen que luchar para sobrevivir.

La tasa nacional de pobreza representa 6,7 por ciento, pero es mayor en el medio rural. En Galle, el sureño distrito natal de Wakvitta, sube a 9,9 por ciento, y en Moneragala, en el centro-sur del país, asciende a 20.8 por ciento, según datos oficiales.

Los salarios permanecen estables, pero el precio de los productos básicos aumentó, como sucede con el arroz, un elemento fundamental de la dieta en Sri Lanka.

Una sequía de 11 meses provocó la pérdida de casi un tercio de la superficie plantada, por lo que se prevé que la cosecha arrocera de 2014 sea por lo menos 20 por ciento inferior a los cuatro millones de toneladas del año pasado, la más baja en seis años.

El precio del arroz subió 33 por ciento, según el Programa Mundial de Alimentos, y los precios de las verduras y el pescado también subieron, debido principalmente a las inclemencias del tiempo.

¿Gestos simbólicos o políticas económicas sólidas?

Consciente de las dificultades económicas, todos los partidos políticos prometen el cielo y la tierra al elector medio, desde subsidios hasta paquetes de asistencia, con la promesa de facilitarle la vida a la mayoría del electorado.

Pero Ajith Dissanayake, agricultor de arroz en Galle, dice que los gestos simbólicos no bastan.

«Las dádivas electorales no alcanzan, hace falta algún tipo de plan concertado para ayudar a los pobres», expresó a IPS.

La situación es peor en el norte del país, donde la población sigue tratando de librarse de las secuelas de la guerra civil.

El conflicto terminó en mayo de 2009, y desde entonces el gobierno invirtió más de tres mil millones de dólares en grandes obras de infraestructura en la Provincia del Norte.

Pero la región está sumida en la pobreza extrema. El distrito de Mullaithivu, que soportó las últimas batallas entre las fuerzas armadas de Sri Lanka y los Tigres de Liberación hace más de cinco años, tiene la mayor tasa de pobreza del país, con 28,3 por ciento.

«Es como si estuviéramos luchando otro conflicto, esta vez con la pobreza», se lamentó Thiyagarasa Chandirakumar, de 38 años, discapacitado y padre de dos hijos, desde  Oddusuddan, una aldea en Mullaithivu.

A pesar de la creciente electrificación de la zona, muchos en su pueblo continúan esperando que la luz llegue a sus hogares, indicó.[related_articles]

«La mayoría de nosotros no tiene el dinero para conseguir nuevas conexiones, y a veces ni siquiera tenemos para tomar el autobús», explicó Chandirakumar, que está confinado a una silla de ruedas debido a una lesión de guerra.

Los pedidos que les hacen Wakvitta y Chandirakumar a los candidatos presidenciales son simples. «Asegúrense de que nuestras vidas sean mejores de lo que eran antes», dijo Wakvitta.

Pero es improbable que eso se cumpla en el corto plazo. La noticia de la elección anticipada, junto con el sorpresivo anuncio de un candidato común de la oposición, lanzó al país a un período de incertidumbre.

Dos días después del anuncio de las elecciones, la Bolsa de Valores de Colombo se desplomó. El índice general de las acciones descendió 2,3 por ciento el lunes 24, en su peor caída desde agosto de 2013.

Los analistas dicen que los inversores mantendrán la cautela por el momento.

«A los inversores, nacionales y extranjeros, les gusta la certeza”, afirmó Anushka Wijesinha, economista del Instituto de Estudios Políticos, un centro de investigación local.

Las elecciones deben tratarse más de las políticas a largo plazo que de las dádivas destinados a ganar votos, añadió.

«Esto exige el desplazamiento del fuerte énfasis en los subsidios, las prestaciones sociales y otras transferencias generosas a las poblaciones rurales, que pueden ayudar a aliviar la pobreza en el corto plazo, hacia la capacitación, la productividad y el acceso a nuevas oportunidades económicas que ayuden a elevar el nivel de vida con una base más sostenible», recomendó.

Según las estadísticas oficiales, el 20 por ciento más rico del país recibe cerca de la mitad de los ingresos del país, mientras que el 20 por ciento más pobre solo comparte cinco por ciento de la riqueza nacional.

Para aquellos como Wakvitta y Chandirakumar, el futuro parece sombrío, con o sin elecciones. Ambos saben a ciencia cierta que, en el corto plazo, las cosas seguirán prácticamente iguales.

Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Álvaro Queiruga

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